Las calles grises y vacías se extendían ante mí como un espejo reflejando mi propia vida. Cada paso que daba resonaba en mi mente como un eco de la monotonía que me rodeaba. Mi corazón latía con un ritmo lento y pesado, como si estuviera arrastrando un lastre invisible.
Mi mente estaba llena de pensamientos círculares, repitiendo los mismos patrones de siempre. La escuela, la casa, la rutina. Nada cambiaba. Nada emocionante sucedía. Mi vida era un libro abierto con páginas en blanco, mi vida era aburrida.
Pensaba en mi madre, en su adicción, su indiferencia. Pensaba en mi hermano, en su rebeldía, en su ausencia. Pensaba en mí mismo, en mi falta de propósito, en mi existencia sin sentido.
Las luces de las tiendas y los semáforos parecían parpadear como un código Morse, enviando mensajes que no podía descifrar. La gente pasaba por mi lado, rostros anónimos, vidas desconocidas.
Me sentía como un fantasma, invisible y olvidado. Un fantasma que caminaba por las calles, sin dejar huella, sin dejar rastro.
Mi padre..oh no se nada de mi padre, sólo se que abandono a mi madre al enterarse que ella estaba embarazada, desde que nos tuvo callo en adicciones, pobre mujer, cada vez me da más pena su miserable vida.
La casa se erguía ante mí como una sombra gris y desgastada. La pintura se estaba descascarillando, revelando el cemento debajo. Las ventanas parecían ojos vacíos, sin vida. La puerta principal, una boca abierta que parecía tragarme cada vez que entraba
Me detuve un momento en la acera, mirando la casa con una mezcla de resignación y desánimo. ¿Por qué volver a este lugar? ¿Por qué seguir viviendo en este infierno?
Respiré hondo y toque la puerta de madera. Crujió al abrirse, como si estuviera protestando por mi llegada, mi hermano estaba detrás de ella, entré y cerré la puerta detrás de mí, sumergiéndome en la oscuridad y el silencio.
El aire dentro de la casa estaba viciado, lleno de olor a humo y desechos. Mi madre no se preocupaba por limpiar, no se preocupaba por nada. Me quité los zapatos y dejé caer mi mochila en el suelo, con un sonido hueco que resonó en la vaciedad.
La sala estaba en desorden, con ropa y botellas esparcidas por todas partes. Mi madre no estaba, pero su presencia se sentía en cada rincón. Su ausencia era una constante en mi vida.
Mi hermano tampoco se preocupaba por la limpieza de la casa, el se encargaba de traer la comida y el dinero todos los días a este maldito lugar, ya que mi madre solo se preocupaba de tener drogas cada día..
Mi hermano tenía la mirada perdida...¿otra vez en drogas Tom? Sus ojos avellanados como los míos se encontraban cansados, sus rastas estaban espantosas, necesita un baño. El siempre suele vestirse con ropa holgada, ahora su ropa blanca se encuentra manchada de un líquido amarillo el cual no logro descifrar que es.
— Es una buena tarde para salir ¿no crees?— Me limite a decir, al menos convencerlo de que tomé aire libre lo sacará de sus pensamientos.
— Núnca es una buena tarde, Bill— Respondió testarudo y con ojeras que parecían estar dibujadas con un lápiz de lo oscuras que se veían.
— Aun que sea salgamos un rato, cambiemos la maldita y aburrida rutina de no hacer nada- Propuse, deberia despejarse, se ha sentido muy mal últimamente, tiene todo el peso de una casa y una familia encima.
—¿Me estas diciendo que no hago nada?— Preguntó con sus ojos opacos ya oscuros e intensos que parecían dos pozos los cuales succionaban toda la luz a su alrededor.
—No quise decir eso, siempre te la pasas encerrado en este triste lugar—Respondí tratando de calmarlo, el siempre esta agresivo, quizás sean los efectos de las drogas que consume.
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✫𝑶𝒃𝒄𝒆𝒔𝒊𝒐𝒏 𝒔𝒊𝒏 𝒍𝒊𝒎𝒊𝒕𝒆𝒔✫
Random¿Estoy loco? Probablemente, pero no importa. Ella es mi razón de ser, mi maldita obsesión, no necesito ver la realidad, solo la necesito a ella. ¿Por qué debo dejar de pensar en ella? ¿Por qué debo intentar ser racional? Mi corazón no quiere ser rac...