Desde que Marta le entregó el sobre con las entradas para la ópera contaba las horas que faltaban para que llegara el momento de ponerse el maravilloso vestido y pasear de su brazo por el hall de entrada del teatro, sí, sabía que era un poco temerario pensar de esa manera, que la sociedad no les permitía mostrar ni un solo ápice de su amor en público, pero soñaba con ese ligero toque sobre su antebrazo como si sólo se tratase de dos buenas amigas que acudían juntas a un recital entre toda la granada sociedad de la capital. Era un riesgo que estaba dispuesta a correr por hacer esa noche mucho más especial de lo que ya pensaba que sería. Poder mostrarse como una pareja normal entre ellas, pero con otra connotación para todos aquellos que los verían.
El primer chasco llegó con el cuadrante que le había dado Carmen al mediodía. Ella confiaba en que fuese Claudia la que librase, y pedirle que le cambiase la tarde y así, a la vez, liberar a su amiga del inventario de la siguiente tarde, pero resulta que el que libraba era Jacinto y pedirle algo a él se le hacía un mundo. Esos días atrás no habían sido los mejores en la tienda, la llegada de jacinto en vez de Mari Nieves la tenía soliviantada contra el muchacho y cualquier cosa que hiciese lo veía con mal humor y desprecio, aunque había que reconocer, para ella y nunca en público, que, aunque era un poco pesado, tenía gusto para vender los productos y que sabía lo que les decía a las clientas. Aun así, no podía pedirle cambiar el turno a Jacinto. Marta había dado en el clavo cuando le recriminó que la principal razón por la que no pedía el cambio al muchacho era por el orgullo de no ceder y que solo dependía de ella misma el poder pasar una noche maravillosa las dos solas, y ella sabía cuánto necesitaban esa noche, cuanto tiempo hacía que no podían disfrutar de, ya no unas horas sino, de unos minutos a solas. En estos pensamientos estaba en el almacén, debatiéndose entre ceder y pedírselo a Jacinto o perder la oportunidad y decepcionar no sólo a Marta sino a ella misma, cuando escuchó a Pascual hablando con Tasio sobre la supuesta flojera de Jacinto y otras lindezas que la soliviantaron e hicieron emerger ese carácter peleón que, más un día le iba a costar un mal trago...
_ Tasio no creo que debas hablar de un compañero en esos términos- dijo poniendo los brazos en jarra- ten un poco de respeto.
_ Fina, pero si es la verdad y sólo estábamos de broma – contestó el operario – pensaba que precisamente tú estarías en nuestro barco
_ ¿qué barco ni qué barco? – bufó – nunca estaré en el barco de los abusones y menos cuando se trata de temas privados, así que te digo por última vez que si te metes con Jacinto te estás metiendo conmigo – y sin dejar lugar a réplica giró su cuerpo hacia la tienda.
La casualidad hizo que Jacinto estuviese en la caja y hubiese escuchado toda la conversación con Tasio y su cara mostraba el agradecimiento hacia ella por haberlo defendido.
_ me has escuchado, ¿verdad? –
_ Hubiese sido imposible no hacerlo. Gracias Fina. Hace tiempo que no me afectan este tipo de comentarios, pero siempre es agradable ver que hay gente distinta que está dispuesta a defender estos abusos.
_ Somos compañeros, una piña y si atacan a uno atacan a todos-
_ Fina, me ha dicho Claudia que tenías unas entradas para el teatro y que necesitabas cambiar el turno, pero que no te atrevías a pedírmelo. Te lo cambio sin problema y así intentamos rebajar la tensión entre nosotros ahora que formo parte de la piña, ¿te parece? – contestó el dependiente con una sonrisa en los labios y cara de puchero guasón
_ ¿De verdad? Me haces un favor inmenso... gracias, compañero- y con ese último epíteto sellaron el hacha de guerra, al menos temporalmente.
Cuando la tienda se vació, mirando que no hubiese nadie cerca llamó a Marta para decirle que finalmente tenía la tarde libre, quedaron en encontrarse en la parada del autobús, donde Marta la recogería en el coche para ir a disfrutar de la velada. No podía esperar a que llegara la hora de terminar el turno.
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Una noche en la ópera
FanfictionFina se siente decepcionada por no poder ir a la Ópera con Marta. Una continuación de la escena y lo que podría haber pasado si todo hubiese sido distinto