Las siguientes semanas fueron un torbellino de emociones y ajustes para Sion y Riku. Después de la conversación con Jiwoong, ambos intentaron volver a la rutina de sus vidas normales, aunque sabían que nada sería igual. La universidad, que antes parecía ser la única fuente de estrés, ahora era una distracción menor comparada con la responsabilidad de cuidar a Sakuya y Ryo.Cada mañana comenzaba temprano, mucho antes de lo que ambos estaban acostumbrados. Sakuya, con su energía inagotable, siempre se despertaba primero, mientras que Ryo parecía más tranquilo y observador, como si estuviera absorbiendo todo lo que sucedía a su alrededor.
—¡Sion! —gritó Sakuya un día desde la cuna, agitando los brazos con entusiasmo mientras Ryo miraba con sus grandes ojos curiosos desde el otro lado.
Sion apenas había dormido tres horas, y su cuerpo lo sentía. Giró en la cama, soltando un gemido. Desde el otro lado del pequeño apartamento, Riku también estaba despierto, pero era evidente que no estaba acostumbrado a lidiar con niños pequeños. A pesar de todo, Sion sabía que necesitaban compartir las responsabilidades, o ninguno de los dos lo soportaría.
—Ya voy, ya voy —susurró Sion, levantándose con esfuerzo. Se acercó a la cuna, recogió a Sakuya en brazos, y con una sonrisa cansada, le habló suavemente—. ¿Listo para otro día, eh?
Mientras Sion se encargaba de cambiar el pañal de Sakuya, Riku apareció en la puerta del cuarto con el cabello alborotado y los ojos aún llenos de sueño.
—Lo siento... ¿Te desperté? —preguntó Sion, aunque ambos sabían que con los bebés en casa, las mañanas de sueño profundo eran cosa del pasado.
Riku negó con la cabeza, frotándose los ojos.
—No... No te preocupes. Estaba pensando que... podríamos turnarnos para cuidar de ellos. Así podrías descansar más —dijo tímidamente, su voz algo vacilante.
Sion se giró para mirarlo, sorprendido por la propuesta.
—¿En serio? —preguntó, con una pequeña sonrisa.
Riku asintió, aunque parecía nervioso.
—Sí, quiero ayudar más. No quiero que sientas que estás haciendo todo tú solo —añadió, su voz suave y sincera.
Sion asintió, apreciando el gesto. Era cierto que ambos estaban aprendiendo sobre la marcha, pero en ese breve momento, sintió un poco más de alivio al saber que no estaba completamente solo en esto.
—Gracias, Riku. Eso sería... genial —dijo, sintiendo el peso en sus hombros aligerarse un poco.
A medida que los días pasaban, comenzaron a establecer una rutina más organizada. Sion se encargaba de las mañanas, mientras que Riku tomaba las tardes. Las noches eran complicadas, con Sakuya despertándose varias veces, pero juntos lograban sobrellevarlo, aunque a veces con ojeras pronunciadas y muchas tazas de café.
A pesar de los desafíos, Riku parecía estar cada vez más cómodo alrededor de los bebés. Aunque al principio su torpeza lo hacía sentir inseguro, pronto comenzó a mostrar una paciencia que Sion admiraba. En especial con Ryo, quien parecía tener una conexión particular con él. Ryo no era tan inquieto como Sakuya, pero su mirada siempre seguía a Riku por la habitación, como si sintiera una seguridad en su presencia.
Un día, mientras Sion estaba ocupado con sus estudios, escuchó a Riku tararear una suave melodía mientras sostenía a Ryo en brazos. Sion levantó la vista desde su escritorio y observó la escena. Era un momento pequeño, casi insignificante, pero algo en cómo Riku cuidaba a Ryo con tanta suavidad hizo que Sion sintiera un cálido apretón en el pecho.
Había algo en la manera en que Riku se entregaba a la tarea, incluso cuando no sabía qué estaba haciendo al principio, que lo hacía... especial. Quizás más especial de lo que Sion había notado antes.
Con el tiempo, los sentimientos de Sion hacia Riku comenzaron a cambiar. Ya no era solo el vecino tímido que vivía al otro lado del pasillo, sino alguien en quien podía confiar, alguien que había demostrado estar dispuesto a enfrentar la misma incertidumbre y el mismo miedo. Riku, por su parte, parecía más relajado alrededor de Sion, aunque su timidez aún lo hacía dudar en ciertos momentos.
Una tarde, después de un largo día de clases y cuidados, Riku y Sion se sentaron juntos en el sofá, exhaustos pero aliviados de que Sakuya y Ryo finalmente se habían dormido.
—Esto es... más difícil de lo que imaginaba —admitió Riku, mirando las pequeñas figuras dormidas en las cunas.
Sion soltó una risa suave, recostándose en el sofá.
—Lo es. Pero creo que lo estamos haciendo bien... o al menos, eso quiero creer —respondió, dejando que el silencio se asentara entre ellos por un momento.
Riku asintió, con una sonrisa tímida en los labios.
—Sí, creo que sí. No sé qué hubiera hecho si no estuvieras aquí, Sion.
Sion lo miró, sorprendido por la sinceridad en su voz. Era raro escuchar a Riku hablar tan abiertamente, y eso le hizo sentirse más cerca de él.
—Bueno, no estoy solo en esto —dijo Sion, inclinándose ligeramente hacia Riku—. Tú también has estado aquí todo este tiempo.
Riku se ruborizó levemente, bajando la mirada.
—Solo intento ayudar.
Sion sonrió suavemente y, sin pensarlo mucho, colocó su mano sobre la de Riku, que descansaba sobre el sofá. Riku se tensó por un momento, pero no apartó la mano. En lugar de eso, la dejó allí, como si, por fin, estuviera dispuesto a aceptar el apoyo que Sion le ofrecía.
No dijeron nada más esa noche, pero el contacto entre sus manos hablaba de algo que ambos comenzaban a entender, aunque aún no lo hubieran dicho en voz alta.
El misterio sobre Sakuya y Ryo seguía sin resolverse por completo, pero al menos, en medio de toda la incertidumbre, Sion y Riku comenzaban a encontrar algo más: una conexión, una fuerza que los mantenía juntos a pesar de todo lo que había cambiado en sus vidas.
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﹙ >.< : Accident? !̵
RandomSion se despierta con dos bebés en la puerta de su casa. Sin idea de qué hacer, su vecino Riku aparece para ayudarlo. Lo que empieza como un caos inesperado podría cambiar sus vidas de formas que nunca imaginaron.. - actu casi todo los días - histo...