𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐀 𝐅𝐎𝐓𝐎𝐆𝐑Á𝐅𝐈𝐂𝐀

『 Cabello 』

El día era perfecto, y no le extraña, ya que lo habían elegido para que nada lo arruinara. Es así que se podía ver como el sol bajaba lentamente como si no quisiera irse realmente, dando un espectáculo que llenaba de paz a quien sea que lo viera, un cielo azul que comenzaba a ser cubierto con tonalidades anaranjadas, que a su vez dejaba ver unos tintes rosados e incluso violetas.

Aun así la imagen perfecta para una postal, ante los ojos de Toto, se la llevaba Chris.

A lo lejos podía ver como se acercaba, mientras en sus oídos de forma lejana sonaba la marcha nupcial. Dirigió una rápida mirada a la pequeña Olivia, preciosa en su vestido azul marino, guiando el camino mientras lo llena con pétalos de flores, pero como si de un imán se tratara, su mirada volvió a Chris, quien lo seguía cautivando con cada pequeña cosa de su existencia.

Cómo su cabello, ahora pelinegro, brillando con los rayos del sol, haciendo que para Toto parezca una deidad qué viene a bendecirlo.

Toto se encontraba hablando con alguno de sus compañeros de trabajo, mientras los ingenieros trabajaban moviéndose de un lado a otro, pero su atención se vio robada por ese chico de Red Bull que cada día hacia aparición en su campo de visión como el sol en el día o la luna por la noche.

Aún de espaldas a él, podía apreciar una de sus muchas bellezas.

Su cabello.

Aquel cabello que con solo verlo se notaba sedoso, con sus ligeros rizos cayendo con gracia sobre su nuca, peinado ligeramente manteniendo su forma sin hacer presión.

Ese cabello castaño, un castaño tan claro que podía pasar por rubio e incluso pelirrojo, dependiendo de la luz y el ángulo en que se aprecie.

Para fortuna de Toto lo había apreciado de todos los colores que podía verse, concluyendo que sin importar el momento, era hermoso. Provocando unas ganas de pasar sus dedos y acariciarlos.

Podía ser en la sombra, mostrando un color castaño, y sería hermoso.

Podía ser con el sol de la mañana, pareciendo rubio, lo cautivaria de igual forma.

Podía ser en el atardecer, apreciandose pelirrojo, sería tan atractivo como en cualquier otro momento.

Toto no podía creer lo cautivado que podía quedar con solo una cabellera, pero no le importaba, siempre y cuando se tratara de Christian Horner.

Ahora lo tenía ahí, iniciando su caminata hacia el altar, con el cabello ahora negro, pero igual de hermoso que en el primer momento que lo aprecio.

Toto podía decir que amaba el cabello de Chris, en cualquier momento de su vida.

Amaba cada una de sus bellezas, amaba como Chris lo cautivaba en cada cosa de su vida, con cada aspecto de su existencia.

Con una sonrisa en su rostro, bajo un poco su vista, encontrándose con aquellos ojos que lo enloquecienron por la desbordante belleza que poseían. Aquellos bellos ojos que le permitían ver a un Christian Horner diferente al que muchos conocían.

Sus ojos, que le daban las miradas más lindas y le dejaban ver su alma.