El Miedo que se Aproxima

22 12 6
                                    

-Jennifer, Jennifer -David movió una de sus manos frente a mi rostro-. ¿Qué te pasa? -me miró con preocupación.

-¿Eh? -miré sus ojos un segundo y volví a observar rápidamente hacia el bosque en busca de la figura de ese ser, ya no había nada.

-Quiero regresar a casa -solté con voz entrecortada.

-¿De qué estás hablando, Jennifer? Acabamos de llegar -dijo Víctor.

-Jennifer -la voz de Elena sonó con preocupación-. Mi cuerpo comenzó a temblar, y unas ganas de vomitar se hicieron presentes.

-No me siento bien -dije con la voz quebrada.

-Tal vez fue algo que comiste -Víctor tomó la envoltura donde venían empaquetadas las salchichas.

-Deberías acostarte, Jennifer, te estás poniendo algo pálida -aconsejó David preocupado-. Aunque quisieramos llevarte a casa, no podemos; ya es media noche y el camino de regreso es un poco peligroso. Nos podríamos perder en la oscuridad.

-No -grité cuando Elena puso una de sus manos en mi espalda para hacerme sentir mejor-. Tenemos que regresar -exigí con desesperación, levantándome de mi lugar.

-¿Qué pasa, Jenni? -preguntó Elena, levantándose.

Les expliqué lo que había visto minutos antes.

-Solo fue tu imaginación, Jennifer -suspiró Víctor cansado-. Ya es tarde; deberíamos dormir.

-Te digo que no fue mi imaginación -dije desesperada.

-Sí, sí, te creemos -David movió su mano en señal de que me fuera-. Ya es hora de dormir.

-Vamos -Elena me agarró de los hombros y me dirigió a mi tienda de campaña-. Tranquila, mañana a primera hora nos vamos.

Abrí mi tienda de campaña y me acosté.

-Buenas noches -finalizó Elena, cerrando el cierre de mi tienda. Observé su sombra alejándose del lugar.

ELENA:

Me dirigí junto a los chicos para seguir conversando; en caso de que Jennifer se siguiera sintiendo mal, nos daríamos cuenta de inmediato, ya que nuestras casas de campaña estaban una junto a la otra, y la fogata estaba retirada de ellas por unos 15 metros.

Me senté junto a los chicos.

-Creen que Jennifer esté diciendo la verdad -pregunté.

-Es la ilusión que dan los árboles por la noche, Elena; además, sabes muy bien que ella siempre ha sido miedosa -comentó David despreocupado, llevándose un bombón a la boca.

-Tiene razón, David. Es la primera vez que Jennifer acampa; por eso tiene miedo -me sonrió Víctor comprensible-. Nosotros hemos venido en muchas ocasiones con nuestros padres y nunca hemos visto nada.

-Entiendo -bajé la mirada al piso, no muy convencida-. Mejor voy a dormir; en caso de que pase algo extraño, me despiertan.

-Está bien -finalizó Víctor.

JENNIFER:

No puedo dormir. Tomé mi celular para investigar sobre el bosque Linson con la poca señal que tenía mi teléfono. No encontré nada fuera de lo normal hasta que un enlace me llevó a unas reglas extrañas sobre el bosque.

Resultados: El bosque Linson es un lugar muy tranquilo para acampar en familia, pero asegúrate de no hacerlo durante los meses de octubre a diciembre; créeme cuando te digo que por nada del mundo lo hagas. En caso de que lo hagas, sigue estas reglas sin excepción alguna.

Tragué en seco cuando caí en cuenta de que estábamos en 5 de octubre.

Regla número 1: Antes de adentrarte al bosque, pide permiso si no quieres encontrarte con algo paranormal.

Regla número 2: Si un desconocido se acerca a pedirte ayuda durante la mitad de la noche, por ningún motivo lo ayudes; te aseguro que eso no es una persona.

Regla número 3: Si a las 3 de la mañana comienzas a escuchar a una mujer llorar, no salgas a ver de qué se trata; solo ignora su presencia.

Regla número 4: Si ves una figura humanoide gris, finje no verlo y continúa con lo que estés haciendo; el skinwalker no te tomará como su presa si haces esto.

Regla número 5: Si percibes un olor nauseabundo a mitad de la noche, te tengo malas noticias. Se trata del Waay Chivo en busca de comida; asegúrate de no hacer ningún ruido que llame su atención y pasará desapercibido.

Regla número 6: En dado caso que hayas ignorado las reglas anteriores, te aconsejo que empieces a rezar porque nada bueno te espera.

Mi corazón se detuvo después de leer eso; habíamos ignorado todas las reglas anteriores. "No, no, Jennifer, tranquilízate; solo es una broma de mal gusto de alguien. No pasará nada". Me dispuse a dormir.

Tal vez había pasado una hora cuando un olor nauseabundo comenzó a inundar mis fosas nasales y las ganas de vomitar se volvieron a hacer presentes, acompañado de un escalofrío que me heló hasta los huesos. No escuchaba nada, ni siquiera el sonido de los grillos. Recordé la regla y cerré nuevamente los ojos, ignorando lo que estaba sucediendo.

-Así que necesitas ayuda con tu auto -la voz de Víctor se hizo presente.

-¿Con quién está hablando Víctor? -susurré entre las sábanas.

-Ya veo, sé algo de mecánica, así que puedo ayudarte -dijo Víctor confiado-. Si ellos están durmiendo, acabaré antes de que despierten.

- ¿Eh? Está hablando solo -susurré.

Me levanté con cuidado de mi cama e hice un agujero pequeño en la tienda para poder mirar sin que se diera cuenta. Me quedé helada cuando vi a Víctor al lado de la fogata hablando con lo que parecía ser una cabra negra parada sobre sus dos patas traseras, como si de una persona se tratara; era un poco más bajo que Víctor.

"El Waay Chivo" resonó en mi cabeza. Esa cabra comenzó a adentrarse en el bosque, seguida de Víctor.

Permanecí sin poder moverme unos cuantos segundos hasta que reaccioné, abrí mi tienda y grité:

-¡Víctor, Víctor! -Con desesperación.

-¿Qué pasa? -preguntó Elena exaltada, saliendo de su tienda.

-¡Víctor, Víctor se lo llevó esa cabra! -dije con voz ronca y entrecortada por el miedo.

-¿De qué hablas, Jennifer? -preguntó Elena angustiada.

-Era un macho cabrío; estoy segura -expliqué con desesperación.

-Tranquila, Jenni -dijo Elena, tomándome de los hombros-. Inhala, exhala -hice lo que me pidió-. ¿Dónde está David? -Elena comenzó a buscarlo con la mirada y, al no encontrar nada, me soltó de los hombros y examinó su tienda, pero tampoco había señal de él.

-Tal vez fue al baño -dedujo-. Voy a buscarlo, Jenni; tú quédate aquí tranquila, ¿sí? -acentuó. Elena tomó una linterna de entre sus cosas y se adentró en la oscuridad del bosque dejándome sola en el campamento.

TRAS LA LINEA DE LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora