—¿Agustina Otamendi? Sí, claro. Y yo soy Fernando Messi.
No sabía si estaba usando sarcasmo para burlarse de mi o si realmente creía que yo no era yo. Probablemente era la primera opción, pero mi humor se encontraba en demasiado buen estado como para ponerme a discutir y amargar no solo mi día, sino el de alguien más.
—Tenés razón, disculpa —sonreí intentando ser lo más pacífica posible—. Bancame que busco mi documento así podés corroborar y quedarte tranquilo, entiendo que en estos días lo más viable es mostrarse escéptico en situaciones así.
Después de todo, el pobre hombre únicamente estaba haciendo su trabajo, y hacía uno muy bueno teniendo en cuenta que era un guardia de seguridad.
Abrí mi cartera para buscar entre las mil cosas que tenía mi billetera, y de paso el gloss para retocarme en lo que el guardia decidía si me dejaba o no pasar. Le estiré mi documento de identidad y aproveché los segundos de inspección para agarrar mi espejo de mano y retocarme el gloss, después lo guardé y miré al guardia.
El hombre me miró con duda y finalmente me estiró el documento de regreso.
—No te pareces mucho a la de la foto.
Reí.
—Puede ser porque tenía como seis años menos en esa foto —hablé en un tono animado y él asintió.
—Adelante, señorita Otamendi.
Cuando por fin se abrieron las puertas del predio solté un suspiro de realización y empecé a caminar con tranquilidad por el pasillito, observando cómo era el lugar por dentro. Nunca había venido, a pesar de que varias veces había sido invitada por mi hermano o algún que otro amigo.
Ahora por fin me había hecho el tiempo suficiente para poder venir, siendo que hace no más de dos días había vuelto de nueva York y todavía no le había dicho nada al respecto a mi hermano. Por lo que a él concernía, yo todavía estaba en Estados Unidos.
No conocía a casi nadie en el plantel, pero sin embargo me paraba a saludar a quienes me saludaban por mero respeto, y porque las personas parecían ser bastante agradables para variar.
Me habían dicho que espere en la recepción así que aproveché para comprarme un paquete de galletitas, me pareció una cargada que sean todas dietéticas o de avena, pero no pude quejarme por dos simples razones, me daba vergüenza y teniendo en cuenta que era un ambiente lleno de futbolistas, supuse que era normal que quisieran tener control de sus alimentaciones.
Estuve dando rondas por los sillones, chusmeando las fotos y alguna que otra revista. Juraría que si alguien estuviera mirando, probablemente me dirían que me quede quieta o que no podía tocar las cosas. Pronto descubrí que estaba siendo demasiado ansiosa y me obligué a sentarme y esperar como cualquier persona normal lo haría.
La espera pareció volverse eterna, tenía la cabeza entre mis manos y me había puesto a contar una por una las baldosas del piso o a imaginarme dibujitos invisibles sobre ellas, una chica incluso me había ofrecido un café que cambié por una chocolatada.
Después de lo que se sintió como una vida entera, varios gritos juntos se escucharon como una canción de cancha mientras golpeaban las paredes. Ya se sentía como si fuera visitante en plena cancha, y todavía no divisaba nada o mejor dicho, a nadie.
Solté una carcajada cuando ví que todo ese ruido lo estaban haciendo solamente cuatro personas, entre ellos estaba mi hermano revoleando una camiseta de entrenamiento y saltando mientras empujaba a todos como un barra brava.
—¡Y ya lo veees, y ya lo veees el que no salta es un ingleees! —gritaba Nicolás.
Me levanté del sillón agradeciendo internamente a todos los angeles habidos y por haber que por fin se habían dignado a aparecer, y me acerqué a mi hermano con una sonrisa amplia.
—¡Agus!
—¡Nico!
En vez de parecer un par de hermanos que acababan de reencontrarse después de que una haya estado afuera más de un año y el otro haya estado en Portugal, parecíamos un par de monos saltando antes de iniciar una pelea por el poder en el reino animal, o algo así.
Nicolás me levantó y me hizo girar tantas veces que podía sentir cómo la chocolatada y las galletitas sin gracia me subían por la garganta, y tuve que darle un golpecito para que me baje.
—Ay Agustina, ¿Cuándo te volviste Hippie? —preguntó mirándome de arriba a abajo.
Inspeccione mi propio outfit y fruncí el ceño, no veía nada extraño o fuera de lo que mi ropa normalmente solía abarcar. Tal vez la gama de colores había cambiado y posiblemente haya mezclado prendas que no pegaban ni con moco, pero fuera de eso estaba... Normal.
—¿Por?
—Porque parece que te vomitó un unicornio después de comerse un arcoíris —comentó Leandro con una sonrisa divertida y después se acercó a mí con los brazos abiertos—. Hola, estrellita.
—Hola Lean —sonreí y acepté gustosa el abrazo.
Después de separarnos, saludé a los otros dos chicos que estaban con mi hermano. A uno de ellos lo presentó como Enzo, jugaba con él en el benfica y yo lo conocía porque solía ser jugador de river y obviamente, porque estaba en la selección. Al otro lo presentaron como Paulo, a él solo lo conocía de vista y casi nunca habíamos cruzado palabras, pero cuando me abrazó correspondí al abrazo.
Después de todo, un abrazo no se le niega a nadie.
-—Bueno muchachos, esta es mi hermanita y es re famosita eh —Nico me dió un golpecito en el brazo que me hizo reír—. A veces se cree gringa y ahora está en su etapa de Cielo mágico, pero es buenita.
Arrugué la nariz ante la divina carta de presentación que acababa de hacerme, aunque no podía acotar nada porque aunque había sido muy resumido, era más o menos verdad.
Paulo me miró con una sonrisa familiera, una de esas que le das a tus amigos después de no haberlos visto en vario tiempo.
—¿Segura que no nos conocemos? —preguntó con una sonrisa amplia—. Te juro que siento que te conozco de algún lado y no me voy a quedar tranquilo hasta saber de dónde.
Fruncí el ceño e intenté hacer memoria, en uno de los partidos de mi hermano era casi imposible ya que yo no solía asistir a ellos por temas de agenda. En alguno de la selección sí lo habré visto una o dos veces, en river definitivamente no lo había visto ya que dudaba que él haya pisado alguna vez el monumental.
Quizás en algún viaje de trabajo nos cruzamos...
—No, creo que no —me encogí de hombros.
—Te me haces re, pero re conocida.
Nicolás ante esas palabras me rodeó los hombros con un brazo y esbozó una sonrisa de superioridad.
—Es que es igualita a mi, ¿No ves?
—Sí, son como dos gotas de agua y aceite.
Reí.
—Capaz que la viste en alguna peli o serie, Agus es actriz —comentó Leandro y Enzo asintió dándole la razón.
—Sí, yo la vi en la serie de las mentirosas esas en hbo —agregó el ex river.
De repente me sentí avergonzada, el hecho de que ellos hayan visto algo en lo que yo trabajaba de repente me hizo sentir como si hubiera hecho algo ilegal. Pero lo disimulé bastante bien.
—Estás re roja, ¿Qué te pasó? —preguntó Nico.
Sí, lo disimulé re bien.
![](https://img.wattpad.com/cover/376960633-288-k943013.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Casi un ángel || PAULO DYBALA.
Fanfiction"Reconocería esos ojos en cualquier universo" -Mirame a los ojos y decime que no sentís nada. -No puedo, porque desde que te conocí se siente como si mi corazón hubiera aprendido a latir por primera vez.