tormenta

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Dormía con su papá. Los rayos que dieron inicio a la lluvia la asustaron y se escondió en la cama. Abajo de las sábanas. Se podía ver como temblaba ese bulto.
Yo todavía era su papá y verla así me exprimía el corazón. Genuinamente asustada me pedía a gritos la abrace. Igual se quejaba, estaba nerviosa.
Le expliqué varias veces que no pasaba nada. Que gracias a dios teníamos una casa donde refugiarnos en tranquilidad. Que siempre que llovió paró. Que el agua era buena para el campo y la vida que nos sostenía. En realidad ella no comprendía mis argumentos pero se los decía igual impulsado por transmitirle lo que no se puede decir. Estoy acá, con vos, todo va a estar bien, estamos juntos, somos afortunados de este momento.
No sé como hacía. Con su inocencia y tontez me enseñaba. Me daba clases de como ser mejor, para ella, para las otras personas y en consecuencia para mi. Todavía recuerdo cuanto la amaba.
La lluvia borró las penas luego. La tierra se fertilizó con su pequeño cuerpo. De su existencia quedé yo. Quedó lo que se pierde siempre, el estar en el presente.
Ella me contuvo luego cuando fuertes rayos corrompían mi dolor, ella estuvo ahí. En ese instante justo. Antes de la lluvia. Adentro de la tormenta. Sosteniéndome la mano y en silencio diciendo, lo que nunca se dice.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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