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Beomgyu se acomoda en su puesto apenas distingue la cabellera pelirroja de Yeonjun en la puerta del aula. Lo ve pedir permiso a la profesora, quien no parece muy interesada, y luego lo sigue con la mirada mientra se escabulle rápidamente por el pasillo.

-Hola.-Yeonjun lo saluda con un beso en la mejilla, como siempre. Beomgyu nota las puntas húmedas de su cabello, y niega para sí mismo-¿Por qué arrugas la nariz ahora?

-Llegas tarde.-Y con el cabello mojado, y con cara de haber dormido 4 horas, y de no haber desayunado. Sin embargo, esas son palabras que no llegan a salir de su boca, porque teme ser intenso, le aterra que las demás personas se den cuenta de lo que pasa entre ellos-. Ya siéntate, todos te miran.

-Quizá te miran a ti.

Beomgyu siente ganas de reírse.

-¿A mí? Aparte de hablar contigo no estoy haciendo nada más que llame la atención.

Yeonjun lo observa con intensidad, sus ojos rasgados recorriendo su cuerpo entero, y quizá se detienen en sus labios, pero no puede estar seguro, porque es en ese momento cuando decide volver su vista hacia adelante. Sin embargo, Yeonjun es insistente, y coloca su mano sobre su muslo, provocando que todo su cuerpo entre en un cortocircuito que se siente demasiado bien.

-Toma apuntes.

-Puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo.-Yeonjun sonríe mientras se acerca un poco más al oído de Beomgyu, y las siguientes palabras salen de su boca en forma de un dulce susurro-¿Acaso te desconcentro, bonito?

-Claro que no.-Beomgyu usa toda su fuerza de voluntad para seguir mirando al frente-. Sólo me preocupa que repruebes por mi culpa.

Yeonjun podría haber tornado ese momento a su favor, pero sabe por el tono de Beomgyu que su preocupación es genuina y eso toca una fibra de su corazón que es débil, esa parte de sí mismo que pocos conocen; porque en el fondo es una persona vulnerable que necesita recibir atención de vez en cuando, y más si es del chico bonito que conoció hace 2 años cuando estaba atravesando por uno de los momentos más difíciles de su vida. Entonces, fueron sus grandes ojos brillantes y ovalados los que le dieron esperanza, los que lo salvaron de perderse a sí mismo hasta un punto de no retorno.

-Quiero que me digas.

Es lo primero que le dice Beomgyu cuando salen al jardín de la universidad, donde apenas hay una o dos personas además de ellos debido a las bajas temperaturas de la mañana. Yeonjun lo mira confundido, sin saber a qué se refiere exactamente.

-Quiero que me expliques porque has estado llegando tarde, ¿Pasa algo en tu casa otra vez?

Yeonjun baja la mirada a sus zapatillas desgastadas, mientras se muerde los labios hasta que siente el sabor metálico de su propia sangre en su boca. Quisiera desaparecer en ese mismo instante y en parte lo logra, pues pronto su mente se encuentra en otro lugar, y la voz de Beomgyu se transforma en un murmullo sumergido en medio del sonido ensordecedor que vibra dentro de su tímpano.

-¡Yeonjun!-Cuando vuelve en sí, lo primero que ve son los ojos preocupados de Beomgyu, y la idea de ser la causa de esa preocupación lo destruye por dentro, lo hace odiarse aún más-. Vamos.

Beomgyu lo guía hacia una de las bancas y lo obliga a acostarse sobre sus piernas. Las caricias sobre su cabello no tardan en llegar, y Yeonjun piensa que podría quedarse en esa posición para siempre. Las manos de Beomgyu son suaves y sus movimientos son delicados, a pesar de la tormenta de emociones que lo está matando lentamente, porque la última vez que lo vio así casi lo pierde, y esta vez...no quiere pensar en eso.

-Duerme.

Cuando el timbre resuena por toda su casa, Beomgyu termina de acomodar sus libros y baja corriendo por las escaleras. En un día normal, su madre o la señora del aseo hubiesen estado para abrir la puerta, pero hoy no. Su nana no trabaja ese día y su mamá está en una reunión de personal que de seguro se va a extender hasta bien entrada la noche. Así que sólo está él.

-Pasa.-Beomgyu se pone más nervioso de lo que había imaginado, de pronto sintiendo el vacío de la casa llenarse por completo con la sóla presencia de Yeonjun-. Sígueme.

En el momento en que cierra la puerta de su habitación, sabe que está perdido. Mira a Yeonjun, su cabello rebelde, rojo ardiente, cayendo sobre el puente de su nariz perfecta y luego sus labios. Esos labios de los que ya conoce su sabor; un sabor dulce y filoso al que es completamente adicto. Beomgyu pasa saliva, quizá pensándolo un poco más antes de perder el control.

-Gyu...-La voz de Yeonjun es demandante, pero también una súplica que Beomgyu no puede ignorar-. Beomgyu...

Beomgyu se hunde en el cuello de Yeonjun, enrollando sus piernas alrededor de la cintura del mayor que camina a pasos torpes hacia su cama. Cuando lo tiene sobre él, Beomgyu se entrega por completo, sus manos se escabullen hacia el interior de la sudadera de Yeonjun, mientras que sus labios se vuelven cada vez más demandantes, hasta llegar al punto en que muerde el labio inferior de Yeonjun, y ambos sueltan quejidos de placer. Beomgyu los hace cambiar de posición, y cuando está encima de Yeonjun se apresura en volver a besarlo, está vez más lento, sintiendo la boca del mayor con cada centímetro de su lengua.

Minutos después, al separarse en busca de aire, Yeonjun lo mira de esa forma inocente que puede desarmar a cualquiera, y más a Beomgyu, porque él es débil cuando se trata de él.

-¿Qué estamos haciendo, Gyu?

-Me gustas y yo te gusto.-Es la primera vez que lo dice en voz alta, y completamente sobrio.

-Sí, pero...-Yeonjun sólo sonríe, dejando ir lo que iba a decir-¿Tienes hambre?

-No mucha, pero hay galletas abajo, espérame aquí mientras las busco.

Yeonjun ve a Beomgyu salir de la habitación. Y es entonces, en la soledad de un cuarto limpio y acogedor, que siente el vacío llegar a su corazón. Sabe que le ha gustado a varias personas, ya que incluso en la primaria varías chicas les escribían cartas de amor, lo cual no hizo más que intensificarse durante la secundaria y ahora en la universidad. Supone que es por su rostro pálido y bien proporcionado, o su figura esbelta, o su ropa negra y piercings de metal quirúrgico, en realidad le da igual, porque desde que descubrió la diferencia entre gustar y amar no ha podido volver a emocionarse por ese tipo de cosas, por simplemente llamar la atención. Y quizá sea tonto de su parte, esperar que Beomgyu lo ame, no es capaz de exigirlo, ni siquiera más tarde cuando ambos están jadeando sobre el otro, desnudos, y con sus corazones latiendo a mil.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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