- Capítulo único -

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La tarde caía en aquél apartado lugar del mundo mientras que Kakashi y Sakura acompañaban a aquél anciano médico a que llegara sano y salvo a una pequeña aldea escondida en la selva.

Mientras tanto, Naruto se embarcaba en una inútil búsqueda junto a Sai y Yamato para recuperar al ya casi olvidado Sasuke.

Tsunade le había encomendado a la pareja que guiaran al anciano hombre en su tarea por curar a los pequeños niños que habían sido víctimas de una extraña fiebre ocasionando en muchos casos, su fatídica muerte; temiendo, en el peor de los casos de que se tratara de un ataque por parte de alguna nación enemiga.

— Debemos estar cerca — dijo el hombre mientras tomaba un pequeño elixir. Kakashi estaba noventa por ciento seguro de que se trataba de sake de cereza, si su afinado olfato no fallaba.

— Me alegro de que Tsunade nos haya encomendado en esta misión sensei — miró alegre y ciertamente relajada la joven de cabellos rosados.

El sereno hombre simplemente asintió; después de todo, para ella era una increíble oportunidad para seguir mejorando en sus jutsus médicos.

Mientras Sakura interrogaba parlanchina al resacoso médico, Kakashi continuaba remando parsimonioso por aquél extenso canal en medio del verdoso paisaje; teniendo a su favor las calmadas aguas.

— Recuerda chico, debes tener cuidado; de un momento para el otro la corriente puede cambiar. Este río es traicionero y aún más las criaturas que aquí habitan — dijo recuperando un poco la sobriedad al sentir como las aguas cambiaban disimuladamente su flujo.

Kakashi simplemente asintió; después de todo el anciano a pesar de su deplorable condición había transitado estas aguas innumerables veces.

Al caer la noche finalmente había llegado a la aldea; sin embargo, debido al temor de los aldeanos por los contagios fueron recibidos por el jefe de la misma.

— Disculpen las precauciones — dijo el canoso hombre mientras sostenía un pañuelo de lino sobre su boca — no sabemos bien qué es esto que nos está enfermando pero no queremos contagiarlos.

— No se preocupe señor, para eso vinimos — dijo el anciano médico mirando de reojo a la tranquila pupila que observaba con detenimiento todas los síntomas que a simple vista aparecían.

— Haremos lo que esté en nuestras manos — dijo cortésmente Sakura mientras se inclinaba delicadamente en forma de respeto.

Tras aquella plática el jefe los guió a la pequeña cabaña donde se hospedarían; la cual, compartirían los tres viajeros.

De inmediato y mientras los hombres se acomodaban exhaustos la joven abrió todas y cada una de las ventanas junto a las puertas, barriendo y abanicando todos los espacios y recovecos.

— Sakura ¿Ahora que haces? — preguntó algo divertido Kakashi al verla correr de un lado al otro de aquel pequeño recinto.

— No sabemos quién estuvo aquí antes que nosotros y tampoco conocemos de qué trata el virus. Si se contagia por aire esto es lo más sensato — dijo finalmente.

— Tiene sentido... — simplemente comentó el hombre mientras se sentaba en su humilde cama.

—Lo más sensato será dejar todo esto ventilado durante esta primera noche — comentó tranquila mientras se sentaba en la cama junto a la de su maestro.

Por suerte, los años de misiones y compañerismos habían logrado que a ella no le incomodara compartir espacio con sus colegas y mucho menos con su sensei; sabía que, sin importar la situación él la protegería. Siempre se lo había demostrado y eso jamás lo dudaría.

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