Marco Rinaldi se encontraba en su oficina, rodeado de documentos que parecían multiplicarse cada día. La luz del sol se filtraba por la ventana, iluminando la estantería repleta de libros sobre negocios, estrategia y poder. Sin embargo, su mente estaba lejos de esas preocupaciones. En su escritorio, un marco de plata captó su atención: la foto de Isabella, sonriendo radiante en un día soleado.Al verla, el mundo a su alrededor se desvaneció. El eco de su risa resonó en su mente, y un nudo se formó en su garganta. La imagen era un recordatorio doloroso de lo que había perdido, de la vida que había sido suya y que ahora era solo un recuerdo distante. La melancolía se adueñó de él mientras revivía los momentos compartidos, los pequeños gestos que habían construido su amor.
"Marco, ¿dónde dejaste el informe?" La voz de uno de sus hombres lo sacó de su ensimismamiento. Marco parpadeó, como si despertara de un sueño profundo. Se deshizo del marco, escondiéndolo detrás de una pila de papeles, y se forzó a concentrarse en la realidad.
El resto de la jornada transcurrió entre llamadas y reuniones, pero la sombra de Isabella seguía acechándolo. Su ausencia se sentía como un peso muerto, una carga que no podía liberar. Marco se dio cuenta de que cada decisión que tomaba estaba teñida de un matiz de culpa; la pregunta que lo atormentaba era siempre la misma: ¿podría haber hecho algo diferente para evitar su muerte?
La imagen de aquella noche fatídica regresó con una claridad punzante. Había estado ocupado con asuntos del negocio, descuidando lo que realmente importaba. Cuando el teléfono sonó aquella tarde, su instinto le había advertido que algo andaba mal, pero había ignorado la sensación. Isabella había salido con Luca, y el destino les había jugado una mala pasada. El accidente había sido repentino, devastador. Desde entonces, Marco había llevado la carga de no haber estado allí para protegerlos.
Se sintió atrapado entre la culpa y la tristeza, y al caer la tarde, decidió que necesitaba un respiro. La idea de salir lo perturbó, pero sabía que la soledad en su mansión era más pesada que cualquier sombra de su pasado. Se vistió rápidamente, eligiendo un abrigo oscuro y una bufanda que ocultara su rostro. La noche era fría, y el aire gélido le daba la bienvenida a un mundo que parecía seguir adelante sin él.
El bar al que se dirigió era uno de esos lugares de mala muerte, con luces tenues y un ambiente cargado de humo. Los murmullos y risas de los clientes formaban un murmullo constante que lo envolvió en un abrazo cálido y temporal. Se sentó en una esquina, pidiendo un whisky. El primer trago lo golpeó como un puñetazo en el estómago, una sacudida que lo hizo sentir vivo, aunque solo fuera por un momento.
Mientras bebía, observó a las personas a su alrededor. Parecían disfrutar de la vida, ajenas a sus propias tragedias. Un grupo de hombres reía ruidosamente, y en la barra, una mujer de cabello oscuro y mirada intensa lo miró de reojo. Ella tenía una energía que lo atraía, una vitalidad que él anhelaba recuperar. La tentación era fuerte, y Marco se sintió atraído por la idea de olvidar, aunque fuera por una noche.
Se acercó a la barra, el impulso de acercarse a la mujer dominando su mente. "¿Te importa si me siento?" preguntó, intentando sonar casual. Ella sonrió, sus labios curvándose en una expresión de desafío.
"Siempre hay lugar para uno más," respondió, su voz suave pero llena de un poder que lo desarmó. Marco tomó asiento, sintiendo cómo la conversación fluía. Hablar con ella le dio un respiro de alivio; no tenía que ser el hombre de negocios, el padre afligido. Podía ser solo Marco.
"¿Qué te trae a un lugar como este?" preguntó ella, inclinándose hacia él, interesada.
"Necesitaba escapar," respondió Marco, sintiendo que la sinceridad era un lujo que podía permitirse en ese momento. "La vida puede volverse pesada."
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Entre Sombras y deseos
Teen FictionDespués de la trágica muerte de su esposa, Marco Rinaldi, un mafioso de 45 años, vive atrapado en un ciclo de amargura y soledad, dedicándose únicamente a su negocio y a cuidar de su hijo, Luca, de 4 años. Todo cambia cuando conoce a Valentina, la h...