CAPITULO 1: FELIZ CUMPLEAÑOS

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Aún era muy temprano cuando Anne se levantó de la cama, un colchón bastante viejo con los resortes salidos que se cubría con lo que parecía ser una manta hecha con diferentes partes de ropa. Anne con el cabello desarreglado y que parecía estar sucio de varios días estaba muy emocionada por ser el día de su cumpleaños, aunque ella fingía que no le importaba y nadie de su familia lo recordaba. Ella siempre se emocionaba y llevaba el conteo de los años cumplidos anotándolos en una pared bastante sucia en la esquina de su habitación, en la cual apenas eran apreciables las marcas de cumpleaños pasados con la luz de una vela.

Ese día como todos los otros días, su casa se encontraba en completa oscuridad, Anne salió de su habitación, bajo las escaleras y se dirigió a lo que era su cocina, ahí apena una tenue luz llegaba a alumbrar la pequeña mesa sin sillas que ya hacía de comedor en medio de la habitación, esa pequeña luz que lograba entrar en el punto más alto del sol por el día apenas permitía verse las caras entre Anne, su madre Anna, su hermana Lili y su abuela Graciela, la luz provenía de una pequeña ventana en el techo y no solo impedía la luz lo sucia que estaba. No era una casa muy grande pero los pocos muebles que quedaban eran demasiado pequeños, junto a la cocina estaba una habitación a la que llamaban la sala de estar, con un sofá hecho con bolsas llenas de basura el cual era bastante cómodo y la madre de Anne lo solía remplazar cada que se rompía.

Anne con sus 18 años recién cumplidos no recordaba nunca ver visto ninguna parte de su casa limpia, realmente el termino de limpieza ya no existía, solían bañarse una vez al mes si es que tenían suerte con el agua, esto para Anne no le causaba ningún conflicto pues casi toda su vida había sido así.

Anne al entrar a la cocina se encontró con su abuela una anciana de ya de bastante edad, con el cabello blanco cubierto de canas y una piel bastante arrugada, la viejecilla apenas era capaz de caminar por si sola.

—Anne eres tú. —Dijo la viejecilla. —

Pues ya por su avanzada edad le era complicado ver dentro de la casa en casi completa oscuridad.

—Si soy yo abuelita, ¿Qué estás haciendo?

—Preparo el desayuno con lo que quedo de ayer.

—Se ve bastante bien. —Dijo Anne. —

—Llama a tu hermana y siéntense cerca de la mesa. — Dijo la anciana. —

Anne corrió de vuelta hacia las escaleras cruzando por la oscuridad, después de bastantes años viviendo en la oscuridad su vista ya estaba adaptada para ver en la oscuridad, aunque había velas por toda la casa, Anne y su hermana muy pocas veces las utilizaban. Al llegar al segundo piso Anne cruzo por la puerta que estaba en seguida de su habitación.

—Ya despierta, ya es bastante tarde. —Gritando un poco emocionada dijo Anne. —

—¿Por qué estás tan feliz, que acaso murió alguien hoy? — Le preguntó a Anne su hermana aún medio dormida con una cara de disgusto—

—Anne recostándose en el suelo a lo que hacían llamar cama le dijo—

—Hoy es mi cumpleaños, ¿acaso no lo recordabas?

—Apenas y recuerdo mi nombre, crees que me voy a acordar de eso.

—Ay ya levántate, la abuela ya hizo el desayuno. — Con una desmotivación Anne se levantó y salió directo de nuevo hacia la cocina. —

En cuanto regreso Anne a la cocina le ofreció ayuda a la viejecilla pues se podía ver como con esfuerzo realizaba los alimentos

—Déjame ayudarte Abuela. —Dijo Anne con una voz calmada—

—Yo puedo hacerlo, aun sirvo para algo. —Contesto la abuela con un tono algo molesto. —

—Ay abuela solo te quería ayudar. —Anne sonrió—

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