Sol y Luna

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La mujer enciende el mechero de la vela con delicadeza. Sus ojos marrones y piel morena resplandece cómo una ramita de canela. 

Con el fuego encendido el aroma a vainilla y azafrán inunda el ambiente.

La oscuridad se aleja y la pequeña llama baila, la luz ilumina con fuerza cada rincón de la habitación y proyecta tres siluetas sobre las paredes; una más grande que las otras dos.

Ella se inclina sobre una enorme cama sobre el soporte de jade y se sienta en el borde, sus largos cabellos caen contra las sábanas blanca tan puras como las nubes.

Sus manos llenos de polvo de oro, plata y cristal reluciente se agitan en el aire y un brillo traslúcido parecido a la lluvia de estrellas se cierne con delicadeza por el aire.

La mujer morena mira hacia abajo, encontrando dos pares de ojos curiosos mirándola con atención.

Ella aplaude con una sonrisa y ellos escuchan.

—Hace eones... cuando los dioses aún habitaban entre nosotros y caminaban por nuestros suelos...

《En las tierras prósperas de Konoha, existían dos clanes poderosos de deidades: los Uzumaki y los Uchiha.

La raza de los Uzumaki eran por naturaleza salvajes e inestables. Sin embargo, eran de una belleza formidable y encantadora; con sus cabellos rojos como el fuego y ojos brillantes parecidas a las más bellas joyas; y, por sobre todo, poseían una pasión desenfrenada cual incendio que arrasa los campos de paja.

Justos y valientes, pero no menos amorosos y compasivos. Los Uzumaki eran apacibles, pero siguen siendo guerreros.

Ellos mantenían el orden de las aldeas y provenían de todo fruto y grano a cada boca humana.

Por el otro lado, los Uchiha eran una raza de deidades volátiles y que se mantenían en una vida nómada. 

Con una apariencia enigmática y fría su belleza era comparable a su crueldad y eficiencia para el arte de la guerra.

Curtidos bajo el sol, la sangre y los cadáveres era obvio que nunca encajarían completamente en la vida armoniosa de los humanos u otras deidades.

Fue inevitable que convergieran en algún punto de sus existencias con los Uzumaki.

Uchiha vivía de las guerras, les convenía más que aldeas humanas entrarán en conflicto y que los prisioneros les ofrecieran tributo y aumentarán su divinidad.

Por el contrario Uzumaki defendía a quien le pidiera protección, fueran dioses menores o humanos. Lo único que pedían a cambio era su ayuda en el futuro.

Intentaron una tregua de aquellos pequeños roces, pero ¿no es acaso que el amor es ciego?

Fue un desacuerdo terrible, ya que el primer dios que dio vida al Clan Uchiha había raptado al dios soberano de los Uzumaki.

Se desataron siglos de guerras.

Por cada guerrero muerto del clan de los Uchiha se quemaban tres aldeas bajo la protección de los Uzumaki.

En aquellos tiempos nacieron dos divinidades en cada respectivo clan.

¿Pueden imaginar la sorpresa de los Uzumaki al encontrar ojos azules en lugar de violetas en uno de los suyos?

Su madre había copulado con un dios menor que había nacido del cielo.

En cambio en el clan de dioses Uchiha lo único distintivo fue traer al mundo a un nuevo guerrero que traería orgullo y cabezas Uzumaki a sus mesas.

Quizás fue el destino a la que tanto dioses como humanos temen, pero estos frutos traerían un nuevo orden al universo.

Nombraron al pequeño bebé Uzumaki como Sol, pues fue bendecido por el astro que iluminaba al mundo.

El sol naciente y el ombligo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora