En lo alto de una colina, rodeado de árboles susurrantes y brumas persistentes, se hallaba Valdeorco, un pueblo que una vez vibró con risas y vida. Hoy, sus calles y casas se encontraban cubiertas de maleza, y las ventanas, rotas y polvorientas, parecían ojos vacíos que observaban el tiempo pasar.
La historia de Valdeorco comenzó con la llegada de los primeros colonos, quienes construyeron sus hogares con esperanza. Durante años, el pueblo prosperó gracias a sus tierras fértiles y un río que fluía generosamente. Sin embargo, un invierno particularmente cruel cambió todo. La escasez de alimentos y la enfermedad comenzaron a asolar a sus habitantes. Con cada pérdida, la desesperación se apoderó de Valdeorco, y, finalmente, sus residentes decidieron abandonar el lugar que una vez amaron.
