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Capítulo 1: Encuentro en las Sombras

Las luces de la ciudad parpadeaban a través de la ventana sucia del pequeño apartamento de Elia. Sentada frente a su computadora, con los dedos moviéndose a una velocidad frenética, sus ojos se movían rápidos entre líneas de código y las cámaras de seguridad que había hackeado. Su respiración era tranquila, pero su corazón latía con fuerza. El trabajo de esta noche era complicado, y si algo salía mal, estaba en peligro. Cristopher, su amigo y socio, le había advertido que no aceptara esta misión, pero la paga era demasiado buena para rechazarla.

De repente, en la pantalla, apareció un rostro familiar: Tom Kaulitz. Su reputación era conocida en todo el submundo criminal. Tom no solo era uno de los líderes más peligrosos de la ciudad, sino también alguien a quien no se le escapaba nada. Inteligente, implacable y con un aire de peligro que hacía que la gente temblara a su paso. Estaba acompañado de su inseparable hermano gemelo, Bill, junto a Georg y Gustav, su grupo de confianza.

Elia detuvo el código por un segundo, su mirada fija en la imagen de Tom en la pantalla. Había escuchado rumores sobre él, pero nunca lo había visto tan de cerca. Su rostro duro y su mirada oscura hacían que un escalofrío recorriera su cuerpo. No era el tipo de hombre con el que querías cruzarte. Ella sabía que si él descubría quién estaba detrás de este hackeo, estaría acabada.

El sonido de la puerta siendo forzada desde el pasillo la sacó de sus pensamientos. Su corazón dio un vuelco. No podía ser. No tan pronto.

Tomando su laptop, Elia desconectó los cables rápidamente y recogió una pequeña mochila con lo esencial: dinero, su arma y varias identidades falsas. Había practicado esta fuga mil veces, pero ahora que era real, sus manos temblaban ligeramente.

Un golpe fuerte resonó en la puerta, y luego la madera se partió. Elia corrió hacia la ventana del baño, la única salida, y mientras rompía el cristal para escapar, escuchó una voz grave desde la habitación:

-No puedes esconderte, Elia.

El sonido de su nombre, pronunciado por esa voz profunda, hizo que su piel se erizara. No sabía cómo, pero él ya sabía quién era. La adrenalina la impulsó a saltar por la ventana, cayendo en el callejón sucio. El impacto la hizo tambalearse, pero siguió corriendo. Tenía que perderlo. No había manera de que lo enfrentara cara a cara.

Las calles desiertas la envolvieron en sombras, mientras corría sin mirar atrás. Tenía un lugar donde podía refugiarse, una vieja fábrica abandonada en los límites de la ciudad. Ahí la esperaban Cristopher, Dulce y Leonel, sus amigos más cercanos y la única familia que realmente conocía. Cada uno de ellos era hábil en lo suyo, desde el combate cuerpo a cuerpo hasta la ingeniería tecnológica. Si lograba llegar, podrían trazar un plan.

Pero mientras corría, Elia sentía una presencia detrás de ella, como si la sombra de Tom estuviera cada vez más cerca. El sonido de una motocicleta la hizo voltear. Su respiración se aceleró cuando vio una moto negra acercándose a toda velocidad. La figura de Tom, con su cabello trenzado y chaqueta de cuero, era inconfundible.

Elia aceleró el paso, doblando en una esquina. Un callejón sin salida.

-Te lo dije, Elia. No puedes esconderte de mí.

El sonido de su voz resonó desde la entrada del callejón, y cuando Elia lo miró, Tom ya estaba bajando de la moto, con una sonrisa de satisfacción en sus labios. A pesar de la situación, había algo hipnótico en su presencia, una energía oscura que la atraía, aunque su instinto gritaba que debía mantenerse alejada de él.

-¿Qué quieres de mí?-dijo, tratando de mantener su voz firme, pero la tensión en su cuerpo era evidente.

Tom dio un paso hacia adelante, sus ojos fijos en ella como si ya la hubiera reclamado, como si fuera una simple presa a la que había cazado.

-Quiero lo que me pertenece. Y ahora, tú también eres parte de eso.

Elia sintió un escalofrío recorrer su espalda. Ella no era el tipo de chica que dejaba que alguien la controlara. Pero algo en la mirada de Tom le decía que él no era como los otros con los que había tratado. Este juego iba más allá de la simple posesión; era una cuestión de poder, y Elia no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente.

Antes de que pudiera reaccionar, un ruido metálico resonó detrás de Tom. De las sombras, Bill Kaulitz, junto a Georg y Gustav, emergieron, cubriéndole las espaldas. Bill la miró con curiosidad, como si tratara de descifrar qué era lo que había captado tanto la atención de su hermano.

-Hermano, ¿es realmente ella por lo que hemos venido hasta aquí?-preguntó con su característico tono burlón, mientras sacaba un cigarrillo.

Tom no apartó la vista de Elia mientras respondía:

-Es mucho más que eso, Bill.

Elia no podía creer lo que estaba sucediendo. Estaba rodeada, sin ninguna escapatoria, pero su mente trabajaba a toda velocidad, buscando la manera de salir de esta situación. Si podía distraerlos, quizás tendría una oportunidad.

-¿De verdad crees que soy tan fácil de capturar? -dijo con una sonrisa sarcástica, fingiendo confianza mientras su mano se deslizaba lentamente hacia la pistola en su mochila.

Tom la observó con una mezcla de diversión y respeto. Se acercó un poco más, su figura imponente bloqueando cualquier salida visible.

-No eres fácil, Elia. Pero ya eres mía, aunque aún no lo sepas.

Su proximidad la hizo dudar por un segundo, pero su entrenamiento prevaleció. Con un rápido movimiento, sacó la pistola y apuntó directamente a Tom, lista para defenderse. La sonrisa en su rostro desapareció.

-Aléjate.

Tom, en lugar de retroceder, simplemente la miró, como si la amenaza no fuera suficiente para intimidarlo. Bill dio un paso hacia adelante, pero Tom levantó la mano, deteniéndolo.

-No te preocupes, Bill. Ella no va a disparar.

Elia apretó los dientes, su dedo temblaba en el gatillo. No podía permitirse fallar. Pero había algo en la mirada de Tom que la hacía vacilar, como si él pudiera leer cada uno de sus movimientos antes de que ella los hiciera.

-Vas a tener que confiar en mí en algún momento, Elia.

El sonido de una moto en la distancia interrumpió el tenso momento. Elia reconoció el ruido de inmediato: Leonel. Sabía que no llegaría a tiempo para salvarla, pero su distracción fue suficiente para que ella tomara una decisión. Bajó la pistola lentamente, aunque sin apartar la mirada de Tom.

-Esto no ha terminado.

Tom sonrió, satisfecho.

-No, apenas está comenzando.

Elia aprovechó el momento de distracción y corrió hacia la moto que acababa de llegar, con Leonel al volante y Dulce gritándole que se apurara. Subió sin mirar atrás, mientras Tom y los suyos se quedaban en las sombras, observándola escapar. Pero Elia sabía que no por mucho tiempo.

Under Control ★ Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora