Introducción

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Las ramas y las hojas crujían tras ser pisadas de forma apresurada, el lodo y fango chapoteaba en las suelas de los zapatos de los gemelos. Una risa hacía eco a la par de los jadeos de Dipper el cual estaba lo bastante cansado, tras una carrera hacia el bosque.

—¡Mabel¡ — exclamó el joven sofocado mientras se doblaba hacia el frente y posaba las palmas de sus manos en la parte superior de sus piernas, en un intento de recuperar el aliento. Este frunció el ceño al escuchar como su hermana gritaba un "Piernas de fideo" a lo lejos.

El castaño no hizo más que negarse y de forma casi inmediata le siguió el paso, corriendo, entre risas alegres y uno que otro reto. Se tomaban el tiempo de apreciar la rara belleza del bosque; saludaron a Jeff el cual recogía un par de zetas, se encontraron con los hombres tauro, quienes les ayudaron a saltar piedras en un riachuelo para después tener la despedida más emotiva que Mabel había presenciado, de solo ver como su hermano le decía adiós al grupo de hombres. Obvio, no hubo lágrimas, o tal vez, unas pocas. Los machos también lloran.

Al final, los hermanos disfrutaban de una calmada caminata, comiendo un par de sándwiches que habían traído en una mochila por si les daba hambre.

—Me duelen mis pies — Se quejó el chico sentándose en un tronco viejo, frente a una cueva. Mabel lo imitó.

—Dipper, no aguantas nada ¿Por qué no tomas un poco de mi jugo especial? —Dijo la de larga cabellera mientras sacaba un bote de plástico lleno de un líquido de un tono rosa eléctrico. El contrario solo hizo una mueca de asco, eso no tenía para nada la pinta de ser de apto consumo.

—No, déjalo así. Creo que ya tengo energías —

Mabel se encogió de hombros y tomó de su bote de forma desesperada, como si no hubiera tomado una sola gota de agua en días, para después limpiarse con la manga de su suéter.

Los gemelos terminaron con su merienda, se pararon y levantaron la basura de un par de frituras que comieron. Ya más tranquilos daban una última mirada a sus alrededores por lo que Mabel se sintió un poco cohibida, no quería irse de Gravity Falls, extrañara las grandes aventuras que había vivido junto a sus seres queridos; aun pensaba en el primer día en el que fueron recibidos por su tío Stan, fue tan extraño y enigmático al mismo tiempo. Los recuerdos llegaron a su mente de forma inevitable; cuando fue raptada por los nomos o cuando se peleó a puño limpio con los unicornios. Habían pasado por tanto en tan poco tiempo, que de no ser de que lo vio con sus propios ojos, le costaría creerlo.

Pero todo lo bueno tiene que acabar y hoy era su último día en el pueblo, se irán el día siguiente por la mañana, con la esperanza de volver el próximo verano.

—Vamos Mabel, antes de que anochezca —

Fue llamada por su hermano. Esta asintió pegando un fuerte suspiro, al mismo tiempo alistó su mochila con el fin de irse de regreso a la cabaña, no obstante; una suave brisa tocó sus hombros, llamándole de forma hipnótica y provocando que voltee a su derecha, encontrándose frente a la cueva que habían ignorado durante su comida.

—Mira dip — Señaló a esta con la clara intención de entrar — ¿Qué crees que haya adentro? — pregunto curiosa, sentía como si la estuvieran llamando, no sabía lo que encontraría en su interior, mucho menos el peligro que pudiera resultar si pasaban; aun así, parecía algo magnético. Atraída comenzó a caminar, pero fue parada por su hermano, el cual la había tomado del brazo.

El joven la vio mal.

—No Mabel, esto puede ser una mala idea —

Esta le regresó la mirada, se soltó y sonrió al instante. Podría ser su última aventura, lo presentía. El cierre de oro a tremendo verano que tuvieron, lo merecían; antes de irse y abandonar el pueblo más extraordinario que tuvo la suerte de conocer. Percibía que no debía ignorar este lugar.

"Mi camino" (MabelxBill)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora