La Quemona

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Sergio Michel Pérez Mendoza, más conocido como checo, un doncel casado de 29 años, hermoso, un cuerpo de infarto, su gran amor Lewis Hamilton un trabajador de la empresa más importante en Europa más conocida como  "V'S" , secretario del jefe de este un gran puesto con un gran salario, checo no tenía de que quejarse, estaba en manos de un buen hombre tenía lujos, buena comida y todo lo que una persona deseara.

Pero si avía algo en lo que quejarse, su esposo. Un hombre estricto, guapo pero sobre todo coqueto, se conocieron en preparatoria, coincidieron en la misma universidad y al final de esta Lewis le propuso matrimonio de una manera romántica, a la luz de la luna con velas y pétalos de rosa esparcidos por el departamento con promesas acarameladas de siempre estarían juntos y que su amor sería eterno, promesas que ahora solo eran palabras al aire.

Había descubierto a su esposo siéndole infiel hace ya más de 4 meses, su querido esposo le era infiel con una compañera de trabajo exactamente pocos meses después de que se casaron. No fue difícil descubrirlo, Hamilton no se preocupaba en cubrir los chupetones, el labial en las camisas que él lavaba cuidadosamente hasta que se quiso quitar de la duda, porque claro todo latino y ser consiente investigaría hasta el más mínimo detalle hasta encontrar lo que falta, llamas, mensajes, fotos el encontró de todo, incluso el sabor favorito del lubricante que usaba la chica.

Al inicio se sintió devastado, como era posible que su esposo, aquel que le prometió bajarle la luna y el sol le era infiel con una chica cualquiera, todas las noches que su esposo llegaba tarde oliendo a alcohol y a perfume barato lloraba en el baño echo bolita, preguntándose "qué fue lo que le faltó?" Ser más bonito?, más delgado? Nunca lo descubriría, pero no importa ahora.

Él claramente recurrió a sus amigos más cercanos George russel y lance stroll, ellos claramente apoyaron en todo a su amigo, consolándolo y haciéndole entender que él no era menos que él no era el plato de segunda mesa, que él no estaba para las sobras, él estaba para el guiso entero, le dijeron que debería de regresarse lo que lo hiciera sufrir como él sufría, pero él no le veía el caso, el no era así iba en contra de sus principios.

Pero entonces lo vio, aquel hombre mucho más alto que Hamilton, piel blanca cabello de oro, ojos azules penetrantes y labios prominentes, el jefe de su esposo, se toparon mientras checo buscaba a su querido esposo, no sabía quién era pues nunca había interactuando con el jefe de su esposo, fue cómico, estaba buscando por lo pasillos y tropezó con él su pecho era duro así que casi cae, si no fuera por las manos firmes del hombre que lo sostuvieron por la cintura estaría tirado en el suelo con un montón de papeles a su alrededor. "Estas bien dulzura?" Fue lo que salió del hombre, su voz ligeramente profunda y su olor varonil hicieron que sus piernas flaquearan. "Si.." y antes que pudiera decir algo más, Lewis llegó interrumpiendo el momento, regaño a Sergio por ir sin avisar y por lo del jefe, este solo sonrió y dijo: "tienes un esposo muy lindo Hamilton, cuídalo" y salió giñandole el ojo al doncel, el cual estaba más rojo que una fresa.

Lewis lo notó claramente y se molestó arrebató los papeles y pidió que se fuera a casas inmediatamente, sin decir gracias se fue, dejando a Sergio en el pasillo mirando a la dirección donde se fuera el jefe de su esposo.

Tiempo después Lewis lo invitó a comer a casa, checo se esmeró demasiado quería empezar su pequeño plan, acostarse con el jefe de su esposo y después divorciase y si se podía, quedarse con el jefe, su esposo llegó junto con su jefe, el cual tenía un presente, un vino muy caro, él esperaba en la puerta ya arreglado y perfumado, un lindo pantalón café que se apegaba a su trasero esbelto y curvas pronunciadas y un suéter color crema por el frío que estaba haciendo, sus rizos peinados y un poco de bálsamos de fresa en los labios.

La comida fue un éxito, halagada más de una vez por el jefe recibiendo un "no es para tanto" de su esposo. Sergio le había agarrado cierto...rencor, solo se limitó a suspirar y rodear los ojos. El timbre del teléfono de su esposo sonó, conocía ese tono, era esa cualquiera, se disculpó y salió a la sala a contestar.

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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