Érase una vez hermosa princesa, volaba sin alas, corría sin piernas, dejaba en el viento una estela de seda bordada con oro, cubierta con gemas.
Su voz era un canto bajado del cielo, era una trompeta que anuncia el comienzo de un apocalipsis de aquella alma mía que desde el infierno a un ángel veía.
Cubriéndose el rostro con rubios cabellos, robó mis suspiros y todo mi aliento, haciendo en mis dedos una gran poesía que en cada palabra su nombre escribía.
Érase una vez yo un castillo hacía, pensando en tenerla para siempre mía, construyendo torres con bloques de sueños y adornando el piso con besos y anhelos.
Las puertas abiertas y yo en la ventana, paciente esperando al fin su llegada, con vino en la mesa, cien velas prendidas, embriagaba el tiempo y tragando espinas.
Érase una vez aquella princesa que tanto yo amaba, se perdió en tinieblas, fue atada y golpeada por medio de celos que piedad no hallaron tomando su cuerpo.
Con burlas bailaron entre los lamentos, cortando en pedazos una voz, un canto, unas alas grises que en la primavera volaban, llenando de magia las penas.
Érase una vez hermosa princesa, gritaba de espanto quemada en la hoguera, lloraba y gemía mordiendo sus labios y su piel desnuda se cayó en pedazos.
Busqué en las cenizas y encontré sus ojos, los llevé conmigo, los colgué en mi rostro.
Viviendo conmigo entre las paredes, fuimos en silencio felices por siempre.
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Con dedos rotos y letras feas.
PoetryAsí como vivimos gracias a la muerte, todos sabemos amar por algo que una vez perdimos, algo de lo que solo se puede escribir con los dedos rotos, algo que no nos permite adornar las letras.