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Todas sus preocupaciones desaparecieron tan pronto como cruzo las puertas de su casa y miró la deslumbrante sonrisa de su madre dándole la bienvenida.

Con una rica taza de té acompañando su platica en el comedor ambas se pusieron al día, y ella le dijo de sus preocupaciones ante su nuevo descubrimiento.

Su madre le dijo que quizá su abuelo tenía algo en los viejos pergaminos que tanto guardaba en la cabaña del pozo, así que con toda la esperanza de encontrar algo comenzó su larga tarea de lectura.

Era de noche cuando su madre entró con una charola con una taza de té y un par de onigiris, aun no encontraba nada, pero no se daba por vencida todavía le quedaban bastantes pergaminos por leer, aunque la mayoría de los que había leído contenían recetas de tés o algún tratamiento herbolario que sin duda eran de utilidad, aprovechó para categorizar cada pergamino para cuando ocupara algo de ahí saber dónde estaba cada cosa.

El día había llegado a su fin y lo que parecía imposible para lograrse estaba a punto de lograrse solo le faltaban escasos diez pergaminos por leer.

Al final sus esfuerzos dieron frutos porque encontró un relato de los días después de Naraku donde describían que un poderoso demonio custodiaba la aldea puesto que su hija vivía ahí al final estaba un pequeño dibujo del demonio y pequeña manada, ahí pudo ver a una Rin adolescente muy feliz llevando un hermoso kimono morado junto a un muy mal humorado Jaken con el bastón que había encontrado fuertemente agarrado  en su mano derecha, y abajo del dibujo decía: “El señor occidental junto a su hija y su fiel sirviente Jaken”.


Con eso se puso de pie de un salto gritando de felicidad corrió a casa para darle las buenas noticias a su mamá y con esto se pudo retirar feliz a su casa, mañana sería un día largo y lleno de aclaraciones.

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