Las calles de la ciudad de Los Santos comenzaron a iluminarse con la salida del sol; algunos rayos traviesos empezaban a colarse por las ventanas de las casas y departamentos, anunciando dulcemente el comienzo de un nuevo día para muchos habitantes de la isla, sin embargo, para el chico de cabellos rosas, el despertar le llegaría de una manera más caótica.
-¡Lo conseguí!, ¡Al fin lo tengo!- Gritó Luis, haciendo que el chino abriera los ojos del susto.
-¿¡Qué pasa!?- Se levantó hasta quedar sentado en la cama.
-¡Cuidado!, ¡Vas a tirar mis cosas!- Exclamó el pelinegro mientras tomaba su laptop y la tableta para evitar que se cayeran.
-Pero- Observó a su alrededor, notando varias herramientas y cables esparcidos sobre las cobijas del lado de su compañero quien se encontraba arrodillado, usando la superficie como mesa. -¿Aún sigues despierto?- Miró hacía la cocineta y se dio cuenta de la entrada de luz proveniente del lugar. -¡Ya hasta ha amanecido!
-¿Enserio?- Llevó su vista hacía la misma dirección donde veía el otro. -¡Es verdad!
-¿No dormiste nada?- Frunció el ceño.
-Supongo que no, ¡Pero valió la pena!- Voceó contento. -¡Mira!- Se subió al colchón y se acercó a él poniéndole la pantalla de la tablet en el rostro. -¡Ya podemos empezar a hacer las pruebas de las carreras!
El chino observó sorprendido la interfaz del software y con cuidado, empujó a un lado el dispositivo para poder ver al chico frente a él. -¡Eres increíble Luisito!, ¡Programemos esta noche el primer trayecto oficial de los Sweet Dreams!
-¡S-sí!, ¡Vamos a decirle a los chicos que preparen sus coches para el atardecer!
De pronto, el de ojos verdes lo abrazó por los hombros.
-¡Todo lo que haces, siempre lo haces muy bien!, ¡Estoy mu' feliz!
-Yo también estoy feliz, Bo.- Correspondió su abrazo.
Así permanecieron por unos segundos, hasta que el sonido de la tableta cayendo, los hizo separarse.
-¡Nooo!- Gritó el ruso, empujando al pelirosa para tratar de alcanzar el aparato. -¡Espero que no se haya roto!
-¡Lo único que se rompió fue mi nariz!- Lloriqueó el chino, llevándose las manos a la cara.
-¡No me jodas!- Exclamó preocupado, mientras regresaba a la cama a rastras, con el artefacto en mano. -¡Perdóname!- Se levantó y puso el objeto sobre el frigobar. -¿Vamos al hospital?
El ojiverde negó con la cabeza, frunciendo el ceño.
-Creo que solo fue el golpe.- Se quejó.
-¿Estás seguro?.- Abrió el electrodoméstico y sacó una bolsita con guisantes fríos. -Déjame ver.- Tomó su rostro con delicadeza para revisarlo y luego le colocó el frío objeto sobre el lugar afectado.
-Descuida.- situó su mano sobre la del pelinegro. -¿La tablet está bien?
-Sí, eso parece.- Le sonrió un poco culpable.
-Bueno, eso es lo importante.- Le sonrió de vuelta y luego, con diligencia, quitó la mano del otro para reincorporarse. -¿Por qué no descansas un rato ahora que el programa está listo?- Comenzó a recoger las cosas de la cama. -No es buena idea conducir desvelado.
-Pero aún me falta activar el software en las tablets de los demás y explicarles cómo acceder a la apl-
-Calla, hombre- Interrumpió Bo, quitándole la bolsa de las manos. -Aún quedan varias horas y yo me puedo ocupar de enseñarles a usar tu sistema.- Jaló las cobijas hacia un lado y comenzó a empujar suavemente al ruso para que se acostara sobre la el colchón
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El dilema de los complementarios.
FanfictionHan pasado dos años desde que la vida de Eduardo, Luis y Bo cambió de manera radical; pasaron de ser unas de las personas más peligrosas en Los Santos, a ser simples ciudadanos que buscan seguir adelante, mientras luchan contra las memorias que aún...