Prólogo

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Allí estaba yo, sentada en el banco, esperando impaciente conocer a nuestro nuevo líder tras la misteriosa desaparición del Padre Elías. Después de dos meses sin noticias suyas ni rastro de su paradero, ya era momento de pasar página y empezar un capítulo nuevo, mientras la policía siga investigando lo qué pudo haber ocurrido aquella noche.

No sabría describir el amargo sabor que me invadía al pensar en su destino, para mí era inevitable teorizar: ¿fue brutalmente asesinado? ¿Estaba secuestrado? ¿O simplemente se cansó de servir a la iglesia y decidió marcharse sin decir nada? Sumida en mis pensamientos, el sonido del piano me sacó de mi ensimismamiento guiando mi atención al altar. Y entonces lo vi: estaba allí, con la sotana que no lograba ocultar el cuerpo fornido que se adivinaba debajo, su cabello castaño estaba ligeramente peinado hacia atrás, y sus ojos tan negros como la noche, reflejaban la oscuridad que no contrastaba con la sonrisa que esbozaba mientras permanecía de pie en allí sin decir nada. Era joven, calculé que tendría unos 26 o 27 años. También era innegablemente hermoso, pero a pesar de su atractivo, algo no encajaba en todo esto.

Lo había estado observando tanto tiempo que él notó mi mirada, sus ojos se conectaron con los míos, sin borrar la sonrisa de su rostro me miró fijamente, hasta que rompí el contacto visual y escuché su voz resonar en la iglesia.

—Sé que han sido unos meses difíciles y que el Padre Elías fue un gran sacerdote que amó y cuidó esta iglesia como si fuera suya. Por honor a él, me presento aquí: soy Nicholas Alexander Chávez, su sucesor. —dijo, con una expresión seria. Su tono de voz, firme y autoritario, resonaba con fuerza desde el púlpito.

Mientras las palabras de Nicholas resonaban en la iglesia, un escalofrío recorrió mi espalda. Algo en su presencia, en la seguridad de su voz, me inquietaba profundamente. Aunque intenté convencerme de que todo era parte del proceso de adaptación a un nuevo sacerdote, no podía sacudirme la sensación de que, con su llegada, algo más oscuro había entrado en nuestras vidas. El Padre Elías había desaparecido sin dejar rastro, y aunque ahora había un nuevo líder al frente, una sombra parecía cernirse sobre la iglesia. Y yo, sin saberlo aún, estaba a punto de descubrirlo.

WICKED • Nicholas chavezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora