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Tzuyu reía frente a la pantalla de su celular, observando cada tweet e interacción entre sus amigas, sabía que las "peleas" en aquella red no eran mas que mera jugada entre ellas y aún así lograban sacarle una sonrisa

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Tzuyu reía frente a la pantalla de su celular, observando cada tweet e interacción entre sus amigas, sabía que las "peleas" en aquella red no eran mas que mera jugada entre ellas y aún así lograban sacarle una sonrisa.

De pronto, el reloj reposando sobre una mesita comenzó a sonar sus campanas, indicándole que una nueva hora había pasado. Gracias a que los números venían marcados de manera digital no le costó descifrar a diferencia de los de su mamá.

Eran las nueve en punto.

Cielos, ¿En qué momento había pasado tan rápido el tiempo? Gastarlo con su grupo en el celular definitivamente era una buena opción para matar las horas y morir de aburrimiento.

Volvió su vista al dispositivo y una notificación la había sorprendido. Era Sana. Sintiendo la urgencia de verlo, abrió el mensaje, desplazando el chat por toda su pantalla.

 Sintiendo la urgencia de verlo, abrió el mensaje, desplazando el chat por toda su pantalla

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Y así, Tzuyu tuvo que esperar otros treinta minutos antes que la japonesa llegará a su puerta tocando el melodioso timbre de la entrada

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Y así, Tzuyu tuvo que esperar otros treinta minutos antes que la japonesa llegará a su puerta tocando el melodioso timbre de la entrada. Como bala que lleva el viento, Tzuyu corrió por las escaleras a recibir a la chica.

Por accidente chocó con su madre, atravesándose antes que ella para abrir la puerta, la mujer la miró anonadada por ello, pero no dijo nada.

──¡Hola Sana! ──recibió Tzuyu con una amplia sonrisa.

──Qué tal Tzu ──la mencionada movió su mano al aire en un gesto de saludo y luego notó a la señora Chou detrás de su hija con una sonrisa y brazos cruzados. ──, ¡Buen día, señora Chou!

──Hola Sana. ¿A qué hora estarían por aquí?

No es que Yenling desconfiara de Sana, puesto que adoraba a esa chica y creía que era de las mejores amigas que Tzuyu pudo haber tenido antes, aún así su hija tenía dieciocho años y la japonesa era tres años mayor que ella, veintiuno para ser exactos, y sus pensamientos podrían ser muy distintos una vez estén fuera de casa.

Sana algo extrañada respondió: ──uh... iremos a comprar un muérdago a la plaza, tal vez luego nos tomemos un helado y volvamos a casa... ya sabe, una "salida de amigas" ──Sana hizo un gesto divertido con sus manos y jugueteó con su voz, tratando de sonar animada.

Tzuyu se sorprendió por esto, ella creía que nada mas irían por la decoración que quería su amiga, pero luego de mencionar el que iban a tomar un helado, aquella salida simple le hizo cambiar de idea, tomándolo como una "cita".

Vaya qué estaba delirando.

Y si, Sana había puesto mucho énfasis en "salida de amigas".

De cualquier forma, la enamorada Tzuyu se podía hacer mil hipótesis y la única que se lo creería sería ella.

──Muy bien, en una hora entonces. ──sentenció la mujer y la menor rodó los ojos por la orden de su madre.

──Bueno, volvemos luego mamá. ──dijo Tzuyu caminando hacia adelante y entrelazando su brazo con el de Minatozaki. ──¡adiós! ──se despidió agitando su mano al aire.

──¡Una hora jovencita!

Su madre cerró la puerta riendo con simpatía.

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mistletoe kiss | satzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora