Capítulo 34

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—Gracias por aceptar mi invitación su majestad, —Krista estaba frente a ella, sonriendo con un gesto que calificó de falso—. Con la historia que tiene con la reina Navier no creí que ella la invitaría a cenar, como hizo el rey con el emperador y no deseo que se vaya con una mala impresión, el reino del occidente está complacido con tenerla. Añadió.

Le pareció decepcionante, creyó por un momento que Krista se había visto corrompida por los comentarios de Rashta y el ofrecimiento del gran duque, pero en ese momento la vio tal cual era, una oportunista que estaba socavando la autoridad y la influencia de Navier.

—Muy atento de su parte, lo cierto es que, si usted no lo hubiera mencionado, jamás lo habría considerado. —Bebió de la tacita un té, demasiado fragante para su gusto—, debo decir que si hay alguien a quien siempre admiré por su elegancia, decoro y el gran respeto por los protocolos, fue a la ex emperatriz Navier y no me malinterprete, no es que intente seguir sus pasos, es imposible para cualquiera, pero independientemente de la "historia" que tenemos, es una persona que, en mi muy humilde opinión, es muy cuidadosa con todo lo que hace, así que si ella no considero invitarme a cenar, debe ser por que no es necesario, pero que se yo, —se encogió de hombros. —Después de todo hasta hace no mucho yo era una simple plebeya.

Krista parecía no dar crédito a sus palabras, pero lo disimulo tan bien como pudo, se enfrascó en una charla vacía y no volvió a mencionar nada relacionado con Navier.

"Espero que haya aprendido su lección" se dijo mientras abandonaba el salón donde habían estado reunidas momentos antes. La tarde estaba llegando a su fin, decidió dar nuevamente un paseo por los jardines, sabía que muy probablemente Navier estaría en su habitación, así que no habría encuentros innecesarios, la vegetación le pareció tan diferente, estuvo andando sin rumbo por un tiempo, hasta que noto que se había perdido.

"Es un castillo, no debe ser tan difícil volver" se dijo, pero noto que no reconocía nada a su alrededor, el ocaso estaba llegando a su fin y este era un lugar desconocido para ella, "¡Dios! no se puede ser tan tonta" se regañó, no estaba segura de que hacer, "debe haber guardias" se dijo para darse ánimos.

Siguió por un camino que creyó era por donde había llegado, pero terminó cerca de un lago. Empezaba a hacer frío y estaba oscureciendo, sus nervios ya estaban más que alterados y cada ruido que escuchaba la hacía saltar de susto.

Decidido que tal vez lo mejor que podía hacer en ese momento era gritar, con suerte tal vez alguien la escucharía, pero no quería hacer un escándalo, estaba aún decidiendo que hacer cuando alguien toco su hombro y la hizo ahogar un grito.

—Lo lamento, no fue mi intención asustarla, —el duque Ergi apareció frente a ella.

—Yo-yo... creo que me perdí. —dijo temblando, tenía frío, pero sobre todo estaba asustada.

El duque rápidamente se quitó su abrigo y se lo puso sobre los hombros, habían pasado unos cuantos días desde la última vez que la vio, pero su semblante había cambiado mucho, se veía más delgada y de algún modo, más frágil que la última vez, la habría cargado en sus brazos, pero sabía que ella jamás lo permitiría.

—¿Se encuentra bien? —estaba preocupado, fue una casualidad que la encontrara ahí, acababa de llegar, se decidió a último minuto, quería verla, viajó hasta el territorio del vizconde para difundir el rumor que terminó en los periódicos y el viaje le había llevado más tiempo del que espero.

—Estoy bien, solo me distraje un poco, no puse atención y de repente ya había perdido el camino, —contesto apenada aún tiritando.

—Bueno el territorio que rodea el palacio es muy grande, la familia de Henry... digamos que les gustan los espacios abiertos. Repuso.

NEGADA AL ROMANCE LA VIDA ME ODIA, REENCARNE EN TRASHTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora