Relato 1 - Los Cabellos del Sol

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  ¿Mi cabello esta peinado sin desarreglo? En ese caso, ya me encuentro preparado para salir. Tu vida puede ser un asco y contrastar con la buena educación que tu familia te proporcionó. Este apartamento tan inerte necesita una nueva remodelación, iré a comprar utilería para darle una capa de pintura.  Supongo que cuando el sol está brillante no hay nada mejor que contemplar el brillo de sus rayos, aunque a decir verdad no estaría mal tenerlos en mis manos y poder descubrir su textura. Así podría iluminar mis noches con mayor esplendor. Tal vez encuentre los materiales que me hacen falta en la tienda de la próxima avenida.

  No se ve tan mal para ser un establecimiento de esta clase. La única trabajadora del personal está un poco distraída acomodando el efectivo en la caja registradora. Con una mirada rápida a lo que tiene el lugar, puedo deducir que llevaré conmigo tres brochas de distintos tamaños, una tijera de jardinería para podar mis plantas y varios cubos de pintura. Entonces, me acerqué a la empleada y con un cumplido mío hacia su belleza se sonrojó, pero sin perder rumbo le mostré los objetos que compraría. Luego saqué mi tarjeta de crédito realizando el pago por esas cosas. No obstante, antes de irme le pedí salir a la atrevida joven que me atendió, a lo que ella aceptó encantada.

  Con las bolsas de la compra partí de regreso a mi morada, claro no sin antes despedirme cordialmente de la moza. Tras el paso de dos horas, aguardaba su llegada absorto en el balcón, pues la primera cita sería en mi mismo hogar debido a mi carencia de dinero para invitarla a un restaurante memorable. Pronto, sentí a alguien clamando a la puerta y acudí sabiendo que era ella. La invité a pasar, cerré la puerta con llave y moví la silla hacia atrás para que ella se sentara ante la mesa donde comeríamos. Terminé los preparativos trayendo mi plato y el suyo para finalmente cenar tranquilos.

  Supe por fin su nombre, el cual era Jade Williams. Estuvimos un rato compartiendo aspectos de nuestras vidas, descubriendo que teníamos algunas cosas en común. A continuación, le ofrecí acompañarla a su casa para que no estuviera sola por la calle a horas altas de la noche. Sin embargo, se levantó después de agradecer la comida, mas no pudo llegar hasta la puerta principal sin tambalearse y caer al suelo desplomada. La intenté despertar con frenesí y, al ver que no lo hacía, sonreí porque mi estrategia había funcionado.

  Arrastré su cuerpo esbelto junto a una de las paredes, busqué las tijeras de jardinería y alzando los brazos lo apuñalé varias veces, derramando sangre en toda la alfombra colocada abajo. Acto seguido, fui en busca de la brocha grande que recién había adquirido y con su sangre le di el vibrante color que le faltaba a la pared. Tras terminar el trabajo, me arrodillo y un poco con manos temblorosas acaricio su rubia cabellera emocionado. Por fin logré acariciar los rayos solares desde tan cerca y a la vez tan lejos de saciar mi sed. Levantándome de palpar sus radiantes rizos, sentí que se había apagado otra alma deliciosa en mis manos, pero tampoco sería la última.

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