Capítulo I.

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El balón resonaba en toda la sala del gimnasio, una estela de color blanco se movía de lado a lado, haciendo amagues a su compañero.

—Suguru— se escuchó la voz del chico —¿Eres muy lento, no crees?

El rechinar de los zapatos del pelinegro resonaba con más ímpetu, mientras tanto, su compañera los observaba de lejos con total desinterés. Aquello era una rutina: jugaban baloncesto mientras discutían. Uno de los dos se terminaba enojando, y luego de enfurruñarse, fingían que no había pasado nada.

El pelinegro le arrebató el balón al peliblanco. Con un movimiento rápido, pasó por debajo del brazo que intentaba detenerlo y lanzó el balón a la cesta.

—¿A que eso no te lo viste venir, Satoru? —una sonrisa traviesa iluminó el rostro del chico mientras hacía burlas a su compañero.

—Eres muy presumido, ¿lo sabes, no? Para tan poca cosa. —Satoru se llevó una mano al pecho de forma dramática—. ¿Quién te ha mentido tanto? Obviamente lo vi con estos ojos, pero quise cumplirte el capricho, aunque sea una vez.

—Lo que tú digas, Satoru. Si eres tan perfecto, ¿por qué no subiste el velo en la misión de Utahime? —Una risita apenas audible escapó de sus labios mientras lo miraba cruzando los brazos.

—¿Acaso son tan necesarias las cortinas? —Satoru se sentó en el suelo mostrando un rostro lleno de hastío total—. ¿Qué importa si la gente nos ve? La gente normal no puede ver las maldiciones —lanzó el balón a lo lejos, pero Suguru saltó y lo atrapó en el aire.

—Claro que importa, Satoru. Lo que frena la generación de maldiciones es la tranquilidad del espíritu de la gente —rebotó el balón varias veces mientras Shoko se acercaba a Satoru para colocarle nuevamente los lentes que había estado probándose—. Para eso, debemos mantener el secreto al máximo de estas amenazas. Y no solo eso...

—Lo entendí, hombre —Satoru se levantó y corrió hacia el pelinegro, arrebatándole el balón de las manos y encestando—. Qué incómodo es tener que acomodarse a la necesidad de los débiles —se limpió el sudor de la frente y de un movimiento rápido lanzó el balón de vuelta a su compañero.

—Una sociedad ideal le da prioridad a la supervivencia de los débiles. Ayudar al débil y reprimir al fuerte —Suguru se acercó lentamente a su compañero con el balón en mano—. Escucha, Satoru. La hechicería existe para proteger a los no hechiceros —lanzó el balón, encestando a la espalda de Satoru.

—¿Es eso un argumento moralista? —el tono burlón resaltaba en las palabras de Satoru, quien miraba a su compañero como si fuera un chiste—. Porque yo odio los argumentos moralistas.

—¿Qué? —Suguru lo miró con disgusto, claramente indignado.

—Asignarle razón de ser y responsabilidad al poder es algo que harían los débiles —Satoru cogió el balón y lo lanzó con fuerza, rozando el rostro de su compañero antes de encestar perfectamente. El rostro de Suguru se deformó en una mueca de enojo.

—No pregones desde tu cómoda posición privilegiada, me das asco —Suguru llevó una mano a la boca y fingió dar una arcada. Ambos se miraban a los ojos de forma prepotente, mientras Shoko se dirigía a la salida del gimnasio.

—Salgamos de aquí —canturreó dando vueltas antes de salir por la puerta.

—¿Continuamos la conversación afuera, Satoru Gojo? —una maldición emergió de la espalda de Suguru, mostrando un enorme ser rojo rodeado de dedos enormes y negros.

—¿Te da miedo estar solito? Vete tú, que yo aquí te espero.

La puerta del gimnasio se abrió de nuevo, revelando a un hombre moreno que entrecerró los ojos al verlos tan juntos. Inmediatamente, ambos fingieron hacer ejercicio.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2024 ⏰

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Bittersweet | Gojo Satoru x OC  | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora