Sion y Riku salieron rápidamente de la biblioteca, llevando a los bebés y el papel con el mensaje críptico. Las palabras “Los bebés son la clave” resonaban en la mente de ambos mientras caminaban hacia el coche. El aire que antes había sido fresco ahora parecía pesado, y la sensación de ser observados se volvía cada vez más insoportable.—Tenemos que hablar con alguien sobre esto —dijo Sion, mirando a Riku, que seguía empujando el cochecito con los bebés.
Riku asintió en silencio. No era una persona que soliera levantar la voz o tomar decisiones impulsivas, pero la situación lo había sacudido por completo. Sion podía verlo en su mirada, aunque Riku trataba de mantenerse sereno.
—¿Pero a quién? —preguntó Riku con una voz temblorosa, casi inaudible—. No podemos ir a la policía, no con tan poca información y estos mensajes... no sabrían qué hacer, o peor, podrían involucrarse personas peligrosas.
Sion sabía que tenía razón. Aunque denunciar la situación parecía la salida más lógica, las implicaciones del mensaje que recibieron hacían que confiar en las autoridades se sintiera peligroso. Tenían que actuar con cautela, y más importante aún, proteger a Sakuya y Ryo.
Ya en el coche, los bebés dormían plácidamente, ajenos a la tormenta de pensamientos que Sion y Riku intentaban procesar. Mientras conducían de regreso al apartamento, Sion no podía quitarse de la cabeza el símbolo. No era antiguo, no era algún tipo de magia o protección mística. Pero su diseño preciso, casi industrial, sugería algo más siniestro.
Cuando llegaron al apartamento, el ambiente estaba cargado de tensión. Cerraron la puerta detrás de ellos y se sentaron en la sala, con los bebés dormidos en el cochecito al lado.
—He estado pensando en ese símbolo —dijo Sion mientras se frotaba las sienes—. No creo que sea algo relacionado con el pasado. Creo que tiene que ver con el presente. Podría ser una marca... de una organización, un grupo de personas. Tal vez algo ilegal.
Riku lo miró con atención, asintiendo lentamente. Su silencio habitual ahora parecía una forma de procesar lo que Sion estaba diciendo.
—Tráfico de niños, adopciones ilegales, algo así... —continuó Sion—. Quizás Sakuya y Ryo fueron marcados para ser parte de algo más grande, y quien sea que los dejó aquí, los está protegiendo de eso.
Riku frunció el ceño ante esa idea. No quería pensar que esos dos bebés inocentes pudieran haber sido víctimas de algo tan terrible, pero no podía descartar la posibilidad. Las noticias que habían encontrado en la biblioteca, las desapariciones, los símbolos que coincidían con el de los brazaletes... Todo apuntaba a que había algo mucho más oscuro en juego.
—Pero entonces... ¿por qué a nosotros? —preguntó Riku, su voz aún tímida pero con un aire de determinación.
Sion suspiró. Esa era la pregunta que lo atormentaba desde el principio. ¿Por qué alguien habría dejado a los bebés en su puerta? ¿Qué conexión tenía él con todo esto?
—No lo sé —admitió finalmente—. Pero no podemos ignorar esto. Tenemos que averiguar más sobre ese símbolo, y tenemos que hacerlo con cuidado.
Los dos se quedaron en silencio por un momento, dejando que el peso de la situación cayera sobre ellos. No había respuestas fáciles, y cualquier paso en falso podría ponerlos en peligro, a ellos y a los bebés.
—Deberíamos revisar las cosas que vinieron con ellos —dijo de repente Riku, rompiendo el silencio—. El cochecito, las mantas, cualquier cosa que pueda darnos más pistas.
Sion asintió, y los dos comenzaron a revisar con cuidado cada objeto. En el cochecito había una etiqueta que llevaba un número de serie, algo común, pero al revisar más a fondo, Riku notó algo en las costuras del cochecito, algo que no parecía estar ahí originalmente.
—Espera, aquí hay algo —dijo Riku, sacando con cuidado un pequeño pedazo de papel que había sido cosido dentro del forro.
Sion se acercó rápidamente. El papel era pequeño y estaba arrugado, como si hubiera sido colocado ahí de manera apresurada. Cuando lo desdoblaron, encontraron solo un nombre y una dirección.
"Jiwoong – 45, Calle del Puerto."
Ambos se miraron, confusos. No reconocían el nombre ni la dirección, pero de alguna manera, parecía ser lo más cercano a una pista concreta que habían tenido desde que todo esto comenzó.
—Tenemos que ir —dijo Sion con firmeza—. No tenemos otra opción.
Riku no discutió. Sabía que lo que sea que estaban buscando no iba a resolverse si se quedaban sentados esperando. Debían actuar, aunque el miedo estuviera presente.
Antes de salir, se aseguraron de que Sakuya y Ryo estuvieran bien abrigados y seguros en el cochecito. No sabían qué encontrarían en la dirección que les habían dado, pero una cosa era clara: el misterio alrededor de estos bebés estaba lejos de terminar, y cuanto más se adentraban, más peligroso parecía ser.
Mientras bajaban por el ascensor, Sion no pudo evitar pensar en cómo su vida había cambiado en tan solo unas horas. Lo que había empezado como un sábado normal, con la esperanza de un descanso de la universidad, se había convertido en un caos de incertidumbre, miedo y responsabilidad. Sin embargo, no podía negar que algo había cambiado también entre él y Riku.
El silencio entre ambos ya no era solo incómodo, sino que ahora estaba lleno de una complicidad extraña. Sion notaba la forma en que Riku lo miraba, cómo cada vez que sus manos rozaban al empujar el cochecito, una corriente de nerviosismo y algo más fluía entre ellos. Pero este no era el momento para dejarse llevar por esos pensamientos.
Cuando llegaron a la dirección de la Calle del Puerto, el lugar parecía más lúgubre de lo que habían imaginado. Un edificio viejo y medio abandonado se erguía frente a ellos, y no había señales claras de que alguien viviera allí.
—Esto se siente mal... —murmuró Riku, inseguro.
Sion le lanzó una mirada, compartiendo su misma preocupación, pero sabían que no podían echarse atrás. Con Sakuya y Ryo a su lado, se acercaron a la puerta del edificio y tocaron.
Pasaron unos segundos que parecieron eternos antes de que una voz ronca respondiera desde el interior.
—¿Quiénes son?
—Nos enviaron aquí... para hablar con Jiwoong —dijo Sion, su voz más firme de lo que se sentía en realidad.
La puerta se abrió lentamente, revelando a un hombre mayor, con ojos cansados pero agudos. Los observó detenidamente, y luego su mirada cayó sobre los bebés.
—Entra rápido —dijo, abriendo la puerta de par en par.
El miedo y la curiosidad se entremezclaban en sus estómagos mientras cruzaban el umbral. Sion y Riku sabían que lo que venía a continuación no sería fácil, pero también sabían que no había vuelta atrás.
Nd q ver el jiwoong pero me quedé sin personajes 😭 yushi y jaehee van aparecer más tarde
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﹙ >.< : Accident? !̵
De TodoSion se despierta con dos bebés en la puerta de su casa. Sin idea de qué hacer, su vecino Riku aparece para ayudarlo. Lo que empieza como un caos inesperado podría cambiar sus vidas de formas que nunca imaginaron.. - actu casi todo los días - histo...