❈|Prologo|❈

73 14 2
                                    

Un portal dorado se abrió en medio de la profunda y silenciosa oscuridad, del cual salió Lucifer Morningstar. El ángel bajito se limpió el polvo imaginario de su traje y empezó a andar, tarareando una melodía infantil.

El rey del Infierno caminaba por el negro vacío con una gran sonrisa en su rostro de muñeca, sus cortos pasos resonando y haciendo eco, siendo el único ser en kilómetros de nada. Normal, ya que el Vacío jamás se había caracterizado por tener habitantes abundantes.

Después de unos minutos de caminar, Lucifer se detuvo. Su sonrisa se volvió mucho más grande.

Frente a él, iluminada con una cálida y brillante luz proveniente de arriba y colgando de una gruesa cadena, yacía una enorme y dorada jaula para pájaros. Y sentado en el columpio de aves en su interior, dándole la espalda, descansaba su hermoso pajarito.

- ¡Buenos días, pajarito!¡Ya es hora de despertar! -Gritaba Lucifer, su voz se volvió un eco gigante en la oscuridad.

La criatura se despertó sobresaltada al oírlo, pero no se volteo a verlo. En cambio, se intentó hacer más pequeña arriba de su columpio. Lucifer sonrió y golpeó su bastón contra los barrotes dorados, haciendo mucho ruido en un intento de llamar su atención.

- ¡Vamos, ven aquí!¡Te traje algo rico para comer!¡Estoy seguro de que te va a gustar! -Movió su mano, conjurando una canasta llena de fruta fresca.

El prisionero no reaccionó, aún de espalda al rey, quien solo le dio una mirada confundida antes de reírse tontamente, recordando algo.

- ¡Oh, mierda! Olvide que no podías bajar solo, que tonto soy -Chasqueó sus dedos de nuevo, y la canasta de frutas empezó a levitar detrás suyo sin problema- Si tu no puedes bajar, entonces me toca subir a mi.

Su forma demoníaca se manifestó, volviendo sus ojos amarillos con la esclerótica roja, cuernos carmesí que brotaban de su frente al igual que la cola afilada, sus negras garras se volvieron mucho más largas y fuertes al igual que sus colmillos y sus majestuosas alas salieron de su espalda.

Pronto, Lucifer trepó la jaula dorada con agilidad y rapidez similares a los de una lagartija; su cola agitándose de manera salvaje detrás suyo. Al llegar a la cima de la jaula, sus ojos carmín se posaron en su hermoso pajarito, que lo miraba con horror y asombro pintados en su rostro.

- ¡Aquí estás!¡Te extrañe mucho, mi avecilla! Lamento no haber venido antes, pero ser rey del Infierno es un trabajo jodidamente pesado -Lucifer se acomodó mejor arriba de la jaula, quedando acostado bocarriba de ella, con la canasta de fruta frotando a su lado- Pero nunca jamás me olvidaría de verte...

Tomó una manzana roja del cesto y con un movimiento de sus dedos, su amado bastón se transformó en una daga con una manzana en la punta del mango. Empezó a pelar el fruto mientras hablaba.

- Después de todo, tu eres mi pajarito favorito -Sonrió, cortando un trozo de la manzana- Yo jamás te descuidare como ellos lo hicieron.

Enrosco el pedazo de fruta con su cola y lo bajo hacia su rehén, quien solo lo miró con aprensión.

- Tranquilo, no está envenenada. La traje de la Tierra, se lo mucho que te gustan las cosas de allí -Le aseguro, comiendo el mismo un trozo de la misma- Además... te recomendaría que la comieras, ya que no comiste mucho en estos últimos meses.

Como si su  propio cuerpo estuviera de acuerdo con las palabras del caído, su estómago rugió fuertemente. Con las mejillas sonrojadas de dorado, el prisionero tomó la fruta tendida y la empezó a comer lentamente.

- Eso es, buen chico -Su cola se acercó a la cara del contrario, acariciando su colorida mejilla- Todo es mucho más fácil cuando eres bueno ¿Sabes? Tal como eras en el Cielo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora