- Entre Fiestas y Tensiones -

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El aire estaba cargado de emoción y música cuando Amber, Chad, Tara y Galia llegaron a la fiesta. La casa de uno de los compañeros estaba llena de luces brillantes y risas, y el bullicio de la multitud era ensordecedor. Mientras Amber y Chad se lanzaban a la pista de baile, Tara observó a Galia y Wes. Desde el momento en que comenzaron a salir, la chispa entre ellos había sido innegable, y esa noche parecía brillar aún más.

Galia se movía con una confianza natural, su cabello castaño ondeando mientras hablaba con Wes. Tara sintió un nudo en el estómago al ver cómo él la miraba, sus ojos llenos de admiración. Era un sentimiento extraño; estaba feliz por su amiga, pero también le causaba un desasosiego que no podía explicar.

"¿Tara? ¿Estás bien?" preguntó Amber, al darse cuenta de que su amiga no estaba completamente presente.

"Sí, estoy bien," respondió Tara, forzando una sonrisa. Pero su mente seguía volviendo a Galia y Wes. El ritmo de la música palpitaba en su pecho, un recordatorio constante de lo que deseaba y lo que no podía tener.

"¡Vamos a bailar!" insistió Amber, tomando la mano de Tara y llevándola hacia la pista. Tara se dejó llevar, pero su mirada seguía buscando a Galia. El momento en que sus ojos se encontraron fue electrizante. Galia le sonrió, pero Tara se sintió atrapada en una maraña de emociones.

Mientras Amber y Chad bailaban, Tara se mantuvo al margen, sintiendo que sus pensamientos se volvían más oscuros. La risa de sus amigos era contagiosa, pero había algo en el aire que la mantenía inquieta. En un intento de distraerse, se acercó a la mesa de bocadillos, donde Wes la encontró poco después.

"¿Todo bien?" le preguntó Wes, inclinándose un poco hacia ella. Su cercanía hizo que Tara se sintiera incómoda y, a la vez, atraída.

"Sí, solo... no estoy de humor para bailar," contestó ella, tratando de mantener la conversación ligera.

"Te entiendo. A veces, es mejor observar," dijo Wes, sonriendo. "Galia parece estar disfrutando de la fiesta."

Tara asintió, sintiendo una punzada en su pecho. "Sí, ella es genial," respondió, incapaz de evitar que su voz sonara un poco apagada.

"No te preocupes, seguro que te animarás," añadió Wes antes de alejarse hacia Galia, dejándola sola de nuevo. Tara sintió una mezcla de alivio y decepción al mismo tiempo.

Decidida a cambiar de aires, se acercó a la puerta trasera. El aire fresco de la noche la envolvió y, por un momento, se sintió aliviada. Pero no pasó mucho tiempo antes de que Galia apareciera, su rostro iluminado por la luna.

"Tara, ¿dónde te has metido?" preguntó Galia, acercándose rápidamente. Su risa era contagiosa, pero Tara apenas podía concentrarse en eso.

"Solo necesitaba un poco de aire," respondió Tara, mirando hacia el suelo, insegura de cómo enfrentar la situación.

Galia la observó con curiosidad. "¿Estás segura de que estás bien? Pareces un poco fuera de lugar," dijo, una preocupación genuina reflejada en sus ojos.

"Sí, solo... estoy bien," insistió Tara, aunque sabía que no era cierto. La verdad era que estaba celosa. Celosa de la conexión que Galia tenía con Wes, de cómo él parecía ser el centro de su mundo en ese momento.

"Vamos a bailar. Puede que te sientas mejor," propuso Galia, tomando la mano de Tara y llevándola de regreso a la fiesta. Tara sintió una oleada de calidez al tocar su piel, y aunque trató de ignorarlo, el nudo en su estómago se intensificó.

Mientras Galia se movía al ritmo de la música, Tara se sintió atrapada entre la alegría de ver a su amiga feliz y la tristeza que la consumía. No quería ser una carga, pero era difícil no desear algo más que una amistad.

"¿Disfrutando de la fiesta?" preguntó Wes, acercándose a ellas. Galia le sonrió de una manera que hizo que Tara sintiera que el suelo se movía bajo sus pies.

"Sí, Tara se está divirtiendo," dijo Galia, mirando a Tara con una sonrisa alentadora. Pero Tara solo pudo forzar una risa, sintiendo que el momento se desvanecía.

Mientras la música continuaba y las luces parpadeaban, Tara se dio cuenta de que esta noche marcaría un punto de inflexión. Había una delgada línea entre la amistad y algo más, y aunque quería cruzar esa línea, no sabía si estaba lista para enfrentarlo.

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La fiesta continuaba a un ritmo animado, la música resonando mientras los grupos de amigos reían y compartían anécdotas. Tara se sentía un poco fuera de lugar, sentada en un rincón, observando a sus amigos disfrutar de la noche. Galia, a su lado, parecía ser el centro de atención, riendo y coqueteando con Wes. Cada vez que lo miraba, Tara sentía un retortijón en el estómago que no podía ignorar.

Fue entonces cuando, en medio de la algarabía, Galia y Wes se acercaron más de lo que Tara había anticipado. Wes tomó a Galia de la mano y la miró a los ojos con una intensidad que Tara no había visto antes. Antes de que Tara pudiera procesar la escena, Wes se inclinó y besó a Galia. Era un beso lleno de promesas y una chispa de pasión que hizo que Tara apartara la mirada, sintiendo una incomodidad en su pecho.

Galia, sintiendo la presencia de Tara, rompió el beso y se volvió hacia ella. "¿Estás bien, Tara?" preguntó, su voz suave pero llena de preocupación.

"Sí, solo... necesito un poco de aire," respondió Tara, intentando sonar casual. "Voy a irme a casa."

"¿Por qué no te quedas un poco más? No tienes que irte sola," insistió Galia, su mirada buscando la aprobación de Tara.

"No, en serio, estoy bien. Solo necesito un momento para mí," dijo Tara, levantándose con una sonrisa forzada.

Galia frunció el ceño, pero no la retuvo. "Está bien. Pero por favor, mándame un mensaje cuando llegues a casa, ¿sí? Quiero saber que llegaste sana."

Tara asintió, un nudo en el estómago, y se dirigió a la salida. Mientras se alejaba, sentía la mirada preocupada de Galia en su espalda. No podía evitarlo, pero se sentía incómoda por lo que acababa de presenciar. Una vez fuera, la brisa fresca de la noche la recibió, pero el alivio fue breve.

Mientras caminaba hacia su casa, su teléfono vibró en su bolsillo. Tara sacó el celular y vio que no era Galia, sino un número desconocido. Al principio dudó, pero al final contestó, un escalofrío recorriendo su columna vertebral.

"Hola, Tara," dijo una voz profunda y distorsionada, provocando que su corazón se acelerara. "¿Te gustaría jugar?"

El miedo se apoderó de ella, y su instinto le dijo que necesitaba escapar. Colgó de inmediato y comenzó a correr, sus pies golpeando el pavimento en un frenético intento de llegar a casa. La oscuridad se sentía más pesada a su alrededor, y cada sombra parecía moverse.

Cuando finalmente llegó a su casa, cerró la puerta con un golpe y se apoyó contra ella, tratando de recuperar el aliento. Se sintió tensa, la adrenalina corriendo por sus venas mientras revisaba su teléfono, sin saber si debería haber llamado a Galia.

Pero la noche no había terminado. En la oscuridad, su teléfono volvió a sonar. Esta vez era un mensaje de Galia: "¿Llegaste bien? Te estoy esperando, no me dejes preocupada."

Tara respiró hondo y comenzó a responder, pero antes de que pudiera teclear, el sonido del timbre interrumpió el silencio. Con un temblor en sus manos, se acercó a la puerta y miró por la mirilla. No había nadie.

Sin tiempo para pensar, corrió a su habitación y cerró la puerta. El mundo exterior parecía un lugar hostil y aterrador, y los eventos de esa noche estaban a punto de transformarse en una pesadilla.

Continuará...

Susurros de Muerte : Tara Carpenter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora