dejando marca

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Advertencia de contenido:
Omegaverse, Checo!Omega, Jo!Beta, Checo está celoso y Jo solo puede complacerlo.

Este one shot es para gente de gustos finos y para quienes me lo pidieron —igual ya tenía tiempo que quería escribir algo de estos dos.


















“P-Por favor, Checo…” Jadea la súplica con su cabeza echada hacia atrás, apenas unos centímetros lo separan de la boca del hombre que se empeñaba en devorarlo.

“No, Jo.” Más que una respuesta dócil que se esperaba de un omega común, es una clara afirmación, una sentencia que no estaba disponible a discusión.

“Tenemos que detenernos, Checo.” Intenta nuevamente, pero es inútil.

Lo que inició como un suave y calmado beso de inocentes intenciones terminó convirtiéndose en una desesperación desenfrenada de instintos animales, gruñidos y mordeduras provocadas, desembocando una lucha interna por el dominio para decidir el destino de aquella noche.

Han estado besándose alrededor de quince minutos sin detenerse a ver la hora en el reloj de sus teléfonos o en el reloj ubicado en el único escritorio de la habitación, enfrascados en su pequeña burbuja en dónde el ruido de sus bocas era lo único que escuchaban. Cuando José se dio cuenta del tiempo en el que estuvieron perdidos, trató de ser la voz de la razón frenando cualquier intento de Sergio por volverlo a besar, imponiendo distancia y mostrándose firme; su novio no estaba dispuesto a parar y alguien tenía que hacerlo.

Pero siendo Sergio un omega dominante, desesperado y muy necesitado, persuadirlo era más complicado de lo que la mayoría cree. La cantidad de feromonas que desborda somete la mente de José inconscientemente, volviendo difícil el poder pensar con claridad, y por consecuencias, haciéndolo caer de nuevo en el peligroso juego de seducción y deseo.

Por más que sus manos estrecharon la delgada cintura y trataron de bajar a Sergio de su regazo, José simplemente no pudo. No sabe realmente cuál era la razón, entre el calor corporal que se sentía también entre sus brazos y en su entrepierna, o el exquisito aroma dulce picante que se colaba por su nariz, intoxicado sus neuronas y sus pulmones, lo tenía demasiado embriagado como para alejar la fuente de dicho placer. Su cuerpo tiembla y no puede parar el movimiento de sus propias caderas cuando siente a Sergio frotarse.

Gime y gruñe contra la boca del omega, suplicando en silencio. Podrían seguir así toda la noche, amándose, entregándose hasta que sus cuerpos se agoten, pero José ya tenía planes antes de ser interceptado por Sergio, y por mucho que su pobre libido no quiera interrumpir el maravilloso frote que estaba recibiendo de ese perfecto hombre, debe detenerse.

“Amor, ya detente.” Murmura sobre los labios hinchados de Sergio a una diminuta distancia donde aún se pueden rozar con los suyos, haciéndolo jadear. “Checo, paremos, ¿sí? Sabes que me tengo que ir, además, me estás arrugando la ropa que tanto me costó planchar.”

Puede ver a Sergio bajar la mirada hacia donde tenía sus manos y sus piernas, los puños sobre su camisa dejaron pliegues demasiado notorios y su pantalón era un desastre tanto por fuera como dentro. No era sencillo planchar el algodón y con este percance se llevaría tiempo.

“Abajo, Checo.” Pide.

“No. No quiero, Jo.” Suena caprichoso y bastante renuente, Sergio gruñe molesto a José cuando su intento por volverlo a besar le es negado. Quiere la boca de su beta, probarla otra vez, no su mejilla rasposa con la barba creciente.

“Vamos, Checo. Sabes que tengo una cena con Rupert y por mucho que me gustaría seguir besándote y más, no puedo dejarlo plantado.”

Huh. Pinche Manwaring.

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