Capítulo 2: Kind, Kinder

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*se me olvidó decir que Max tiene 17 y Checo 20

Alguien tocó a la puerta, y para esa persona, el timbre no era suficiente. Checo se despertó, alejando la cobija y abandonó su posición cómoda. Con los pies descalzos, caminó a la puerta. Pudo escuchar la voz de su mamá.

—¡Vamos, Checo! ¡Abre la puerta!

Seguramente, su mamá salió al aeropuerto después de finalizar la llamada. El cielo aún no se esclarecía, Checo pudo observar desde la ventana. Abrió la puerta, antes de que sus vecinos se presentaran en su casa pidiéndole respeto por la tranquilidad del vecindario. Una vez la puerta cerrada, su mamá recorrió con su vista los alrededores.

—¿Qué quieres decirme?— su mamá demandó, a lo que Checo suspiró. Necesitaba café.

—Mamá, pensé que llegarías después del entrenamiento. ¿Por qué no me llamaste para ir por ti?

—Ya estoy aquí. No me dejes esperando, tienes mi alma en un hilo.

Debió de suponer que eso pasaría. Su mamá caminó a la cocina, moviéndose como si fuera su casa en Guadalajara a pesar de que ella solo había estado allí en contadas ocasiones. Ella preparó café. Checo se sentó en uno de los bancos cerca a la barra. Su mamá vació en un plato las galletas con las que solía saltarse la dieta. No debía comer ni una, pero la funcionalidad de su cerebro no estaba presente para detenerlo.

—Hijo, no me dejes así. Mueve esa boca.

¿Cómo iba a reaccionar ella? Y, ¿si quería llamar a la policía? No podría permitirlo. Necesitaba que su mamá se encargara de Max mientras él salía a los partidos de visitante, al menos hasta que el chico estuviera recuperado. Checo ni siquiera estaba seguro de lo que pasaría cuando Max se sintiera bien. Le dió un sorbo al café, el líquido caliente le quemó la lengua.

—Hace un par de días encontré a un chico en el patio— su mamá detuvo la taza a medio camino, Checo levantó su palma para que no lo interrumpiera —Él fue golpeado gravemente.

Está vez su mamá se levantó tan rápido que la silla chirrió al recorrerse. Checo se levantó casi al mismo tiempo.

—¿Por qué no me dijiste en cuánto ocurrió? ¿Está bien? ¿Dónde está?

Las preguntas pusieron su cabeza a girar. Al menos, la primera reacción de su mamá no fue que debió llamar a las autoridades, aunque claro, Checo no iba a negar que era lo más sensato.

—Tranquila, mamá— Checo enredó sus brazos en los hombros de su mamá —Él está bien, ¿si?

—Sergio, debiste decírmelo lo más pronto posible. ¿Dónde está?

Checo se rascó el cuello. Max había accedido a dormir en una de las habitaciones, por lo que él estaba descansando en una cama.

—Se está recuperando. Necesita dormir. Tiene unas costillas rotas y varios golpes.

Su mamá se llevó una mano a su pecho. El instinto maternal se estaba haciendo presente.

—Pero, él está bien. Va a recuperarse. Ha tenido una mejoría.

—¿Ya llamaste a la policía?

Checo se quedó inmóvil. Era de esperarse que su mamá hiciera esa pregunta.

—Mamá. No lo conozco, pero sé que necesita de mi ayuda. Las pocas palabras que hemos intercambiado me ha dejado en claro que no quiere que llame a la policía.

—Pero tienes que hacerlo— ella replicó.

—Mamá, no lo haré. Y, espero que respetes mi decisión.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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