beso australiano

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Cuando le preguntó a Jenson que era un beso australiano, su compañero en vez de darle una respuesta gratificante, se rió a carcajadas de él y posteriormente se alejó, doblándose del estómago.

Sergio no entendía qué era lo divertido, ¿era alguna clase de broma punk? Únicamente intentó quitarse esa espinita de curiosidad que invadía su cerebro y quedar satisfecho después de una semana con la misma pregunta rondando en su cabeza. Pensó que preguntándole a su experimentado compañero podría obtener la respuesta que tanto quería. Vaya error.

Así que, un poco enojado pero no menos curioso, salió del hospitality de McLaren para buscar a la única persona que sabe que no se va reír o hará sentirse cohibido o juzgado por sus preguntas y dudas. Fernando es de las pocas personas a la que le tenía suficiente confianza como para contarle de qué color eran sus calzones o indicarle el lunar que tenía oculto debajo de su nalga izquierda. Acudía a él cuando un problema surgía o cuando necesitaba un consejo.

Muchos de los pilotos han sido amables con él, como Lewis, quien siempre le dice «Buddy» y le da un breve abrazo después de las carreras; pero no hay comparativa cuando se trata del español. Era un hermano mayor que se preocupaba por él pero que también podía llegar a ser un poco molesto, sin rozar a sus hermanos Paola y Antonio.

Cuando encontró a Fernando también encontró a Mark Webber, ambos hombres estaban enfrascados en una acalorada conversación que si no fuera porque estaban riendo y tenían grandes sonrisas en el rostro, creería que se trataba de una fuerte discusión. Los cuerpos temblaban debido a las risas y cuál fuera el tema parecía demasiado entretenido, a lo mejor era un chisme jugoso o un chiste interno de entre los dos pilotos. No quería interrumpir la pequeña burbuja por lo que comenzó a retroceder, pero Mark sintió su mirada y lo vio, seguido de Fernando, quien gritó su nombre y le hizo un ademán para que se acercara.

Sergio, siendo complaciente, obedeció y caminó hacia el par de pilotos mayores, saludándolos y uniéndose a la conversación tan rápido como había llegado. El tema era una banalidad, Sebastián y sus rabietas, pero la forma en cómo lo contaban era bastante entretenida. No tiene la gran fortuna de establecer alguna relación con el primer piloto de Red Bull, a lo mucho platicaban y se saludaban cuando caminaban por el paddock, pero conocía bastante bien lo que se decía de él y sus roces con Mark. Tal vez Jenson no sea un gran compañero pero al menos sabían trabajar en equipo —o eso quería creer.

Siguieron hablando así por alrededor de cinco minutos hasta que Fernando cambió el tema y toda su atención se centró en Sergio. Cuando el par de ojos se posaron en él, se sintió incómodo.

“He escuchado que has estado preguntando algo interesante a varias personas.” Dijo divertido Fernando.

“¿En serio?” Preguntó con cautela el menor.

“Sí, Checo.”

“¿Puedo saber qué es?” Preguntó Mark, uniéndose a la pequeña conversación, con clara curiosidad mostrandose en su rostro.

A Sergio le pareció bien, al fin de cuentas, Mark era australiano y probablemente sepa responder sin reírse o mirarlo raro —no vuelve a preguntarle nada a Kamui. Sin embargo, no nota el brillo perverso en los ojos de Fernando porque, si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta que estaba a punto de pasar por un momento demasiado vergonzoso y querra enterrar la cabeza en la tierra.

“Es que quiero saber que es un beso australiano y todas las personas a las que he preguntado, no me responden.” Sergio se encoge de hombros, “No sé si es porque no saben o no me quieren decir.”

De la nada, Fernando comienza a reírse, “¡Oh, madre mía!.” El español lo sacude un poco del hombro mientras la carcajadas sigue fluyendo entre sus entrecortadas oraciones que apenas son entendibles.

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