𝟎𝟐

963 81 6
                                    

— Cariño, ¿Cuánta gasolina estás gastando conduciendo hasta aquí? Llámame la próxima vez y pasaré por tu casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— Cariño, ¿Cuánta gasolina estás gastando conduciendo hasta aquí? Llámame la próxima vez y pasaré por tu casa. —Satoru tarareó mientras se ajustaba las gafas en la nariz, mirándote de arriba a abajo antes de hablar.— ¿Y entonces? ¿Qué quieres aprender de la lección de Satoru de hoy?

Te pusiste de puntas sobre tus pies para alcanzar su rostro y susurrarle tu idea para el día de hoy.
Él sonrió levemente ante tu expresión nerviosa mientras hablabas, inclinándose hacia adelante con esa maldita sonrisa.

— Suena bien. —Respondió el ojiazul manteniendo la curva de sus labios.






 —Respondió el ojiazul manteniendo la curva de sus labios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Satoru te recostó suavemente sobre su cama, quitándote la parte de abajo y tirándola al suelo. Sus palmas descansaron sobre tus muslos, empujándolos hacia abajo y separándolos. Una vez que los separó lo suficiente, tomó algo del cajón de su mesita de noche; sonrió mientras observaba que lo mirabas con los ojos muy abiertos y sacó una cuerda de color negro.

— Como no escuchaste muy bien la última vez... —Satoru agarró firmemente tus tobillos y los ató a las esquinas del marco de su cama, manteniendo tus piernas bien abiertas para él.

Ibas a protestar ante su atrevimiento pero Satoru te interrumpió.

— Te lo advertí, no me hagas recordatelo. —Se burló al ver tu rostro frustrado.

Se aseguró de que las cuerdas estuvieran bien sujetas y de que no te hicieran daño. El platinado te dio un beso en un tobillo antes de volver a centrarse en ti.

— Esto será fácil, nena. —Sus dedos se deslizaron hacia tu coño, haciendo círculos sobre tu entrada. Inmediatamente, notó lo tensa que estabas.

Un quejido escapó de tus labios al sentir sus dedos en tu centro, haciendo que temblaras un poco.

— Relájate, no te preocupes. —Se inclinó para susurrarte al oído, mientras su dedo continuaba rodeando tu abertura.— Lo único que tienes que hacer es deslizarlo hacia adentro.

Como si respondiera a su arrullo, tu cuerpo se relajó lo suficiente para que él comenzara a deslizar su largo dedo anular dentro de ti. Al instante, lo apretaste con fuerza y ​​Satoru besó tu sien en un intento de hacerte relajar.

— ¿Ves?, no es tan dificil. —Se relamio sus labios antes de continuar.— ¿Sabes cuál es tu punto G?, sino lo sabes es...

Lo interrumpiste con un gemido, mientras tus piernas luchaban contra las ataduras.
Gojo soltó una suave risa al escucharte.

— Ahí está. Solo hay que encontrar el ángulo adecuado. —Satoru engancho su dedo para golpear directamente ese pequeño punto esponjoso dentro de ti, observando cómo tu rostro se retorcía de placer.— Avísame si te duele, ¿De acuerdo?

— Satoru... —Gemiste aferrandote al brazo que estaba direccionado hacia tu coño.

La mano de Satoru se detuvo en su dedicada misión, con el dedo todavía enterrado dentro de ti. Lo sacó y frotó suavemente tu clítoris con su pulgar mientras te miraba con curiosidad.

— ¿Pasa algo?  —Te cuestionó, estaba intentando provocarte.

— No, no pasa nada. —Respondiste antes de apretar tus labios.

— Por la expresión de tu cara, parece que te gusta. —Nuevamente beso tu sien, intentando que continuaras con calma.

Nuevamente volvió a enterrar su dedo anular en tu coño y mientras su dedo volvía a entrar en ti, tu cuerpo se tensó, pero hiciste un esfuerzo consciente para relajar tus músculos mientras él comenzaba a mover su dedo. Percibiste cómo el dedo de Satoru se curvaba y sentiste como si estuviera tocando un pequeño punto dentro de ti, un punto que hizo que tus dedos de los pies se enrrollaran.

Jadeaste, tratando de reprimir un gemido; tus caderas instintivamente buscaba más contacto de él.
— Es muy sencillo como te has dado cuenta, solo hay que encontrar el ritmo adecuado. —Habló el peliblanco continuando con la lección.— ¿Estás listo para llevarlo al siguiente nivel?

Su dedo se desaceleró y sentiste la punta de otro dedo acariciando tu entrada. Asentiste, la necesidad de más era evidente en tu mirada.

— Buena chica. —El segundo dedo se unió al primero, estirándote más. La sensación era intensa y tu cuerpo se tensó como reacción. El pulgar de Satoru no se detuvo, manteniendo su ritmo implacable en tu clítoris, y podías sentir cómo crecía tu excitación.— Estas tan apretada, cariño. —Gruñó contra tu oído.

Sus dedos te bombeaban energicamente, entrando y saliendo por completo de tu coño húmedo y adolorido.

— Ahh... Mmmh... Dios... —Gemiste con ligera fuerza.

— ¿Quieres que pare? —Te preguntó el platinado sin dejar de penetrarte con sus dedos.

Negaste con la cabeza, la única respuesta que pudiste dar

— Bien... Ahora veamos qué tan bien puedes hacer esto tú misma... —Con eso, soltó tus piernas de las cuerdas, dejándote sentarte un poco. Su mano dejó tu coño, dejándote un poco perdida.— Adelante, no tengas vergüenza.

Él te insitó a continuar, dándote la libertad de explorarte. Dudaste por un momento antes de llegar lentamente a tu coño
Tus dedos bailaron sobre tu clítoris, sintiendo la sensación palpitante. Deslizaste un dedo en tu humedad, el recuerdo del toque de Satoru guiaba tus movimientos. La sensación era diferente, pero podías sentir el ritmo que él te había enseñado. Tu respiración se entrecortaba con cada embestida, y el placer crecía lentamente en tu interior.
Mientras tu mano se movía al ritmo de tus caderas, cerraste los ojos, perdida en la sensación. No pudiste evitar gemir, las sensaciones se volvieron más intensas. Recordaste las palabras de Satoru sobre encontrar tu punto G y sentiste una necesidad desesperada de replicar el placer que él te había dado... Pero era imposible replicar, Satoru era increíble con sus dedos.
— Lo estas haciendo de maravilla. —Murmuró Satoru viendo el espectáculo que le estabas dando.

Y entonces, como si se rompiera una presa, el orgasmo te invadió. Arqueaste la espalda y tus gritos de placer llenaron la habitación mientras una ola tras otra de placer se estrellaban contra tu cuerpo. Aguantaste el orgasmo, y tu cuerpo temblaba mientras las réplicas continuaban recorriendo tu cuerpo.

Finalmente, la intensidad comenzó a disminuir, dejándote jadeante y empapada de una fina capa de sudor.
Satoru tomó tu mano y la acercó a sus labios, pasando su lengua desde tu falange distal hasta la proximal, saboreando de ti.

— Lo has hecho excelente. —Culminó la sesion con un beso en tus labios.

𝑺𝑬𝑿𝑶𝑳𝑶𝑮𝒀 | 𝑺𝑨𝑻𝑶𝑹𝑼 𝑮𝑶𝑱𝑶.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora