XIV

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- Tú... ¿estamos esperando un bebé? – Samantha estaba de pie, observando a su esposa. - ¿Vamos a tener un bebé? – El shock por la noticia era tal, que ninguno se había percatado de que Samantha estaba libre de la silla y las cuerdas. 
 
Ninguno se dio cuenta cuando Ama abandono la habitación.
 
Abril que estaba tratando de no contener el aliento, sintió una pequeña alegría, al ver la reacción de su esposa. No era la mejor forma de darle la noticia, ni tampoco el lugar indicado, pero sus ojos brillaban y tenía una sonrisa en la cara que le dijo, que si ella se lo hubiese dicho en su casa, con una linda cena como había planeado cuando se enteró, Samantha se hubiera puesto pletórica de alegría. 
 
Samantha se acercó a su esposa, al darse cuenta de que aún seguía esposada a la cama, reaccionó. Aún estaban retenidos. Giro hacia Nuvia para tratar de convencerla de que las dejara ir o por lo menos liberara a su esposa.
 
Las palabras murieron en su garganta al ver la expresión en el rostro de ella. Tenía una mueca diabólica, con el ceño y los labios fruncidos. Los ojos brillaban de odio y furia, su cara estaba totalmente roja, y el blanco de aquella furia, era Abril.
 
En el momento en el que Nuvia se abalanzó contra su esposa, Samantha salto delante, protegiéndola con su cuerpo. Era increíble la fuerza que una mujer menuda como Nuvia, tenía. Ella chillaba y gritaba insultos, mientras forcejeaba contra Samantha. A pesar de que jamás le había levantado la mano a una mujer, el instinto de defender a su esposa e hijo, hizo que le diera un derechazo a la mandíbula. Nuvia cayó al suelo con un chillido, haciéndose una bola en la alfombra. 
 
Samantha giró y miro alrededor de la habitación, buscando la forma de romper las esposas o una llave que liberara a Abril. A penas se había dado la vuelta, cuando un golpe la tumbo al suelo. Nuvia estaba frente a ella, con la silla en las manos. Samantha giro su cuerpo al mismo tiempo que Nuvia, destrozaba la silla en el suelo, tratando de golpearla. Un dolor en el hombro, le dijo que no había sido del todo rápida, para evitar el golpe. 
 
Un estruendo en la puerta hizo que todos desviaran su atención hacia allí. Ama estaba parada detrás de unos oficiales de policía. Un ruido de sirenas comenzó a llenar el aire. 
 
Antes de que los uniformados se llevaran a ambas mujeres esposadas, Ama se giró hacia Samantha con expresión acongojada.
 
-Yo nunca quise hacerte daño. Realmente te amaba. Lo siento. – Con su esposa en sus brazos, ella no pudo evitar pensar que si Ama realmente la amara, como ella amaba a Abril, jamás la habría obligado a nada, ni puesto en peligro.

Infiel | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora