Todo es oscuro

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Estaba a punto de terminar la parte 2 de Our Life. Ojalá conociera a alguien como Cove o Derek; lo que dije antes es la forma resumida de mencionar a un juego otome tan dulce y encantador sobre la vida de un chico o chica, según elija el jugador que junto a Cove, quien sería nuestro mejor amigo en sus diferentes etapas la niñez, adolescencia y madurez, también puede ser tu crush.

Pero en eso, un golpe resonó, que podría confundirse con un terremoto, si solo no supiera quiénes son realmente mi familia. Les contaré un poco sobre los ellos y su maravillosa forma de pensar, si no eres una herramienta, no ayudas; así que si andas mal de alguna manera sueltan cosas como "deja de estar así" o "se te pasará, no hagas tanto drama", como si fuera tan fácil.

No es imposible salir de mi estado depresivo, es verdad, y aún así, está el detalle de que vivo con una abuela incapacitada que no comprende cuando estoy cansada. A veces siento que no debería sonreír 24/7, como si no tuviera vida es un mal habito lo admito, lo hago para que ella se afeliz pero simplemente no desea entender que la amo y quiero que esté bien, aún así, la cuidaré, ya que es lo único que tengo.

Mis padres no me apoyan. No me siento como se supone que debería sentirse una joven de 17 años: salir, conocer gente, aprender, crecer y madurar a su propio ritmo, sea su orientación o en mi caso, mi condición, soy asperger, y mis padres pueden decirte mil cosas que saben sobre esto y lo otro de lo mío, pero la realidad es que son palabras falsas e hipócritas al ver lo egoístas que son en sus acciones: una de ellas es no apoyarme en el caso de mi abuela cuando esta en crisis; además, no permiten que un especialista me ayude, no sé nada de un psicólogo o psiquiatra desde que me diagnosticaron a los 6 años, fue un gran escándalo del cual creo que nunca lograron superar.

Aún no he contado lo peor: no me dejan salir si no es para ir a la secundaria, respecto a mi opiniones y tengo logicas, a ellos les vale, mi opinión está por debajo de las suyas; regresando a la persona que abre la puerta como un gorila, es mi tía con Emili, mi ayuda para cuidar a mi abuela, entre comillas.

-Cariño, ¿podrías salir de la habitación y quedarte con tu abue un rato mientras voy a comprar? -dice, llevando su pelo lacio atrás, casi como si fuera una delicada tela lujosa.

-Claro, diviértete, tía. Si puedes, quédate un buen rato -le respondo, aunque ella siempre me considera respondona.

Salió como una tormenta, como cuando entró anteriormente. Ir de compras es su modo de decir que se irá casi todo el día y regresará solo a dos horas convenientes, antes de la llegada de mi querida madre y padre, como si no conociera eso ya de ella. Mejor dejo eso y observo a mi abue; no esperaba la ida de mi tía esta vez, no se fue por simple sentimiento de tediosidad de compartir espacio con mi abue y yo como otras veces.

El cuarto rosa pálido de mi abue estaba igual de silencioso que un bosque virgen que nadie había tocado antes

-Abue, traje botana y se nos fue la amargada de una vez. -Si había un pensamiento que compartiamos, era el de estar finalmente libres de las falsas e insoportables actitudes de mi tía.

Podría estar en silla de ruedas, pero les digo desde lo más profundo de mi corazón, y por una niñez bien cuidada y querida por ella, que no merece una hija así de estupida e inhumana, al menos tiene a esta nieta para hablar y pasar el rato, como lo tuvo que haber hecho con sus tres hijas, a quienes, al igual que conmigo, cuido mucho, en cambio, pueden ver que se siente sola... al menos estoy yo.

-Te imaginarás su gran frase "me iré a comprar, quédate con tu abuela". ¿Cómo pudiste tener una hija así, abue? Y no me es posible ese trato hacia a ti -Suspiro muy fuertemente

-Pese a tu nueva condición, no te culpo si a veces no es fácil llevarla con ese ser. Acaricié su cabecita con la misma ternura que se la a un animalito abandonado en la calle

Pese a los gritos que me daba y constantes contradicciones que pudiera tener conmigo, al final solo nos teníamos como soporte y apoyo emocional una a la otra. Dirán: "¿dónde está tu madre, que también es hija de ella?" No se ilusionen ni un poco; ella no está interesada en cuidar a su irreparable hija o ha su madre que no encuentra útil. Mi padre solo trabaja y ya, al igual que mi madre en el mismo lugar corporativo.

-Vamos el lado positivo: nos tenemos a nosotras y con eso bastará. Solo debo estudiar más para sacarte de acá... seguro un psicólogo nos ayudará a salir de este círculo de pensamientos inquietantes, además de la ansiedad, obvio.

Ya está raro que no me responda desde hace mucho rato. La sacudo varias veces y solo da la impresión de una muñeca que va de arriba hacia abajo, según como la estés moviendo.

-Abuela, ¿estás bien? -Ninguna respuesta. Esto me está asustando mucho. Me inclino hacia adelante solo para notar que no respira en lo más mínimo. Eso solo me provoca sacudirla aún más.

-Abuela, necesito que despiertes ahora mismo. Ya sabes que odio cuando haces este tipo de bromas. -Nada, absolutamente nada. El nudo que me atrapa en mis momentos de desesperación me nubla el juicio.

Detengo la sacudida al cuerpo frío e inerte en la silla de ruedas. No es posible esto, y lo único que pienso es en poner mi cabeza en sus piernas con la pequeña esperanza de que ella se ría y diga que solo bromeaba, para acariciar mi cabeza con la calidez de siempre.... sin embargo, no sucedió.

Quedé horas y horas ahí, a sabiendas de que ella no iba a hacer nada; ya no estaba conmigo y nunca fui buena para hacer amigos en la secundaria de ninguna manera, así que estaba totalmente sola sin mi abuela ahora; por mi mente solo consideraba seguirla a donde fue ella. Entre mi cuarto, casi en el estado de un zombi por lo antinatural de mis movimientos, y no dudo que esté pálida, más el pegoste que suelen dejar los caminos de lágrimas en las mejillas, ya saben; abrí mi closet y saqué aquello que pensé jamás necesitaría y sería mi única manera de volver con mi abuela.

Lo colgué en lo alto del palo de ropa, después de sacar todo, hice su nudo para poder introducir mi cabeza, y mi fin estaba hecho. Sufrí, sí, no lo niego; no obstante, abrí los ojos agitada con mucha luz, dejándome ciega; me dio la impresión de ser la primera vez que estoy expuesta a ella y solo lloré con el corazón yendo a una carrera con todas sus fuerzas

El compás del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora