El sonido del móvil vibrando en mi bolsillo me devolvió a la realidad. La reunión con los distribuidores había terminado hace unos minutos, pero mi mente seguía dando vueltas a los números, a los fallos en la cadena de suministro, a la pérdida de terreno. Los negocios de las drogas no son lo que eran hace diez años. El mercado es volátil, las lealtades frágiles, y cada decisión puede ser la diferencia entre el éxito y la ruina. Pero yo no soy de los que se quedan mirando cómo todo se derrumba. He estado aquí antes y sé exactamente lo que tengo que hacer.
Descolgué el teléfono y vi el nombre de Luca en la pantalla. Aunque sólo tenía cuatro años, me dolía tenerlo lejos, pero era lo mejor por ahora. No quiero que mi hijo crezca viendo lo peor de este mundo. El negocio es mío, no suyo.
—¿Cómo estás, campeón? —dije con suavidad, tratando de mantener mi voz ligera.—¡Papá! Hoy fui a la playa con el abuelo, Hicimos castillos y gané una carrera —respondió con entusiasmo.
La calidez en su voz siempre lograba apaciguar cualquier tormenta dentro de mí. Pero por mucho que quisiera estar ahí, jugar con él, correr por la playa como cualquier otro padre, ese no era mi destino,, Lo mío era otra cosa.
Luca estaba mejor con sus abuelos por ahora. Sabía que mi mundo no era seguro para él, al menos no aún.—Eso suena increíble, Luca. Estoy orgulloso de ti, Mañana te llamo otra vez, ¿vale? —añadí, intentando no mostrar la melancolía en mi voz.
—¿Cuándo vas a venir, papá?La pregunta siempre llegaba.
Cada vez que escuchaba su vocecita preguntando por mí, me partía en dos. Apretando los dientes, le di la respuesta que sabía que no lo iba a contentar.
—Pronto, campeón. Muy pronto.
Corté la llamada y miré la pantalla unos segundos, pensando en lo que vendría después. No había tiempo para dudar. No cuando teníamos tanto en juego. Los problemas habían comenzado unos meses atrás, cuando uno de los líderes de los territorios del norte se había extralimitado. Pensó que podía empezar a hacer sus propios negocios a espaldas de la organización, que podía dividir nuestras rutas, y que yo no me daría cuenta. Ese fue su primer error. El segundo fue creer que sería tan fácil dejarme fuera. El mundo de los negocios es como una partida de ajedrez, y yo siempre pienso tres movimientos por delante. Desde que retomé las riendas del negocio, mi enfoque había sido claro: recuperar el control y limpiar la casa. No había espacio para traiciones ni para lealtades a medias. Si querías trabajar conmigo, era bajo mis reglas o no lo hacías en absoluto. Tomé mis llaves y me dirigí al garaje. Sabía que necesitaba hablar con Giovanni, mi amigo de toda la vida y uno de los pocos hombres en los que aún podía confiar ciegamente. Él había estado conmigo desde el principio, desde los días en los que éramos jóvenes e invencibles. Pero ahora el panorama había cambiado, las cosas eran más delicadas, y la única manera de sobrevivir era adaptarse, evolucionar.
Conducía hacia la casa de Giovanni en silencio, repasando los últimos movimientos que había hecho. Habíamos logrado bloquear la ruta de nuestro competidor en el sur, un golpe maestro que nos había dado la ventaja temporal que necesitábamos. Pero sabía que eso solo era el comienzo. Si quería consolidar el control, tendría que hacer más. Mucho más.
Cuando llegué a la casa de Giovanni, él ya me esperaba en la puerta, con una copa de whisky en la mano y una sonrisa cómplice. Lo conocía demasiado bien para saber que ese gesto era su manera de decir que estaba listo para cualquier noticia que trajera, buena o mala.
—Marco, viejo amigo, ¿cómo va todo? —dijo mientras me ofrecía una copa.
—He tenido mejores días, pero estamos en el camino —respondí, tomando un sorbo de la bebida.
El licor quemaba suavemente al bajar, pero su calor era reconfortante. Nos sentamos en la terraza de su casa, con vista a la ciudad. Desde ahí, todo parecía tranquilo, pacífico. Pero sabíamos que bajo esa calma, había una guerra constante por el control, por el poder.
—La situación en el norte está controlada, por ahora. El traidor ya no es un problema, pero no va a ser fácil retomar todo el terreno perdido —le informé mientras cruzaba una pierna sobre la otra .
Giovanni asintió lentamente, tomando un sorbo de su whisky antes de hablar.—Sabía que lo manejarías. Siempre lo haces.
Pero hay que tener cuidado, Marco. Los tiempos han cambiado. Los viejos métodos ya no son tan efectivos. La gente ya no tiene el mismo miedo que antes. Sabía que tenía razón. Antes, la reputación lo era todo. Bastaba con un nombre, con una mirada, para que todos se alinearan.
Pero ahora, con el crecimiento de nuevas organizaciones, con jóvenes ambiciosos y sin respeto por las viejas reglas, todo era más incierto.
—Lo sé. Pero también sé que mientras mantengamos el control de las rutas principales, tendremos la ventaja. Necesito que refuerces tu área, que hables con los hombres. No quiero más sorpresas —le pedí, directo y sin rodeos. Giovanni me miró de lado, con esa sonrisa de complicidad que siempre había tenido, pero su expresión se tornó más seria.
—Marco, no puedes hacer esto solo. La presión te está consumiendo. Luca te necesita. No puedes pasarte la vida cubriendo frentes, apagando incendios. Te estás jugando demasiado. Suspiré, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla. Sabía que tenía razón, pero no podía detenerme ahora. No cuando había tanto en juego.
—No tengo otra opción, Giovanni. Luca está bien con mis padres, y en cuanto tenga todo bajo control, me centraré en él. Pero por ahora... no puedo permitirme ese lujo. La mirada de Giovanni era de preocupación, pero no insistió. Sabía que no cambiaría de opinión. Siempre había sido así entre nosotros; él me daba su consejo, pero respetaba mis decisiones, incluso cuando no las compartía del todo .Pasamos un rato más hablando sobre los detalles del negocio. Giovanni tenía sus propias preocupaciones, aunque nunca se quejaba abiertamente, a pesar de su papel en todo esto, sabía que él también se estaba cansando. Los años habían pasado, y el mundo que habíamos construido era mucho más complicado de lo que imaginamos en un principio en especial para él que incluso estuvo en el negocio cuando él que lo dirigía era mi padre.
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Entre Sombras y deseos
Teen FictionDespués de la trágica muerte de su esposa, Marco Rinaldi, un mafioso de 45 años, vive atrapado en un ciclo de amargura y soledad, dedicándose únicamente a su negocio y a cuidar de su hijo, Luca, de 4 años. Todo cambia cuando conoce a Valentina, la h...