La noche de la seducción (Pt1)

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La Noche de la Ambición

La ciudad de Seúl estaba envuelta en una niebla densa, como si el propio cielo estuviera conspirando para ocultar los secretos que se escondían en sus calles. En el corazón de este laberinto de luces y sombras, Jeon, el rey de la noche, presidía su imperio con mano de hierro. Su nombre era sinónimo de poder, miedo y respeto.

En su oficina, situada en el piso más alto de un rascacielos de cristal y acero, Jeon contemplaba la ciudad que dominaba. Su mirada glacial parecía atravesar la oscuridad, como si pudiera ver más allá de la fachada de la ciudad, hasta los secretos mejor guardados. Su sonrisa, encantadora pero peligrosa, flotaba en su rostro mientras escuchaba el informe de su consejero, Min-Soo.

—Señor Jeon, la operación de contrabando de drogas en el puerto está lista. Los hombres de Choi han asegurado que no habrá problemas— informó Min-Soo, su voz baja y respetuosa.

Jeon asintió con la cabeza, su mirada nunca se apartó de la ventana. —Y el problema con los Lee? ¿Se ha resuelto?—

Min-Soo titubeó antes de responder. —Todavía no, señor. Ellos siguen negándose a vender sus acciones en el proyecto de construcción—.

La sonrisa de Jeon se ensanchó, pero sus ojos se volvieron glaciales. —Entiendo. Entonces, es hora de que les muestre por qué no se negocia conmigo—.

Esa noche, en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, Jeon llevó a cabo su plan. Un grupo de hombres armados, leales solo a él, tomaron posición alrededor del edificio. Jeon, con una calma inquietante, entró en el almacén donde los Lee y sus guardaespaldas esperaban, confiados en su superioridad numérica.

—Jeon, esto es un error— amenazó el patriarca de los Lee, su voz temblando.

Jeon se rió, su sonrisa ahora una línea delgada y peligrosa. —Ustedes deberían haber pensado en eso antes de desafiar-me—.

Con un gesto, sus hombres abrieron fuego. El almacén se convirtió en un infierno de balas y gritos. Cuando el silencio volvió, los Lee yacían en el suelo, sus vidas extinguidas por la ambición de Jeon.

Mientras Jeon salía del almacén, su teléfono sonó. Era Min-Soo.

—Señor, hay un problema. El hijo de Choi, Jimin, ha sido visto en el bar de la ciudad. No sabe nada sobre su padre ni sobre nuestro mundo— informó Min-Soo.

Jeon se detuvo, su mirada perdida en la oscuridad. Por un momento, una chispa de curiosidad brilló en sus ojos. —Interesante. Asegúrate de que sea vigilado. No quiero sorpresas—.

Y con eso, Jeon desapareció en la noche, dejando tras de sí un rastro de muerte y miedo, sin saber que su encuentro con Jimin cambiaría todo.




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