Capitulo 4

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Unos días habían pasado desde aquella noche en que Max y Lando se habían acurrucado en la cama del menor, compartiendo el dolor en silencio. A pesar de que sus cuerpos aún llevaban los rastros de los moretones y heridas, la vida no se detenía para ellos. Jos había decidido llevarlos al gran premio, y eso solo significaba una cosa: peligro.

El aire era denso mientras los tres caminaban por el estacionamiento del circuito, y Max podía sentir el peso de la advertencia de su padre

—Escuchen bien —había dicho Jos, con su voz baja y amenazante mientras bajaba sus lentes para verlos —Van a quedarse aquí en el paddock. No quiero que nadie, y escúchenme bien, nadie, se queje de ustedes o vea una sola marca en ustedes. Si alguien lo hace... —Sus ojos oscuros brillaban con una crueldad familiar —Les voy a dar una golpiza que nunca olvidarán, ¿Quedó claro?

Lando apretó la mano de Max, un gesto instintivo que mostraba su miedo, aunque no salían palabras de su boca palabras.

—Pregunte si quedo claro mocosos —dijo Jos tomando sus barbillas apretando su agarre disimuladamente buscando causarles dolor.

—Si señor —respondieron ambos temblando, Jos, satisfecho con la respuesta los soltó y dio la vuelta, perdiéndose entre la gente.

Max apretó la mano de Lando, para después arrastrarlo entre medio de la gente, tratando de ir a una zona más alejada; Jos les había obligado a ponerse camisas de manga larga debajo de sus camisetas del equipo, una manera de ocultar los moretones que cubrían sus brazos y espaldas, como si el simple hecho de ocultarlos pudiera borrar el dolor que sentían. El calor del día hacía que el sudor comenzara a perlar sus frentes, pero no podían quejarse. Sabían lo que les esperaba si desobedecían. Así que, en silencio solo siguieron caminando.

El paddock estaba lleno de gente. Equipos corriendo de un lado a otro, ingenieros, mecánicos, periodistas, y fans que habían conseguido pases especiales, se sentían pequeños entre la multitud, aunque ya habían estado allí muchas veces. Caminaban despacio, tratando de no llamar la atención

Mientras caminaban entre la multitud, alguien, tal vez un miembro de otro equipo o un aficionado distraído, chocó contra ellos con una taza de café caliente en las manos. El líquido se derramó sobre el brazo de Lando, el niño soltó un pequeño grito de dolor cuando el café caliente le quemó la piel.

—Lo siento, lo siento mucho, no los vi —dijo el hombre que los había chocado, su expresión sincera mientras intentaba acercarse par ayudar, Max, con el corazón en la garganta, hizo un esfuerzo por no mostrar el pánico que lo invadía. Sabía estarían en problemas por el accidente pero le preocupaba más que el hombre siguiera insistiendo en acercarse para ayudar, era peligroso, no podían permitir que nadie viera bajo sus mangas. No podían arriesgarse, si alguien descubría los moretones, Jos cumpliría su amenaza.

—No... no pasa nada —respondió Max con voz tensa, apartando a Lando con suavidad, como si solo fuera una situación incómoda y no un desastre

Sin darle más tiempo al hombre para disculparse, Max tomó la mano de Lando y lo arrastró lejos, zigzagueando entre la multitud

Lando respiraba de forma entrecortada, el dolor de la quemadura mezclándose con el miedo y el estrés de la advertencia de su padre. 

—Max... —murmuró Lando, su voz temblorosa— ¿Y si papá se entera?

—No se va a enterar —aseguró Max, aunque no estaba del todo seguro— Solo tenemos que mantenernos alejados de la gente por un rato. Todo estará bien.

El pequeño no pudo contener el dolor, y las lágrimas brotaron de sus ojos al instante. Max, con el corazón acelerado y el pánico en sus ojos, le puso una mano en el hombro, intentando calmarlo

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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