Cap. 19

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"Seré en tus brazos una posesión eterna, como el río que al mar no puede abandonar."

Becky POV

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Becky POV.

Los siguientes meses pasaron volando.

Después de ese día —al que llamo el del «incidente del cumpleaños»— mi relación con Freen ha cambiado de manera evidente, se ha vuelto más... romántica, a falta de una palabra que lo refleje mejor.

Es una aventura sexual, eso lo sé. Puede que sea adicta a Freen, pero no se me ha ido tanto la cabeza como para no percatarme de lo perjudicial que es todo esto. Me he enamorado de mi secuestradora, de la mujer que me tiene aquí prisionera. La mujer que parece necesitar mi amor y mi cuerpo.

No sé si me corresponde, ni tan siquiera si es capaz de enamorarse. ¿Cómo amar a una persona a la que has privado de libertad sin dudarlo? Aun así, siento que tiene la obligación de cuidarme, de que esa obsesión por mí no es solo sexual. Está presente en la forma en que a veces me mira, en el modo en que intenta anticiparse a mis necesidades.

Siempre me trae mi comida favorita y los libros y la música que más me gustan. Si comento que necesito una crema para las manos, me la compra en el siguiente viaje. Me consiente casi como a una niña. Se enorgullece de mis cumplidos y halaga mis obras de arte, tanto que se lleva varias con ella para colgarlas en la oficina de Hong Kong.
También me echa de menos cuando no estamos juntas. Lo sé porque me lo dice y porque cuando vuelve, se abalanza sobre mí como un hombre hambriento que acaba de salir de la cárcel. Más que nada, eso me da esperanza para que lo que siente por mí vaya más allá de ser un simple objeto de su posesión.

—¿Te ves con otras mujeres? ¿Fuera, en el mundo real? —pregunto durante el desayuno, después de una noche en la que me ha hecho el amor tres veces seguidas.

La pregunta me ha estado reconcomiendo durante meses y ya no puedo aguantarme más. Mi secuestradora es maravillosa, tiene ese encanto peligroso a la vez que magnético que hace que decenas de mujeres se rindan a sus pies. Me la puedo imaginar durmiendo cada noche junto a una preciosidad; cuando lo pienso me entran ganas de apuñalar a alguien. Aunque tienda al sadomasoquismo, no tendría ningún problema en encontrar una compañera de cama; hay miles de mujeres que, al igual que yo, encuentran placer en el dolor erótico.

Me sonríe con cierta diversión oscura, no muestra ni una mínima gota de desconcierto por mi despliegue de celos.

—No, Beck —dice con suavidad.

Alarga el brazo y me toma la mano, acariciándome la muñeca con el pulgar.

—¿Por qué querría follar con otra persona si ya te tengo a ti? No he estado con otra desde que te conocí.

—¿En serio?

No sé cómo encajarlo. Me sorprende. ¿Freen me ha sido fiel todo este tiempo? Me mira, curva los labios y me sonríe de una manera irresistible y pecaminosa.

Rosas y cenizas [freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora