Entre canciones y sueños (Quevedo)

3: Dos mundos, una conexión

Pasaron varias horas antes de que se dieran cuenta. La cafetería había comenzado a vaciarse, y la lluvia, aunque más suave, seguía cayendo persistentemente. Pedro miró su teléfono y suspiró.

—Tengo que volver al estudio —dijo, algo reticente—. Mi equipo debe estar preguntándose dónde estoy.

Lucía asintió, sintiendo una inesperada punzada de decepción. Habían hablado como dos personas comunes, sin las barreras que la fama solía levantar. Pero, inevitablemente, su mundo era diferente al de ella.

—Fue... inesperado, pero me alegra haberte conocido —dijo Lucía, con una sonrisa sincera.

Pedro la miró, y por un momento, pareció vacilar. Luego, sacó un pequeño trozo de papel de su chaqueta y escribió algo rápido. Se lo entregó a Lucía con una sonrisa misteriosa.

—Aquí tienes mi número. Si algún día necesitas compañía para otro café... o simplemente quieres hablar, llámame.

Lucía lo tomó, sin poder evitar sonreír.

—Gracias —respondió, sintiendo que aquel gesto era más especial de lo que parecía.

Pedro se levantó, se despidió con una leve inclinación de cabeza, y salió de la cafetería. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Lucía lo siguió con la mirada mientras desaparecía en la lluvia, preguntándose si alguna vez realmente lo llamaría.