Ríos de Silencio

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A falta de inspiración para nombres de títulos, pondré cualquier cosa.

El capitán sostuvo con delicadez la mano de su amado cocinero y su amado espadachín

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El capitán sostuvo con delicadez la mano de su amado cocinero y su amado espadachín. Con cariño y amor los observó a ambos ponerse nerviosos ante su tacto. Les sonrió como solo él podía hacerlo, transmitiéndoles con excito esos hermosos sentimientos que siempre profesa a todos y cada uno de sus tripulantes. Aún fresco en su mente, el recuerdo de hace dos años en el Archipiélago Sabaody rebobinaba una y otra vez como un disco descompuesto, con el único fin de atormentarlo. Con el único propósito de hacerle saber lo débil que fue y el dolor de perder lo que más ama frente a sus ojos, su tripulación. La hermosa sonrisa que sus labios mostraban tembló un breve segundo e inevitablemente el agarre en sus dos "alas" se intensificó. 

Por qué, aún dos años después, era dolorosamente horrible recordar ese día. 

Sus dos amadas alas lo observaron con preocupación, de un momento a otro la expresión de su capitán había cambiado radicalmente, y no tuvieron que indagar mucho para dar con la razón. Aunque amarillo y verde se odiaran a muerte, ambos compartían el dolor de perder durante dos años lo que más aman: su capitán. No hay momento en que no recuerden; no hubo día en el transcurso de ese par de años que no les doliera la separación. Se observaron de reojo, llegando a un acuerdo silencioso de cómo debían proceder. Normalmente, nunca estarían en la misma página, pero el amor que le tenían a su capitán era mucho mayor que el odio que albergaban.

Del mismo modo que él los trató momento atrás, con la misma delicadeza lo llevaron a su camarote, esa hermosa y enorme habitación que Franky había construido única y exclusivamente para el capitán; aunque Luffy no la usaba casi nunca, prefería dormir con todos los demás, nunca dijeron nada porque el capitán así lo quería y porque sabían mejor que nadie que su monito detestaba la soledad, pero existían esas raras ocasiones donde requería de su privacidad. Tal vez porque aún era muy duro enfrentar la muerte de su adorado hermano.

Con parsimonia abrieron la enorme puerta color rojo, adentrándose al camarote, durante un segundo se tomaron la libertad de admirar la excéntrica decoración pues casi nunca tenían esa oportunidad. Guiaron a su capitán a la inmensa cama que ocupaba en su mayoría el espacio del cuarto. No perdieron tiempo y lo recostaron en el cómodo colchón, acomodándolo sobre una almohada de plumas.

En ningún instante su capitán les soltó las manos, aferrándose a ellos en busca del más mínimo contacto y el consuelo que sus presencias podían darle. Optaron por sentarse a un lado del monito, como siempre; uno a su derecha y el otro a su izquierda, quedándose en un silencio sin incomodidad, pero la tensión, aunque mínima, era palpable. 

"¿Están aquí... los dos?" Luffy parecía ahogarse con sus propias palabras, tropezando con ellas sin darse cuenta. Sus dos manos temblando ligeramente por el recuerdo de aquel sentimiento que tanto detestaba: la soledad. 

El corazón les dolió al ver a su capitán de esa manera, sabían que él, Monkey D. Luffy nunca mostraba debilidad frente a nadie, pero también eran conscientes de qué, era quien más necesitaba de un amoroso y reconfortante abrazo. 

Ambos elevaron la gomosa mano que los sostenía al nivel de sus labios, basándole el dorso con amor. 

"Estamos aquí, Capitán" Pronunciaron en un murmullo que se escuchó como un grito ante el desbordante silencio que reinaba. Creyeron oír un sollozo de Luffy.

"Aquí, Zoro y Sanji deberían recostarse conmigo, órdenes del capitán" les soltó de la mano, esperando a que acataran su pedido. Al instante, el calor se les subió al rostro sin evitar toser por la sorpresa, joder se estaban atragantando con el aire por esa petición. Con nerviosismo obedecieron, colocándose cada uno al costado del monito.

 El colchón se hundió por el pesor ejercido por ambos hombres, usando uno de sus brazos como almohadas se acomodaron rodeando a Luffy con sus cuerpos. El calor corporal que emanaban confortaba al monito, feliz se acurrucó entre los dos. 

"No me dejen nunca, Zoro y Sanji tienen prohibido dejarme, no se vayan" Luffy tomó de nuevo ambas manos libres y los guio con lentitud, pero sin pausas, Zoro siendo guiado hacía su cintura y Sanji hacía su cadera.

 Ambos por mero instinto reaccionaron con posesividad, tratando de atraerlo con fuerza, fuera del agarre del otro. Se miraron con odio queriendo de matarse solo con verse. La risita de Luffy los sacó de su pelea a muerte imaginaria.

"No se atrevan a irse nunca" El haki del conquistador hizo acto de presencia, la hermosa pero peligrosa sombra de poder que ejercía no dejaba espacios para bromas, su capitán hablaba enserio. El pesor que se posaba en sus cuerpos por tal fuerza que manifestaba el Rey era sofocante como seductor. 

"No lo dejaremos, Capitán" murmuró Sanji, el haki desapareció al instante.

"Usted es el Rey" le susurró Zoro al oído. 

Luffy volvió a reír juguetonamente, más que feliz por esa confirmación, se volvería completamente loco si se atrevían a dejarlo. Los dos hombres que más amaba trataron de atraerlo cada quien a su lado, le gustaba cuando se peleaban por él, cuando se mataban con la mirada, cuando lo tomaban con posesividad, justo como en ese instante, ambas manos sujetas a su cuerpo, queriendo reclamarlo en un efusivo abrazo. 

Llevó sus gomosas palmas hacía las mejillas de sus dos tripulantes, acariciándolos. Sintió como se movían y a los pocos segundos tenía a ambos con el rostro enterrado en su cuello haciéndole cosquillas. Las dos manos que lo sostenían con fuerza se movieron poco a poco recorriendo su pecho, los dedos rodearon sus rosados pezones sin poder evitar rozarlos, hasta subir a sus labios, donde con los pulgares los frotaron con dulzura. 

Aquellas traviesas manos volvieron por el camino recorrido, posándose en su lugar correspondiente. Húmedas lenguas saborearon su cuello, succiones que le hacían cosquillas y que probablemente le dejarían marcas.

"Son míos" Les dijo, suspirando cuando las narices de ambos hombres se hallaban pegadas a sus mejillas.

"Somos de usted. Capitán, usted es..."

"Es nuestro Rey"

Tantearon terreno, la comisura de sus labios siendo acaparada por ambos hombres. Quería ser tocado por sus dos "alas", quería que sus dos más fieles le recorrieran por completo.

"Y usted, es nuestro"

"Y usted, es nuestro"

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1064 palabras.

*aparece y c va*

Junto a ti | One-shotWhere stories live. Discover now