El amor de una madre es lo más puro que puede haber en este mundo.
Pero...¿Qué pasaría si ese amor se convierte en ira, rencor y agonía?
Ella está condenada a una búsqueda eterna de sus hijos muertos, hará cualquier cosa para recuperarlos.
Lamentabl...
El espíritu de esa mujer estaba perdido hace muchos, muchos años. Ella no tenía salvación.
Pero aparentemente había algo que calmaba su infinita melancolía.
Los niños.
Oh cuanto deseaba tener a sus niños, abrazarlos, pedirles perdón por todo.
Pero no podía.
¿Dónde estaban ellos... ?
¡¿DONDE ESTABAN SUS HIJOS?!
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- ¡Eres un deshonra para el clan!
Golpe tras golpe, solo se podía escuchar gritos enfurecidos de aquel hombre al que debía llamar "padre".
Que gracioso.
Se supone que los padres deben cuidar y velar por el bienestar de sus hijos, pero al parecer Toji no era ni siquiera eso por el sujeto frente a él.
Odia esto, odiaba que todos en este maldito lugar de mierda lo menospreciaran.
Odiaba que ellos tuvieran razón, después de tantas golpizas y abuso empezó a creerles, no era mas que una basura, pero eso no impidió que le guardara rencor por cada herida y cicatriz en su cuerpo.
Después de todo, ¿Quién en su sano juicio manda a un niño al bosque lleno de maldiciones rodeándolo?
Eso solo lo hacia el Clan Zenin al parecer.
Fue dejado a su suerte una vez mas, aunque el lugar al que lo arrojaron era nuevo, al menos les daba crédito de ser mas creativos con su tortura.
Ya pasó por esto a pesar de sus cortos 12 años, su padre tenía la tradición de enviarlo (tirarlo) a una foza llena de entitades, a ver si podía sobrevivir.
O más bien, si podía morir, ellos solo quería que muriera la obeja negra del Clan.
Naturalmente, Toji no quería morir, al menos no masacrado por un gran cantidad de maldiciones devorando lo y arrancando le la piel.
Su restricción celestial servía de algo al menos, no era como los demás, a pesar de no tener energía maldita, tenía una fuerza sobrehumana, obviamente a los altos mandos no les importo en lo más mínimo.
