En el remoto asentamiento minero de Terra Nova, el cielo estrellado se extendía sobre un paisaje árido y desolado. El sonido constante de las máquinas perforadoras y los gritos metálicos de las excavadoras creaban un ambiente de trabajo incesante. La cabaña de los Drake, ubicada en el borde del asentamiento, parecía casi aislada en comparación con el bullicio del trabajo minero que la rodeaba. Sin embargo, dentro de esa cabaña, un joven prodigio estaba a punto de dar sus primeros pasos hacia un futuro extraordinario.
Alexander Drake, con apenas diez años, estaba inclinado sobre una mesa de trabajo improvisada en el garaje de su casa. La mesa estaba llena de herramientas, cables y componentes electrónicos dispersos, un caos ordenado que para él representaba un campo de juego. Con un destornillador en la mano, estaba ajustando los circuitos de un viejo transmisor de comunicaciones.
“¡Mamá, creo que lo tengo!” exclamó Alexander, su voz llena de emoción y esperanza.
Emily Drake, su madre, entró en el garaje con una expresión de preocupación. Sus ojos, marcados por años de trabajo y sacrificio, reflejaban tanto el cansancio como el orgullo. “Alex, por favor, ten cuidado con esas piezas. No quiero que te lastimes,” le advirtió, aunque no podía ocultar su admiración por el talento de su hijo.
“Tranquila, mamá,” respondió Alexander, sin apartar la vista del transmisor. “Este transmisor podría ser nuestra puerta de entrada para comunicarnos con el centro de investigación en la Tierra. Si lo arreglo, podríamos recibir información valiosa.”
Emily se acercó y observó con más detalle. “Eres increíble, Alex. No sé cómo haces esto a tu edad.”
“Es más que talento,” dijo Alexander con determinación. “Es que quiero entender cómo funcionan las cosas. Quiero hacer algo grande, algo que pueda cambiar las cosas para mejor.”
A medida que los años pasaron, la vida en Terra Nova se volvió más monótona, y el entorno árido parecía aún más restrictivo para los sueños de Alexander. Con 18 años, decidió que su futuro no estaba en ese rincón remoto del espacio. Con una mezcla de nerviosismo y esperanza, se despidió de su madre y dejó Terra Nova para trasladarse a la Tierra, el corazón vibrante de la Federación Terrana.
La llegada a la Tierra fue abrumadora. La capital planetaria era un bullicioso centro de actividad, con rascacielos que brillaban con luces de neón y calles abarrotadas de personas que parecían perderse en la rutina diaria. Alexander, sin embargo, estaba decidido a dejar su huella en ese mundo vasto y competitivo.
Con una combinación de ahorros personales y un préstamo modesto, Alexander fundó Terratech en un elegante edificio de oficinas en el distrito financiero. Sus primeros días fueron desafiantes. La burocracia y la competencia en el sector de tecnología de defensa eran intensas. Sin embargo, la visión de Alexander no flaqueó. Sabía que para lograr su sueño de proteger a la humanidad, debía comenzar con algo sólido.
El primer gran proyecto de Terratech fue el desarrollo del Escudo Protector, un avanzado sistema de defensa diseñado para proteger las colonias humanas en la frontera del espacio. La tarea era monumental, y el proceso estaba lleno de pruebas rigurosas y obstáculos técnicos. El equipo de Alexander, aunque entusiasta, estaba consciente de las altas expectativas y el escepticismo que enfrentaban.
“¿Cómo va la prueba del prototipo?” preguntó Alexander a David Wright, el ingeniero jefe de su equipo, mientras revisaban los datos en una pantalla holográfica.
David, un hombre de mediana edad con una gran experiencia en ingeniería, frunció el ceño. “Estamos progresando, pero las pruebas iniciales no han sido perfectas. Necesitamos ajustar el sistema de navegación para mejorar la precisión.”
Alexander asintió, preocupado pero no desalentado. “Entiendo. Asegurémonos de que cada ajuste se haga con la máxima precisión. No podemos permitirnos errores.”
A medida que el proyecto del Escudo Protector avanzaba, también lo hacían los desafíos. La competencia en el sector de defensa era feroz y, además, Alexander tuvo que lidiar con la política que envolvía la tecnología de vanguardia. Durante una presentación clave ante el Senado de la Federación, el ambiente estaba cargado de tensión. Los miembros del Senado, algunos de los cuales habían sido críticos de Terratech, estaban presentes para escuchar sobre el nuevo sistema de defensa.
Alexander se dirigió al podio, con una mezcla de nerviosismo y determinación. “Señores y señoras del Senado, hoy les presento el Escudo Protector. Este sistema ha sido diseñado para proteger nuestras colonias en la frontera del espacio, interceptando y destruyendo proyectiles a una distancia segura.”
Uno de los senadores, Victor Drake, conocido por su habilidad para cuestionar e interrogar, se levantó. “El costo de implementar esta tecnología será significativo. ¿Cómo planeas justificar estos gastos a los contribuyentes?”
Alexander respiró hondo antes de responder. “El costo de no proteger nuestras colonias es mucho mayor. Si enfrentamos una amenaza y no estamos preparados, el precio será en vidas humanas y en la estabilidad de la Federación. La inversión en seguridad es una inversión en nuestro futuro.”
La respuesta de Alexander fue efectiva. Aunque Victor y otros críticos no estaban completamente convencidos, la presentación fue suficiente para asegurar el apoyo necesario para seguir adelante.
A lo largo de los meses siguientes, Terratech enfrentó numerosos desafíos, tanto técnicos como políticos. Alexander estaba continuamente en la cuerda floja, enfrentando la competencia y los intentos de sabotaje de aquellos que veían su éxito con envidia o desconfianza. Sin embargo, su visión era clara y su determinación inquebrantable.
En una conversación privada con su equipo, mientras revisaban los últimos informes de progreso, Alexander se dirigió a ellos con una mezcla de confianza y urgencia. “Estamos construyendo más que tecnología; estamos construyendo un futuro donde la humanidad pueda enfrentar cualquier desafío. Cada uno de ustedes tiene un papel crucial en esto. No dejemos que las dificultades nos desvíen de nuestro objetivo.”
David Wright y el resto del equipo asintieron, sintiendo el peso de las palabras de Alexander. Sabían que el camino no sería fácil, pero la misión de proteger a la humanidad y avanzar en la tecnología de defensa era una causa que valía la pena luchar.
ESTÁS LEYENDO
STARSHIP TROOPERS: VISIONARIO
Science FictionEl destino cambiará, para enfrentar a una amenaza mayor se debe hacer sacrificios.