¿Conoces esa sensación desesperante de sentir tu alma por debajo de los pies? como si cada paso que dieras lo pisarías, lo romperías más. Se llama tristeza, dicen. Sin embargo, darle nombre a lo que sentimos no parece ser suficiente.
Dolor. Eso se acerca un poco más.
El dolor demanda sentirse. Hablamos de una herida que sangra pero por dentro.
Hay veces en donde creemos estar bien aún con esa sensación pinchando nuestras almas, pero todo empeora: fingimos para convencernos a nosotros mismos de que todo marcha bien cuando en realidad nada de eso es cierto.
Todos estamos rotos. Todos tenemos nuestros demonios. Inútil es intentar ahogarlos, pues ellos saben nadar.
La tristeza no es un viaje de ida: tiene vuelta. Vuelta algo nublada. El cielo está tronando, nuestras almas se retuercen en una lluvia que parece no acabar.
El camino está cubierto por una pesada niebla; seguir probablemente sería una pésima idea, pero peor es quedarnos encerrados esperando a que el sol salga. Siempre tenemos una ruta que nos lleva de vuelta a casa.
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Desde el dolor.
Short StoryTodos estamos rotos. Todos tenemos nuestros demonios. Inútil es intentar ahogarlos, pues ellos saben nadar.