9. Entre las Flores y el Ruido

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El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, proyectando sombras danzantes sobre el suelo adoquinado frente a "Bloom & Bliss"

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El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, proyectando sombras danzantes sobre el suelo adoquinado frente a "Bloom & Bliss". Jake, con el delantal ligeramente manchado de tierra, organizaba con cuidado los últimos arreglos florales en el escaparate. Hoy sentía una calma que, a pesar de su naturaleza tranquila, tenía algo diferente. Como si la expectación de lo que pudiera suceder estuviera impregnada en el aire mismo. Desde que conoció a Sunghoon, su rutina había cambiado ligeramente. No era algo drástico, pero los pensamientos sobre el alfa solitario aparecían en su mente con más frecuencia de lo que le gustaría admitir.

Por otro lado, Sunghoon no podía dejar de pensar en Jake. Algo en el omega lo desconcertaba. Jake era la antítesis de todo lo que él representaba: donde Sunghoon buscaba la velocidad, Jake encontraba paz en lo estático, en lo simple, en el silencio. Pero esa simplicidad, esa vida rodeada de flores y serenidad, lo atraía más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Esa mañana, Sunghoon se encontró a sí mismo dirigiéndose nuevamente hacia la florería, sin un plan claro en mente. ¿Qué tenía ese lugar? ¿Qué tenía Jake? Desde el accidente, algo lo había cambiado, pero no sabía cómo explicarlo. La adrenalina de las carreras nocturnas, que solía ser su válvula de escape, había comenzado a perder un poco de su brillo. Su motocicleta, que antes lo hacía sentir imparable, ahora le parecía solo una máquina más.

A medida que se acercaba, la vista de la florería apareció ante él, rodeada por el verde de las plantas que Jake había dispuesto cuidadosamente. Frenó suavemente frente a la tienda, notando cómo el motor de la motocicleta rompía el silencio del lugar, como si él mismo fuera una disonancia en ese pequeño paraíso de calma.

Jake lo notó antes de que entrara. El rugido familiar de la motocicleta hizo que sus manos se detuvieran brevemente mientras cortaba unas rosas blancas. Había algo en Sunghoon que le inquietaba, pero al mismo tiempo le atraía. Aunque su interacción anterior había sido amable, Jake no podía evitar preguntarse qué lo traía de vuelta. ¿Era solo curiosidad o algo más?

La puerta se abrió con su característico tintineo, y Sunghoon apareció, con el casco bajo el brazo y una mirada que intentaba ocultar su incomodidad. Aún le resultaba difícil encajar en ese espacio tan ajeno a su mundo habitual, pero había algo en la sonrisa suave de Jake que hacía que todo pareciera menos extraño.

—Has vuelto —comentó Jake, intentando sonar casual mientras terminaba de acomodar las flores—. ¿Buscas algo en particular hoy?

Sunghoon se apoyó ligeramente en el mostrador, sus ojos recorriendo el lugar. La fragancia a flores frescas lo envolvía, creando una atmósfera que contrastaba con el olor a gasolina al que estaba acostumbrado.

—No sé. Tal vez solo un poco de calma —respondió finalmente, sorprendiéndose a sí mismo por su honestidad.

Jake levantó la vista, atrapando el matiz de vulnerabilidad en la voz de Sunghoon. No era algo que esperara de alguien como él. Había algo más bajo esa fachada de rebelde, algo que aún no había podido descubrir del todo.

—Bueno, estás en el lugar adecuado entonces —dijo con una pequeña sonrisa—. Las flores tienen una forma de calmar cualquier alma inquieta.

Sunghoon soltó una risa suave, sin desdén, sino con un leve toque de ironía.

—¿Incluso las almas que solo conocen el ruido? —preguntó, dejando entrever una parte de sí mismo que pocas veces dejaba salir.

Jake dejó las tijeras a un lado y caminó hacia Sunghoon. Se detuvo frente a él, cruzándose de brazos en un gesto relajado, pero con una mirada que mostraba más de lo que sus palabras decían.

—El ruido solo es temporal —dijo suavemente—. Tarde o temprano, todos necesitamos encontrar un poco de silencio.

Por un momento, el alfa no supo cómo responder. Estaba acostumbrado a la tensión, al caos, a las decisiones rápidas que marcaban la diferencia entre ganar o perder. Pero aquí, en medio de las flores, Jake lo desarmaba con esa simplicidad.

—Tú no pareces alguien que busque el silencio —comentó Sunghoon, como si intentara entender mejor a Jake, como si estuviera buscando lo que lo hacía diferente.

Jake sonrió, pero esta vez su sonrisa tenía un toque más serio.

—Tal vez no lo busco, pero lo he aprendido a apreciar. —Sus ojos bajaron ligeramente hacia el mostrador lleno de flores—. Mi vida no ha sido siempre tranquila. Mi florería es lo que me ayuda a mantener el equilibrio.

La respuesta intrigó a Sunghoon. Sabía que había más en Jake de lo que mostraba su apariencia calmada, y quería saber qué era. Pero antes de que pudiera seguir indagando, algo llamó su atención en el escaparate: un ramo de lavandas, cuidadosamente arreglado.

—¿Todavía te gustan las lavandas? —preguntó Jake, notando hacia dónde miraba.

Sunghoon asintió, sorprendido de que Jake lo recordara.

—Sí. Me recuerdan un poco a este lugar. Calmantes. Un poco... misteriosas.

Jake sonrió, esta vez más relajado. Tomó una lavanda y se la tendió a Sunghoon.

—Llévala contigo. Quizás te ayude a encontrar un poco de esa calma que dices buscar.

El alfa aceptó la flor, mirándola por un momento, como si ese simple gesto significara más de lo que aparentaba. Guardó silencio, mientras el suave aroma de la lavanda se mezclaba con el aire a su alrededor.

—Gracias —murmuró finalmente, sus ojos encontrando los de Jake.

Y, por primera vez, Sunghoon sintió que tal vez, solo tal vez, estaba empezando a entender lo que lo atraía hacia Jake. No era solo la paz que encontraba en la florería. Era Jake, su presencia suave pero firme, la manera en que lograba crear un espacio en el que todo parecía estar bien, incluso para alguien como él, que había pasado la vida huyendo de la tranquilidad.

Jake, por su parte, lo observó mientras se dirigía hacia la salida, preguntándose qué era lo que Sunghoon realmente buscaba. Aunque todavía no lo conocía del todo, sentía que había una conexión especial entre ellos, una que iba más allá de las palabras. Quizás, con el tiempo, ambos podrían encontrar lo que tanto anhelaban, en medio de las flores y el ruido.

 Quizás, con el tiempo, ambos podrían encontrar lo que tanto anhelaban, en medio de las flores y el ruido

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Where Gasoline Meets PetalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora