Capítulo 2

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Con discreción contempla a la pareja que se encuentra en una de las mesas al costado de la ventana que da a la calle, compartiendo un pastel de chocolate entre coqueteos que contrasta con su propia experiencia y la conclusión retuerce el puñal de culpa que se clavó en su pecho.

Después de la conversación que escuchó en la universidad la semana pasada, una serie de inquietudes, temores e inseguridades lo atormentan sin descanso, esmerándose en que no lo afecte en su cotidianidad. Por supuesto que aquello es inútil, así que no se sorprende por el entrometido par que lo arrastra a la habitación de atrás.

-Oi, oi, tenemos trabajo.

-No hay muchos clientes, los demás pueden encargarse, ahora habla, has actuado extraño estos últimos días.

-¿Sucedió algo con Erwin? Puedes confiar en nosotros, hermano, estoy segura de que sea lo que sea tiene una solución, ustedes se aman demasiado, desde el comienzo fueron como un viejo matrimonio.

-No tienes que cargar con esto solo, Levi, siempre contarás con nosotros.

-No es Erwin, el problema soy yo y mi personalidad de mierda...

Con un gruñido procede a explicar la situación que es la fuente de su creciente preocupación, evitando el contacto visual hasta que unos brazos lo rodean por el cuello y suelta un bufido, ya que es consciente de lo inútil que es forcejear por liberarse.

-No tienes que cambiar por lo que diga ese idiota, Erwin te ama tal como eres, ¿Por qué crees que te pidió matrimonio? Desde el comienzo siempre fuiste honesto, incluyendo tu personalidad y eso solo lo cautivó más, hermano.

-Isabel tiene razón, ¿Qué importa si no eres bueno con las palabras? No es la única forma de demostrar tus sentimientos, si Erwin continúa contigo es porque te ama y sabe que es mutuo, además, siempre que está contigo tiene esa enorme sonrisa.

-Sí, es como un solcito que brilla por ti.

-Cuando me enamoré de Erwin, ustedes me aconsejaron que hay cosas que deben decirse o la otra persona nunca lo sabrá, que hay que ser claro con lo que sientes... no es justo que Erwin sea cariñoso y directo con sus sentimientos, pero deba suponer que yo siento lo mismo.

-De acuerdo, tienes un punto, aunque mantengo mi posición, las palabras no son la única forma de demostrar tus sentimientos y Erwin tiene muy claro que lo amas, ¿Por qué crees que es así? Porque se lo demuestras cada día.

-No es suficiente, Erwin merece más.

-Supongo que no cambiarás de opinión, entonces comienza por algo más fácil para ti, ¿Por qué no escribes una carta? Eso te ayudará a ordenar tus pensamientos y lo que quieres decir antes de hacerlo.

-Es una buena idea, Isabel.

-...supongo que sí, lo intentaré.

Esa misma tarde se avoca a la tarea de plasmar lo que ese maravilloso hombre provoca en él a diario, desechando varios borradores y aprueba el doceavo con un asentimiento de satisfacción, descendiendo por las escaleras con el papel doblado en su mano derecha. Un maullido capta su atención, apresurándose a investigar la fuente de ese inusual ruido y arquea una ceja por la caja en un rincón de la cocina, colocándose de cuclillas frente al felino de espeso pelaje amarillo y otro más pequeño de color oscuro los vigila.

-Meow.

-Hola, amor, estabas tan concentrado escribiendo en el dormitorio que no quise interrumpirte, son muy bonitos, alguien los abandonó atrás de la biblioteca y no podía dejarlos ahí, ¿Pueden quedarse? Será temporal, les buscaré un buen hogar.

-Ya escogiste los nombres, ¿Verdad? – pregunta adivinando la respuesta por la mueca contraria que lo insta a pellizcarlo en la mejilla con suavidad- Por supuesto que pueden quedarse, idiota, les daremos un buen hogar y cuidaremos de ellos.

-Eres el mejor, Levi, te adoro- canturrea capturando sus labios en un pausado beso que se torna demandante, separándose por las patas que se posan en sus rodillas- Creo que tienen hambre, este amiguito tan amistoso es Danchou y esta bonita panterita es Heichou, les compré comida en el camino, en la tienda me recomendaron estos tubitos de pasta de salmón.

-También necesitarán un baño, están bastante sucios, lo haremos después de cenar, oi, Erwin...

El valor que logra reunir se esfuma por la intensidad con que lo contemplan, limitándose a negar y se marcha por el pasillo con la excusa de ocupar el baño, encerrándose con un suspiro de resignación. A pesar de que cumplió su primer objetivo, dar el siguiente paso es casi imposible y descarga un golpe en el borde de la tina.

¿Por qué esta mierda es tan difícil...? Soy un maldito cobarde, ¿Por qué no puedo decírselo?

Unos toques a la puerta lo alertan de la presencia del profesor al otro lado, escondiendo la hoja en el bolsillo trasero de su pantalón y se asoma con una fingida serenidad.

-¿Estás bien, amor? Creí escuchar algo.

-Se cayó la crema de afeitar- miente con una punzada de culpa por el alivio que refleja el rubio, sumando un nuevo motivo a la lista de recriminaciones que enumeró en su mente.

-¡Meow! Meow.

-Danchou te rasguñará por escapar con su comida.

-Jajaja, es un castigo que estoy dispuesto a aceptar, el bienestar y seguridad de mi esposo es mi prioridad, ay- se queja por el puntapié en el tobillo, apreciando el tenue sonrojo en la punta de esas pálidas orejas que acelera su corazón- Eres bonito avergonzado, ¡Ay!

-Lárgate de aquí o te patearé el culo. 

Nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora