Capítulo 1: Cimientos de Mentiras

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El lujoso salón del Hotel Royale se erguía como una catedral del poder, un santuario construido con mármol impecable y adornado con destellos de oro. Parecía un templo destinado a los dioses del éxito, donde cada detalle estaba finamente esculpido para impresionar, para intimidar. Los altos ventanales permitían que la luz agonizante del atardecer se filtrara, bañando el lugar en un resplandor que oscilaba entre lo cálido y lo distante, como si la misma atmósfera estuviera diseñada para hacer sentir a los presentes pequeños ante el peso de la grandeza. El murmullo de conversaciones cuidadosamente calculadas llenaba el aire, como olas que se rompen con suavidad en una costa lejana, dando al ambiente una calma superficial, una tranquilidad frágil.

Entre esa multitud de ejecutivos y magnates, todos con sus trajes impecablemente ajustados y copas de vino que tintineaban de manera casi coreografiada, Izuku Midoriya emergía como una figura de autoridad indiscutible. No necesitaba elevar la voz ni adoptar posturas ostentosas. Su mera presencia, fría y controlada, bastaba para reclamar la atención. De pie en el escenario, su silueta parecía fundirse con las sombras, su traje negro reflejando las luces como si fuera una armadura de seda que envolvía su cuerpo atlético y refinado.

Los ojos de Izuku, verdes como la profundidad de un bosque prohibido, se movían con cautela por la sala, examinando a cada uno de los presentes como un depredador vigilante, dueño absoluto de su coto de caza. Cada palabra que pronunciaba era un golpe preciso, diseñado para resonar en los corazones y mentes de quienes lo escuchaban.

—Esta expansión que estamos por iniciar—anunció, su voz suave pero poderosa, como el eco de un trueno lejano —no solo afianzará nuestro dominio en el mercado, sino que marcará el comienzo de una nueva era, una que redefinirá lo que es posible.

Los aplausos que siguieron fueron casi automáticos, una respuesta refleja de quienes sabían que estaban presenciando algo grandioso. Pero para Izuku, esos sonidos no eran más que un eco vacío. La aprobación de esos hombres y mujeres no le importaba, porque sabía que detrás de sus sonrisas halagadoras, se escondían intenciones calculadas, movimientos precisos en un tablero de ajedrez invisible. En realidad, lo que alimentaba esa expansión, lo que realmente sostenía el éxito de su empresa, era un secreto oscuro, oculto bajo capas de lujo y respeto.

Al otro lado de la sala, oculto entre las sombras que envolvían una esquina del salón, estaba Katsuki Bakugou. Aunque mantenía cierta distancia, su presencia era tan poderosa que parecía ocupar el centro del lugar, irradiando una energía feroz y contenida. Vestía de negro, pero a diferencia de Izuku, su atuendo era desaliñado, casi despectivo hacia el entorno de opulencia que lo rodeaba. Y, sin embargo, nadie osaba dirigirle una palabra, ni siquiera una mirada prolongada. Katsuki era el lobo en medio de un rebaño de ovejas, y todos los presentes lo sabían. Incluso aquellos que no reconocían su rostro sentían la amenaza latente en su postura relajada, en la forma en que sus ojos rojos, brillando como brasas, recorrían la sala con una mezcla de aburrimiento y alerta.

Los ojos de Izuku, en su recorrido calculado, encontraron a Katsuki entre la multitud. Fue un instante fugaz, apenas un segundo de conexión, pero ese momento bastó para que una corriente invisible, casi eléctrica, viajara entre ambos. Era una energía cruda, un reconocimiento profundo, algo que trascendía las palabras. Nadie en la sala podría haber comprendido el peso de esa mirada, la intensidad que se escondía detrás de ese intercambio silencioso. Para el mundo exterior, Katsuki era el criminal más peligroso, el rey en las sombras. Para Izuku, en cambio, era algo mucho más complejo, una combinación de peligro y devoción, de amor retorcido y lealtad absoluta.

Bajo Juramento de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora