Amelotasis

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Amixes, friendly reminder de que los propósitos de este libro son puramente edgys o fetichistas, entonces, intenten no leerlo si simplemente os disgusta.

Y lo lamento si hay fallos ortográficos o de redacción, el autor es mongolo.


Recuerda que las últimas acciones que hizo con sus piernas es patalear hasta ser atrapado entre las cuerdas, como un pequeño cerdo en la carnicería.

Recuerda el dolor chirriante que su sistema nervioso gritó al sentir la arma blanca filosa que penetraba su piel, yendo tan profundo que sentía sus huesos desarticularse, separando la unión de los huesos, oyéndose como una gomilla de plástico romperse; y eso no solamente no lo experimentó una sola vez sino dos, en cada una de sus piernas.

Sus ojos se movían a cada gota de sudor que nacía en su frente, mientras que observaban las englobadas manos explorar con sus yemas su sangre y caminar hasta la boca del dueño de estas, que regocijaba el sabor a hierro en sus papilas gustativas.

Nunca imaginó sentir miedo, tanto que estaba mudo, temblaba y sus piernas ya separadas se movían en desesperación hasta que en unos minutos ya cesaron, dejándolas ahogadas en el galón de sangre esparcido por el suelo tapizado de plástico y periódicos.

Su líquido vital era un rojo tan profundo, como el atardecer a punto de convertirse en anochecer y se drenaba, y como si la luna apareciese cerró sus ojos.

[...]

Lo que no recuerda es las veces que terminó incrustado en ese sofá, pudriéndose en él mientras que su cerebro repetía lo que sucedió en sus piernas, recordándole el dolor violentamente exagerado que sufrió.

Era lo que no lo hacía morir del aburrimiento esos días, semanas o meses que lleva ahí; sólo existían pocas ocasiones que algo cambiaba en sus monótonos días: como las veces que Vincent cambiaba sus vendas, cuando lo duchaba o cuando comía los platillos que le preparaba él.

Por lo menos era reconfortantes esos mínimos momentos en su horario que se mantenía constante, a veces el dolor le hacía olvidar lo feliz que fue o las extrañezas que sucedían maravillosamente en la vida y lo calmaba un poco tener un cambio, haciéndole tener un fé pequeño en sí mismo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos pasos poco sutiles de zapatos duros que fueron reemplazados por los aplausos de pies al golpear el suelo, siguió así hasta amplificarse a su oído indicando la cercanía y cuando su ojo lo pudo divisar, encontrando a su larga figura encorvada en un cansancio representado en su expresión facial.

Un suspiró del pelirrojo rompió el hielo y Vicent se sentó en el espacio donde deberían de estar las largas piernas de Rody, cogiendo el mando posado en la mesa y encendiendo la televisión.

Los chillones sonidos y luces resplandecientes sólo se traducían como pitidos molestos que no soportaba su cuerpo, pero más molesta era la sensación de la cercanía disimulada del otro, que llegó a un punto donde sus muñones vendados se apoyaba en los muslos del otro, quiso alejarse pero no tenía ni las ganas ni mucho menos fuerza para siquiera moverse.

Y eso fue derivando a la desvergüenza; la desvergüenza de haberlo atrapado y dejarle con una memoría tallada en su cuerpo y mente y aun así acercarse a él como un pequeño cachorro luego de confundir violencia con diversión.

Sus cabellos cosquilleaban su pecho y la cabeza de Vincent presionaba su estómago, estaba en posición fetal apoyado al otro, mientras que el volumen de la televisión descendía tanto que escuchaba su respiración, que chocaba contra su brazo constantemente y para evitar esa humedad incómoda quito su brazo y lo rodeó.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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Libro De Parafilias A-Z (VinRod)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora