Prologo

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-¡Cerebro de alga! -gritó Clarisse por lo que pareció ser la décima vez en los últimos 10 minutos-. Si no estás aquí en tres segundos, iré por ti y no te gustará.

Annabeth sonrió con diversión, pensando qué tan prudente sería hacer un comentario cuando sintió que alguien le daba una palmada. Se giró y miró a Jason, quien tenía una expresión relajada en su rostro.

-No creo que quieras tentar tu suerte con Clarisse en este momento -comentó el rubio-. No parece estar en el mejor de los humores.

-¿En qué momento te diste cuenta? -preguntó Piper acercándose-. ¿Cuando te llamó idiota o cuando amenazó por primera vez a Percy hace 15 minutos?

Jason se encogió de hombros y tomó la mano de Piper con una sonrisa.

-Creo que en algún punto intermedio.

Los tres se encogieron cuando escucharon a Clarisse gritar frustrada.

-Dejenme ir por el cerebro de algas -dijo Annabeth, yendo rápidamente a la cabaña de Poseidón.

Lo único que evitaba que Clarisse cumpliera la amenaza que llevaba haciendo los últimos 15 minutos era que Percy estaba dentro de su cabaña y Clarisse no quería quedar empapada; por suerte, Annabeth sí que podía entrar.

La rubia encontró a Percy sentado en una de las camas con la mochila a su lado. Todo sería normal de no ser por el ceño fruncido que su novio tenía en el rostro.

-Clarisse parece estar a punto de que no le importe mojarse solo para poder arrastrarte fuera de aquí -mencionó Annabeth, sentándose a un lado de Percy. Sin perder el tiempo, el pelinegro recargó su cabeza contra el hombro de Annabeth y soltó un suspiro-. ¿Qué sucede?

-No lo sé -respondió Percy-. Solo... tengo un mal presentimiento.

-Se supone que la paranoia es parte de mi trabajo -dijo Annabeth, tomando la mano de Percy-. Es una misión de relleno, Percy, del tipo que los dioses ponen solo para darnos a entender que no se han olvidado de nosotros -explicó la rubia.

-Lo sé, pero es molesto -resopló el pelinegro-. Se supone que estaríamos camino a Roma para ver las opciones de vivienda y universidad, no camino a una misión por... ¿qué es esta vez?

-Una planta.

Percy puso los ojos en blanco.

Annabeth respiró hondo, recordando cuántas veces habían tenido esta misma conversación. No era la primera vez que una "misión de relleno" interrumpía sus planes, y seguramente no sería la última. Sin embargo, Percy no era alguien que tuviera un mal presentimiento y eso era algo a lo que prestaría atención.

-¿Una planta?- repitió Percy, claramente frustrado. -¿En serio? ¿Qué tan peligrosa puede ser una planta?

-Te sorprendería- respondió Annabeth con una sonrisa, intentando aligerar el ambiente. -Hay plantas que pueden matarte de un solo toque.

-Genial. Perfecto para mi día de descanso- murmuró él, pero no pudo evitar una ligera sonrisa.

En ese momento, Clarisse entró con un golpe estruendoso, ignoro lo mas dignamente que puedo el chorro de agua que le fue lanzado por la cabaña y cruzo los brazos con desdén. 

-¿Vas a quedarte ahí hasta que me de un ataque de ansiedad, Cerebro de Alga, o vas a salir?

-Me alegra que estés tan ansiosa por que me mate- contestó Percy, su tono sarcástico apenas ocultando su inquietud.

Annabeth en cambio resoplo al ver a la castaña completamente mojada, lo que hizo que se ganara una mirada airada de la misma.

-Todo lo que quiero es que hagas tu trabajo y te unas a nosotros antes de que me dé un ataque de ansiedad- replicó Clarisse, y su mirada amenazante volvió a posarse en Percy.

Llamas de SabiduríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora