I

34 3 2
                                    

Me gustaba verla. Ver las distintas formas y tamaños de sus siempre incontrolables rizos; ver como sus cejas se arqueaban al mismo tiempo que la "M" de su boca se extendía para defender su opinión, testaruda como solo ella podía serlo; ver el brillo de sus ojos siempre que habla de alguna de sus muchas pasiones; ver como su nariz se arrugaba cuando algo le daba asco; ver las etapas de su sonrisa; ver su caminar; ver su forma tan correcta de sentarse; me gustaba, podría pasar horas admirándola y mi día sería perfecto, pues ver ese "sol" en sus ojos, es como ver el mismísimo gran astro entre la tormenta y ¡Dios! Con su sonrisa se formaba el arco iris.

Ver sus manos al tocar el piano era como estar parado en el ojo del huracán, siempre empezando con una intensidad tremenda, para terminar con notas suaves y delicadas, y con el violín ¡ni se diga! Cada movimiento que hace con sus frágiles brazos para que el arco forme una nota perfecta es un suspiro proveniente de un volcán, candente, pero de cualquier forma, suspiro.
Verla bailar, tengo que admitir, es mi debilidad. En el calentamiento, suponiéndose que son movimientos bruscos, pesados, ella los hace de una forma limpia, femenina, bella, siempre con elegancia. En las diagonales, ver su ceño fruncido originado 3 ligeras marcas entre ceja y ceja, mientras se muerde el labio ligeramente para evitar sacar la lengua y finalmente, ver como al acabar la diagonal sonríe con una mirada picara mientras estira los brazos por la satisfacción de mejorarlo cada día, es contemplar una obra de arte abstracto sin sentido, pero siempre con un toque de belleza escondida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 14, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ver, mirar, observar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora