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¡Bienvenidos a un día más en el soleado archipiélago de Alola!.. el día tan esperado finalmente había llegado. Tú, un/a joven/a entrenador/a se encontraba en el centro de una pequeña sala de la Isla Melemele, en la casa del Profesor, quien lo observaba con una sonrisa relajada. Fuera, las palmeras se balanceaban al ritmo de una suave brisa, y el sonido del océano golpeando la costa ofrecía una serenidad característica de la región.
—Hoy es un gran día.. Estás a punto de dar tu primer paso hacia tu viaje como entrenador Pokémon — comentó el profesor, aquella figura quien te hizo una significativa promesa; obsequiarte tu primer Pokémon. Frente al joven, sobre una pequeña mesa de madera, reposaban tres Poké Balls brillando a la luz del sol que se filtraba por la ventana.
El joven respiró hondo. Había soñado con este momento desde que tenía memoria, pero ahora, al estar ante los tres Pokémon iniciales, se sentía abrumado. ¿Cuál sería el compañero que lo acompañaría en su travesía a través de las islas de Alola?
—Tienes tres grandes opciones —explicó Kukui, señalando las Poké Balls—. El primero es Rowlet, un Pokémon tipo Planta/Volador. Es silencioso, pero muy observador. Con él, tendrás la sabiduría de la naturaleza a tu lado.
El profesor tomó una Poké Ball y la abrió, liberando a un pequeño búho verde que lo miraba con curiosidad, ladeando la cabeza. Sus ojos eran grandes y brillantes, reflejando una calma que parecía casi mística.
—El siguiente es Litten, tipo Fuego. Independiente, pero con un espíritu ardiente. Si decides entrenarlo, tendrás que ganarte su confianza —dijo, mientras liberaba al segundo Pokémon. Un pequeño gato negro con rayas rojas que lo miraba de reojo, mostrando una actitud algo distante, pero en sus ojos brillaba una chispa de fuerza.
Finalmente, el mayor sacó la última Poké Ball y la abrió, revelando un Popplio, el tipo Agua. Con una gran sonrisa y energía, el pequeño Pokémon saltó en el aire haciendo malabares con burbujas, disfrutando la atención.
—Y Popplio, siempre juguetón y lleno de energía. Es el compañero perfecto si buscas un Pokémon con mucha determinación y alegría —agregó.
El entrenador se acercó a los tres Pokémon, observándolos con detenimiento. Cada uno tenía un aura única, una personalidad que podría complementar la suya en este viaje que apenas comenzaba. El peso de la decisión lo llenaba de emoción y una pizca de nerviosismo. ¿Qué clase de entrenador quería ser? ¿Buscaba la sabiduría y calma de Rowlet, el desafío y determinación de Litten, o la energía y alegría de Popplio?
—Tómate tu tiempo — pronunció, con una sonrisa comprensiva tirando de las comisuras de sus labios —. Este será tu compañero en las buenas y en las malas.
