44: Necesito decirte algo

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PEDRI

Había pasado ya un mes desde que Carla se fue, y cada día sin ella se sentía como una eternidad. El fútbol se había vuelto mi lugar de escape, aunque ya habíamos sido eliminados de Champions, la liga aún estaba en marcha y el mundial ya estaba a la vuelta de la esquina. Era mi enfoque, pero la realidad era que al mínimo tiempo libre sentía la ausencia de ella. Las noches se llenaban de recuerdos, y cada vez que cerraba los ojos ella aparecía hasta en los sueños. A pesar del bullicio en los estadios y la presión en el campo, mi mente no dejaba de pensar en ella.

Muchas veces había entrado a redes sociales para verla, seguía subiendo contenido y se le veía "feliz" aunque yo sabía que no. O al menos no del todo; lo nuestro era reciente y la conocía tan bien para decir que estaba igual que yo.

Salvo que yo no me estaba tirando a otras y tal vez ella sí. Pensar en eso era como una bofetada, desatando una oleada de celos y frustración. El hecho de que Carla, mi Carla, estuviera tan cerca de otro, disfrutando de la compañía de alguien más, me hizo sentir un nudo en el estómago.

¿Cómo pudo hacerme eso? ¿Y cómo pude ser tan idiota en decir todo lo que nos arruino?

Empezamos mal y terminamos mal; aunque nos quisiéramos, nos hicimos daño.

Aun así no soportaba verla mal. Se suponía que iba a pasar a jugar a la play con Gavi, pero lo encontré guardando sus cosas. Se iba a mudar, era lo que me había dicho. No tenía nada que hacer y decidí quedarme a ayudarlo. Esa decisión hizo que me encontrara con Carla y sus ojos verdes cristalinos.

No soportaba verla así.

Y me odié al pensar que por mi culpa estaba llorando. Me odie más al saber todo lo que había pasado y la odie al saber con quién se había metido, sobre todo odie verla así.

La quería demasiado y al estar a su lado fue como si ese mes y todos los problemas desaparecieran. Se quedó dormida luego de que Gavi le diera un vaso de agua.

—El té de dormir que toma Aurora sí funcionó —dijo Gavi de lo más normal luego de que estuviera sin control pateando una botella de plástico cuando Carla nos contó lo que le había sucedido.

—Debemos de hacer algo —susurré mirando a Carla mientras dormía, deseando que todo fuera diferente.

Gavi se me acercó con un aire calculador, una sonrisa en los labios que no me gustó nada. Sabía que tenía algo en mente, algo que probablemente no me gustaría.

—Tengo un plan— me susurró con ese brillo en los ojos que solo Gavi puede tener cuando está a punto de hacer algo que no debería.

Con un movimiento de cabeza me hizo un ademán para que lo siguiera.

—Nada ilegal, por favor —dije al salir de su habitación detrás de él.

—Relájate —El tono con el que hablaba no me relajaba ni un poquito, pero al menos no era nada descabellado cuando me contó su plan.

Nos dirigimos a la casa de Manú. Gavi me dio la dirección y a cada minuto no faltaba el "acelera" de su parte. Llegamos a la casa y en las primeras impresiones supe que era uno de esos tíos pijos.

—Tú lo distraes y yo entro por ese portátil —dijo Gavi, seguro de que su plan era el mejor de todos. Y yo no tenía otra opción más que seguirlo, no se me ocurría otra idea y Gavi estaba tan confiado de que su plan funcionaria que hasta yo me lo creía.

Pero ni siquiera pudimos completar la primera fase del plan, porque antes de que Gavi empezara a trepar el muro y que yo tocara el timbre, abrieron el portón y nos invitaron a pasar como si nos conocieran.

No somos un tal vez |Pedri GonzálesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora